La Contemplación
y la acción (y 4)
“Dios
llama a los seres humanos a su unión con Él y entre ellos en Cristo,
en la
iglesia que es su cuerpo místico…
El
hombre ha de concluir a esa llamada para vivir en paz
con todos sus hermanos en
Cristo”
Palabras
de Thomas Merton, con ocasión de la inauguración de lo que acabaría siendo el
Centro de estudios Thomas Merton, él
mismo afirmaba que todo lo que había escrito podía reducirse a esas palabras.
Esa cita la he tomado del
libro “La contemplación en acción”, de Fernando Beltrán Llavador, profesor de
la Universidad de Salamanca (Ed. San Pablo 1996). Es un libro que leí en
aquella época y que uno guarda “para
volverlo a leer”, en sitio preferente, aunque por desgracia, pocos libros, yo
he leído por segunda vez. Ahora que estoy con este tema, me he acordado de él y
lo tengo entre mis manos, mientras escribo estas notas. Cuando lo leí, incluso
le escribí al autor, que me contestó muy amablemente (La carta debe estar en
algún lugar de mi desordenado cuarto) y curiosidades o “sincronía”, el otro día
compré otro libro sobre Merton:” El palacio del vacío de Thomas Merton” de
James Finley (Ed. Sal Terrae) traducido también por Fernando Beltrán.
Pues bien, termino esta
serie, citando este libro, pues lo que tenía que decir, desde mi punto de vista
del tema de la contemplación y la acción ya lo he dicho. Lógicamente pueden
escribirse multitud de tratados sobre el
tema, que es inmenso. Pero de momento termino aquí “la serie”. Me dijo una vez
un amigo, que más vale dejar a la gente con ganas, que aburrir al personal.
Sin embargo, no olvidemos, lo que decía nuestra Santa
de Ávila, que “Dios anda entre los pucheros” y añado yo: en medio del tráfico,
entre los coches y camiones, en las minas, en las escuelas e institutos, en los
quirófanos, U.C.I.s de los hospitales, “In omnia locus Deus est” y ahí está la
verdadera contemplación y acción. Si evitamos el narcisismo de lo que hacemos o
pensamos, como nos recordaba E. M. Lozano y nos fijamos en la cita inicial de
esta entrada de T. Merton, que por cierto fue un hombre de mucha acción y eso
que era monje contemplativo, en la abadía cisterciense de Getsemaní de Estados Unidos.
Otra cita, que oí hace
mucho; pero que no se de quien es, dice así más o menos:” Vivamos y actuemos en
el mundo; pero sin ser del mundo” y para ello nos ayuda la oración, terminando
con las oraciones que cita Fernando Beltrán en el último apartado del citado
libro: “Para orar con Merton”:
La
devoción a María la mujer vestida de sol
“En
María está perfectamente realizado todo el plan creador y redentor de Dios… Nos
queda a nosotros, pues celebrar su belleza inmaculada, abrir nuestros corazones
a la misma luz de verdad quela santificó, la misma gracia que la hizo grata al
Altísimo, que es su creador, que es su creador igual que lo es nuestro, y que
desea ver realizado en nosotros el mismo misterio inefable de luz” (Tiempos de celebración)
Abrámonos
a la presencia luminosa de María bien mediante alguna oración conocida, o algún
pensamiento devoto… o sencillamente repitiendo con ella en silencio “Hágase en
mi según tu palabra”
Oración
por la paz (fragmentos)
Leída por Merton en
el Congreso norteamericano
el 12 de abril de
1962
Dios todopoderoso y misericordioso,
Padre de todos los hombres,
Creador y señor del universo,
Señor de la historia,
tus designios son inescrutables,
tu gloria es sin mancha,
tu compasión por los errores humanos no se agota,
¡Nuestra paz descansa en tu voluntad!
