viernes, 4 de junio de 2021

 

La espera y la Esperanza

Jesús Sacramentado, como fuente de vida y Esperanza

Corpus Christi 2021

Con los ojos puestos en Jesús, con la confianza puesta en el Señor, todo se puede afrontar: dolor, soledad, enfermedad. Muerte… Es entonces cuando hay que esperar en el Señor, ser valiente y tener ánimo, pues Dios camina con nosotros y está de nuestra parte

Eusebio Gómez navarro O.C.D. en “La luz de la esperanza”, pág. 45


No pocas veces, confundimos la virtud teologal de la Esperanza, con la simple espera. Es lo que quiero resaltar en estas páginas

El año pasado, en el boletín de la cofradía del Santísimo de La Alberca (Salamanca), que hicimos, en plena pandemia escribía lo siguiente:

Dentro del “destierro”, en el que hemos estados y todavía estamos en parte sometidos, yo, al menos tengo un sentimiento parecido a los israelitas deportados a Babilonia:

 

A orillas de los ríos de Babilonia

Estábamos sentados y llorábamos,

Acordándonos de Sión;

En los álamos de la orilla

tenemos colgadas nuestras citaras.

Del salmo 137

 

Pensamos que nosotros también, “en nuestras casas hemos estado, acordándonos del tiempo anterior a marzo, sin entonar los verdaderos cantos, que han sido ahogados por los cantos de sirena de la televisión. ¿Quién los escucharía en nuestro encierro?”; pero afortunadamente, Levantamos, los ojos a “la torre” y desde allí nos vendrá el auxilio, de Jesús Sacramentado, que hizo el cielo y la tierra. Y sin perder esa esperanza, rezamos:

 

 Te doy gracias Señor de todo corazón,

Porque has escuchado las palabras de mi boca.

Del salmo 138

 

Y con la luz, que refleja el profeta Isaías, nos disponemos a celebrar el Corpus, más triste que yo, al menos he vivido, exteriormente; pero interiormente confortado en esa esperanza

 

Sucederá en días futuros

que el monte de la casa del Señor

será asentado en la cima de los montes

y será asentado en la cima de las colina.

Confluirán a él todas las naciones,

Isaías 2,2

 

Dentro de nuestra tristeza y desolación, por todo lo que hemos perdido, incluida la vida de algunos de nuestros seres queridos, como el hermano cofrade, José Puerto Ávila. Y Manolo Sanz, el padre de Clara Inés, nos abrimos a la esperanza, en Jesús Sacramentado, que no nos dejará de su mano., y reconozcamos nuestra debilidad y dependencia de la Providencia Divina.

 

Y en el vídeo titulado De la nostalgia a la esperanza , terminaba ingenuamente con la “esperanza” de que el corpus 2021, fuera “normal”, como los anteriores a la pandemia. Y ya estamos en 2021. Y gracias a Dios, estamos en Corpus; pero no como antes de2029 Esto nos debe hacer reflexionar y ver que a lo que llamaba esperanza, no era tal, era simplemente una espera, que quería que se cumpliera mi voluntad, no la de Dios.

 

A tal efecto, este curso, en la Escuela de teología de San Esteban, en una asignatura impartida “on-line” por el dominico P. Fassio, se nos dio una definición de esperanza, totalmente opuesta a la que tenemos no pocas veces en mente, y es “aceptar lo que Dios nos mande con fe”, no lo que yo espero que sea. También en el libro del carmelita Eusebio Gómez Navarro, “La luz de la Esperanza”, de editorial San Pablo, se nos habla de esto.

 

Todo esto nos interpela, y a mí, concretamente, me da Jesús Sacramentado un aldabonazo: ¿qué espero de Corpus? Si sólo espero un día brillante, con cantos, folclore, procesión, cohetes (ahora ya no hay cohetes), etc… tal vez esté perdiéndome el sentido profundo de la Eucaristía. No digo que no hagamos la fiesta a lo grande, no se me malinterprete, pues yo soy el primero en defenderla, de manera, que hagamos que el incienso suba hacia lo alto y que cantemos himnos de Alabanza al “Amor de los amores”, y glorifiquemos al Señor, incluso bailemos, como el rey David, delante del Arca de la Alianza; pero si esto nos desvía de lo esencial, hay que vigilar y centrarse.

 

En 2015, el añorado Fructuoso Mangas, escribía un artículo titulado ¿Hay que suspender la procesión de Corpus?, del que podéis leer un comentario en este mismo blog, y también, encontraréis una reflexión al respecto de Dolores Aleixandre, en su libro “Bautizados con fuego”.

 

Resumiendo: aprovechemos, que la pandemia, impidió el año pasado la procesión de Corpus, y este año posiblemente también, para buscar a Jesús, donde verdaderamente está, en nuestro interior y en el hermano. Necesitamos para ello horas de estar ante el Santísimo expuesto o ante el sagrario, y no sólo las dos o tres horas, que están muy bien repito, de una procesión anual. Si se “nos va la olla”, leamos libros, como el que tengo delante: “Para tratar de amistad con Jesús Eucaristía” de Gonzalo Aparicio Sánchez, de ediciones Edibesa, del que copio este párrafo de la página 117: “Cristo en el Sagrario,  ejerciendo la medicina divina, la del alma principalmente, pero también la del cuerpo y la de todas las demás necesidades que tengamos. Dios Padre nos lo ha dado como médico y medicina. Aquí en el Sagrario, está la única clínica capaz de curar todos los tumores de la soberbia, del yo consumista… la comodidad y falta de amor fraterno… ¡Que psicólogo más penetrante y eficaz contra todas nuestras depresiones, por falta a veces de no sentirnos amados…! ”. Hay muchos y buenos libros sobre este tema. Y haced, esto que os digo, no lo que yo hago, porque soy el primero que me distraigo y confundo la Esperanza, con la simple espera.