La espera y la Esperanza
Jesús Sacramentado, como fuente de vida y Esperanza
Corpus
Christi 2021
Con
los ojos puestos en Jesús, con la confianza puesta en el Señor, todo se puede
afrontar: dolor, soledad, enfermedad. Muerte… Es entonces cuando hay que
esperar en el Señor, ser valiente y tener ánimo, pues Dios camina con nosotros
y está de nuestra parte
Eusebio Gómez navarro
O.C.D. en “La luz de la esperanza”, pág. 45
El año pasado, en el boletín de la cofradía del
Santísimo de La Alberca (Salamanca), que hicimos, en plena pandemia escribía lo
siguiente:
Dentro del “destierro”, en el que hemos estados y
todavía estamos en parte sometidos, yo, al menos tengo un sentimiento parecido
a los israelitas deportados a Babilonia:
A orillas de los ríos de
Babilonia
Estábamos sentados y
llorábamos,
Acordándonos de Sión;
En los álamos de la orilla
tenemos colgadas nuestras
citaras.
Del salmo 137
Pensamos que nosotros también, “en nuestras casas
hemos estado, acordándonos del tiempo anterior a marzo, sin entonar los
verdaderos cantos, que han sido ahogados por los cantos de sirena de la
televisión. ¿Quién los escucharía en nuestro encierro?”; pero afortunadamente,
Levantamos, los ojos a “la torre” y desde allí nos vendrá el auxilio, de Jesús
Sacramentado, que hizo el cielo y la tierra. Y sin perder esa
esperanza, rezamos:
Te doy gracias Señor de todo corazón,
Porque has escuchado las
palabras de mi boca.
Del salmo 138
Y con la luz, que refleja el profeta Isaías, nos
disponemos a celebrar el Corpus, más triste que yo, al menos he vivido,
exteriormente; pero interiormente confortado en esa esperanza
Sucederá en días futuros
que el monte de la casa del
Señor
será asentado en la cima de
los montes
y será asentado en la cima
de las colina.
Confluirán a él todas las
naciones,
Isaías 2,2
Dentro de nuestra tristeza y desolación, por todo
lo que hemos perdido, incluida la vida de algunos de nuestros seres queridos,
como el hermano cofrade, José Puerto Ávila. Y Manolo Sanz, el padre de Clara
Inés, nos abrimos a la esperanza, en Jesús Sacramentado, que no nos dejará de
su mano., y reconozcamos nuestra debilidad y dependencia de la Providencia Divina.
Y en el vídeo titulado De la nostalgia a la
esperanza , terminaba ingenuamente con la “esperanza” de que el corpus
2021, fuera “normal”, como los anteriores a la pandemia. Y ya estamos en 2021.
Y gracias a Dios, estamos en Corpus; pero no como antes de2029 Esto nos debe
hacer reflexionar y ver que a lo que llamaba esperanza, no era tal, era
simplemente una espera, que quería que se cumpliera mi voluntad, no la de Dios.
A
tal efecto, este curso, en la Escuela de teología de San Esteban, en una
asignatura impartida “on-line” por el dominico P. Fassio, se nos dio una
definición de esperanza, totalmente opuesta a la que tenemos no pocas veces en
mente, y es “aceptar lo que Dios nos mande con fe”, no lo que yo espero que
sea. También en el libro del carmelita Eusebio Gómez Navarro, “La luz de la
Esperanza”, de editorial San Pablo, se nos habla de esto.
Todo
esto nos interpela, y a mí, concretamente, me da Jesús Sacramentado un
aldabonazo: ¿qué espero de Corpus? Si sólo espero un día brillante, con cantos,
folclore, procesión, cohetes (ahora ya no hay cohetes), etc… tal vez esté
perdiéndome el sentido profundo de la Eucaristía. No digo que no hagamos la
fiesta a lo grande, no se me malinterprete, pues yo soy el primero en
defenderla, de manera, que hagamos que el incienso suba hacia lo alto y que
cantemos himnos de Alabanza al “Amor de los amores”, y glorifiquemos al Señor,
incluso bailemos, como el rey David, delante del Arca de la Alianza; pero si
esto nos desvía de lo esencial, hay que vigilar y centrarse.
En
2015, el añorado Fructuoso Mangas, escribía un artículo titulado ¿Hay que
suspender la procesión de Corpus?, del que podéis leer un comentario en este mismo blog, y también, encontraréis una reflexión al respecto de
Dolores Aleixandre, en su libro “Bautizados con fuego”.
Resumiendo:
aprovechemos, que la pandemia, impidió el año pasado la procesión de Corpus, y
este año posiblemente también, para buscar a Jesús, donde verdaderamente está,
en nuestro interior y en el hermano. Necesitamos para ello horas de estar ante
el Santísimo expuesto o ante el sagrario, y no sólo las dos o tres horas, que
están muy bien repito, de una procesión anual. Si se “nos va la olla”, leamos
libros, como el que tengo delante: “Para tratar de amistad con Jesús Eucaristía”
de Gonzalo Aparicio Sánchez, de ediciones Edibesa, del que copio este párrafo de
la página 117: “Cristo en el Sagrario, ejerciendo la medicina divina, la del alma principalmente,
pero también la del cuerpo y la de todas las demás necesidades que tengamos.
Dios Padre nos lo ha dado como médico y medicina. Aquí en el Sagrario, está la
única clínica capaz de curar todos los tumores de la soberbia, del yo
consumista… la comodidad y falta de amor fraterno… ¡Que psicólogo más
penetrante y eficaz contra todas nuestras depresiones, por falta a veces de no
sentirnos amados…! ”. Hay muchos y buenos libros sobre este tema. Y haced,
esto que os digo, no lo que yo hago, porque soy el primero que me distraigo y
confundo la Esperanza, con la simple espera.