viernes, 29 de mayo de 2015

Écate y la sombra
Sombras le avisaron de que no saliese
 y le indicaron que no fuese
De noche lo mataron al caballero,
la gala de Medina, la flor de Olmedo.
Lope de Vega

Uno necesita la visión nocturna de la lechuza
Nicolás de Cusa

 Ayer aludía a la diosa Écate y de la breve reseña que allí introduje, me quedo con este párrafo: los nombres teofóricos carios que incluyen hekat- aluden a una deidad importante libre de los oscuros y desagradables lazos con el inframundo y la brujería que tuvo Hécate en la Atenas clásica. En efecto, según el libro “Las noches oscuras del alma de Thomas Moore (ed. Urano), del que ya hemos hablado en este blog, en el capítulo 4º :“Panorama bajo la luna” leemos: “Écate es la ténue luz lunar que ilumina, a pesar de ser una bruja y una arpía que atemoriza y hace sufrir”. Ilumina, aunque sea con la débil luz lunar. Siempre hay una luz, una lamparita, una chispa, una estrella. En el poema que leíamos ayer de Isaura Díz, la niña llevaba la vela apagada; pero , alguna luz la guiaba. Así ocurre en las noches oscuras. “De noche iremos de noche…” Hoy día queremos que todo sea claro, políticamente correcto. La psicología, incluso prefiere la luz solar, pero no nos damos cuenta que donde hay luz hay sombra, de la que no podemos escapar. Hace unos días llegó por wasap un “gracioso” (pensándolo bien de gracioso no tiene nada) vídeo en el que un niño de 2 ó 3 años pretendía escaparse de su sombra…
Así ocurre en la vida, queremos huir de otra “sombra”, la psicológica y la ocultamos, pretendemos reprimirla; pero es imposible, en el inconsciente o donde sea, tiene vida, y se comporta de forma autónoma, sin nosotros darnos cuenta y un día estalla. Queríamos haber atrapado el “genió” en la lámpara; pero allí no puede estar encerrado…


En el primer capítulo del libro “ENCUENTRO CON LA SOMBRA, El poder del lado oculto de la naturaleza humana” Robert Bly, aborda de una manera bastante sencilla, el tema de la "sombra", comienza explicando cómo se forma ésta a nivel personal. El capítulo se titula: “1. EL GRAN SACO QUE TODOS ARRASTRAMOS”.
El libro  que es una colección de artículos, escrito por diversos autores, sobre este tema y cada uno de ellos es un capítulo, dice Bly en el capítulo mencionado: "A los dos o tres años de edad todo nuestro psiquismo irradia energía y disponemos de lo que bien podríamos denominar una personalidad de 360°. Un niño corriendo, por ejemplo, es una esfera pletórica de energía, sin embargo, escuchamos a nuestros padres decir cosas tales como: “¿Puedes estarte quieto de una vez?” o “¡Deja de fastidiar a tu hermano!” y descubrimos atónitos que les molestan ciertos aspectos de nuestra personalidad. Entonces, para seguir siendo merecedores de su amor comenzamos a arrojar todas aquellas facetas de nuestra personalidad que les desagradan en un saco invisible que todos llevamos con nosotros. Cuando comenzamos a ir a la escuela ese fardo ya es considerablemente grande. Entonces llegan los maestros y nos dicen: “Los niños buenos no se enfadan por esas pequeñeces” de modo que amordazamos también nuestra ira y la echamos en el saco…”

Merece la pena, trabajar y reconciliarnos con nuestra sombra. Desde C. G. Jung, muchos autores la ha estudiado y nos han dado pautas para ello. Citaré a E. M. Lozano, con su libro "La cara oculta", Jean Mounburquette, Anselm Grüm, y otros muchos. Voveremos sobre este apasionante tema.

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