Diálogo con Santa Teresa
Una
mañana al despertarme se me ocurrieron unos “ripios”, en los que le ruego a santa Teresa que nos envíe "instrucciones para la vida"
Y pensé que Santa
Teresa los había leído (seguro que los ha leído) y me imagino lo que me dice,
dado su carácter recio: “¿Eres tonto Pedro, pues no he escrito libros, tratados,
cartas..., en donde hablo de ello?¿No ha
habido personas que interpretando mis textos, hayan dado instrucciones para
vivir, en concreto?”
Y yo
respondo: Teresa, tiempo ha que yo los leo, y que seguiré leyéndolos, hasta la
muerte, es muy cierto; pero ahora, estos mis sencillos versos quiero
expresarlos primero:
No me atrevo a usar
mi pluma para escribir lo que siento.
Pero estando ya de
tinta, su depósito completo,
quiero escribir
unas líneas a la santa y unos versos:
Tu que en carreta
guiada por el bueno de Recuero,
te movías por
caminos, por caminos polvorientos.
Tu que escribías
las cartas, y en los rápidos correos,
tardaban dos o tres
días en llegar a ser abiertos.
Enséñanos a vivir,
hoy que por
autopistas nos movemos en “cinetos”,
hoy que con
internet, nos comunicamos presto.
Enséñanos a pensar
en aprovechar el tiempo,
tiempo que gratis
nos da el Señor del Universo,
tiempo que perdemos
en negocios sin aliento.
Tiempo que no es
infinito, tiempo que se acaba presto.
Teresa de los
Caminos, enséñanos bien el nuestro.
Teresa de los
mensajes, mándanos uno,
y si puede ser en
verso.
Para que recios los
tiempos, que nos toca ahora vivir,
los dulcifiquemos
luego.
Y justo en ese momento, siento en mi cabeza
los acordes de una preciosa melodía de Taizé, que identifico inmediatamente y
oigo en mi cabeza la frase ¿No escuchas la música? Creo que Santa Teresa la
ha traído a mi entendimiento y digo: Ya está ¡Sólo Dios Basta! Y me
acuerdo de la poesía:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
aspira a lo celeste,
que siempre dura;
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en
promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
¿Qué más instrucciones quiero? Ya sólo queda
sumergirme en el gran Misterio de la vida, con la certeza que estamos en las
manos de Dios y que nada ni nadie podrá separarnos de su amor, si decimos sí a
su voluntad, como hizo Teresa, a la que le doy las gracias por haber sido la
inspiración de este sencillo diálogo.
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