viernes, 15 de mayo de 2015

La puerta estrecha (Lc, 13, 22-30)
Conclusiones “muy someras”,
de la reunión de nuestro grupo parroquial,
sobre esta corta parábola del evangelio de Lucas.



“La puerta estrecha”, para mi hoy en día puede ser lo que ahora han dado en llamar “viaje interior”, sin perder la referencia de Jesús de Nazaret y su mensaje, cambiar la orientación del corazón, para vivir, dando primacía absoluta al amor de Dios y a los hermanos. Muy bonito, pero ¿cómo?

Hoy, en esta sociedad del tercer milenio, parece que todo está desfasado, trastocado, antiguo. Las nuevas tecnologías nos han desquiciado ¿O no? Precisamente la “puerta estrecha”, nos recuerda, que podemos evitar y salir si ya estamos en él, de ese desquiciamiento. El domingo pasado, leía yo en ABC, una noticia, a raíz de los escándalos en las Cajas de Ahorros, que “lo legal, puede ser inmoral”. Y ya está. ¡Qué bien!, luego la ley civil, no vale para entrar por la “puerta estrecha”. Falta la ética por lo menos, en la ley; pero no juzgo. No es el lugar ni el momento.

Nosotros los que nos llamamos cristianos, estamos necesitados, ¡cómo no!, de esa llamada de Jesús a entrar por la P.E. Ser cristiano es ser discípulo de Cristo, lo que implica esa entrada, ya que el Maestro dijo: “Si alguno quiere seguirme, cargue con su cruz”. Escribo esto en los minutos finales de la festividad de san Matías, elegido por los apóstoles para sustituir a Judas. He estado en misa esta tarde y el sacerdote con unas breves palabras, nos ha exhortado a sustituir a algún apóstol, en nuestra tarea o en nuestra vida. Él se marchaba al “Proyecto Hombre” al terminar la celebración.

Hoy lo tiempos han hecho que lo que debiera ser tolerancia, se ha convertido en indiferencia, en general, es lo que se ve, lo que ha llevado a un relativismo moral, en el que se dan casos como el de un viaje en tren, en el que un grupo de jóvenes (minoría alborotadora), que acuden a una despedida de soltero, molestan en demasía al pasaje (mayoría silenciosa), el revisor no aparece (el representante de la ley), una minoría minoritaria de la mayoría silenciosa hacen una reclamación (recurso a la ley), el tiempo pasa y la reclamación se almacena en una carpeta (la ley no opera). Por otra parte, terminado el viaje, la mayoría silenciosa, se va a sus quehaceres y a lo sumo lo comenta con los amigos y se acabó. Situaciones como esta se están dando a diario. ¿Es esto tolerancia? Yo creo que es indiferencia. Y no estoy juzgando a los gamberros, aunque ya esta palabra los señala. ¿Quién debe entrar por la “puerta estrecha”? Yo creo que todos. No hay aquí como en las películas del Oeste, buenos y malos. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, dice Jesús.

¿Qué nos ha llevado a esta situación? Tal vez de aquellos años de “rigorismo moral”, en que te podías condenar tanto por no ir a misa un domingo o  por comer carne en cuaresma o por asesinar a tu vecino, (estos hechos eran pecado mortal), vengan estos años de “indiferencia”. De aquellos polvos, vienen estos lodos, dice el dicho popular. Culpas absurdas, junto a culpas serias de verdad. La psicología humana busca un equilibrio y la balanza si no se controla pasa de un extremo a otro, sin encontrar el “punto medio”. Tampoco ha habido en estos 25 ó 30 años maestros, lo suficientemente hábiles para buscar el equilibrio. Las “fuerzas del mundo” parece que están ganando la partida a las fuerzas del Reino. Hoy día la publicidad, ha llegado a ser “personalizada” en Internet. La televisión encumbra a “pesonajillos” con altas cotas de audiencia y corre el peligro que los pocos canales que pueden verse, terminen cerrando por falta de audiencia. Hay que estimular el consumo para que la economía crezca; pero ella lleva consigo el derroche de recursos, que son limitados, cuando si nos paramos a pensar, o empezamos a sentir la necesidad de entrar por la “puerta estrecha”, nos damos cuenta que, con poco se vive mejor (no a lo loco, como dice la antigua canción). Convenía recordar la historia de P. Cadete del desierto de las Batuecas, cuyo lema era “morituro, satis”, “para el que ha de morir, basta”, con un libro y poco más… y una calavera, para recordar que tenemos fecha de caducidad; pero otro día hablaré de él.

¿Hemos perdido la partida los cristianos? Aparentemente sí; pero ante tanta oscuridad tenemos que tener las lámparas bien repuestas de aceite, ya que es necesaria más que nunca nuestra luz.


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