Concédenos prudencia en proporción a nuestro poder,
sabiduría pareja a nuestra ciencia,
humanidad en la medida
de nuestra riqueza y nuestra fuerza.
Y bendice nuestra voluntad sincera
de ayudar a todas las razas y gentes
a viajar de forma amistosa con nosotros
por el camino de la justicia,
la libertad y la paz duraderas.
¡Oh Dios santo y misericordioso con los hombres:
Concédenos buscar la paz allí donde de verdad se
encuentra!
¡En tu voluntad, Oh Dios, reside nuestra paz!
AMEN
Confía
en el Señor
“Señor Dios mío,
no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No
tengo seguridad de donde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que
piense que cumplo tu voluntad no significa que realmente lo haga… No temeré,
pues tú estás siempre y no me dejarás que haga frente sólo a mis enemigos (Pensamientos de la soledad)
Cristo
vive en nosotros
“Si
dejamos que Cristo resucitado viva en nosotros, entonces podremos seguir
confiados, muy seguros de estar caminando en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. Amen” (Las fuentes
de la contemplación)
Travesía
del desierto
“No
olvidemos nunca que el camino ordinario de la contemplación atraviesa un desierto
sin árboles, sin belleza ni agua… Puede parecer imposible creer que conduzca a
parte alguna (Nuevas semillas de
contemplación)
Pero, “No hay vida nueva sin adentrarse en la
oscuridad ni día gloriosos sin noche tenebrosa”
Llamada
universal a la santidad
“Hemos
sido llamados a la santidad no por nuestra propia fuerza, pues no tenemos
ninguna, sino por la fuerza de la gracia de Cristo…
(1 Cor 1, 17)
Se
nos ha llamado no sólo a temer a Dios y a honrarlo sino a amarlo con toda
nuestra fuerza, hasta el punto de olvidarnos completamente de nosotros mismos e
identificarnos plemnamente con Él” (San
Bernardo, el último de los padres)
Plegaria
desde el centro del alma
Carta a Abdul Aziz,
pakistaní estudioso del sufismo
2 de enero de 1966
”Estrictamente
hablando, tengo un modo muy simple de oración. Está centrada enteramente en
atención a la presencia de Dios y a su voluntad ya su amor. Esto es, está
centrada en la fe, únicamente por medio de la cual podemos conocer la presencia
de Dios. SE podría decir que eso confiere a mi meditación el carácter que el
profeta describe como un “estarse ante Dios como si lo vieras”. Pero eso no
significa imaginar algo o concebir alguna imagen precisa de Dios, ya que a mi
parecer eso sería caer en alguna forma de idolatría. Por el contrario es
cuestión de adorarlo en forma invisible y por encima de nuestra comprensión…
Hay en mi corazón esa gran sed de reconocer totalmente la nada de cuanto no es
Dios. Mi oración es una especie de alabanza que brota desde el centro de la
nada y del silencio” (primer volumen de
las cartas de Thomas Merton)
La
victoria del amor
“Oh Dios, somos
uno contigo… Tú nos has enseñado que si nos abrimos al otro, tú moras en
nosotros. Ayúdanos a preservar esa apertura y a luchar por ella con todo
nuestro corazón. Ayúdanos a darnos cuenta de que no puede haber entendimiento
allí donde hay rechazo mutuo… al aceptar al otro te aceptamos a Ti y te damos
gracias, y te adoramos , y te amamos, con todo nuestro ser, porque nuestro ser
está en tu ser, y nuestro espíritu está arraigado en tu Espíritu. Llénanos pues
de Amor, y que el amor nos una cuando emprendamos nuestros diversos caminos,
unidos en ese único espíritu que te hace presente en el mundo y que permite testimoniar la realidad última
que es el Amor… Amen” (Oración de clausura
en una conferencia espiritual en Calcuta, 1968).
Poco después, ese mismo
año moría Merton, en Bangkok, electrocutado con un ventilador, o mejor dicho,
alcanzaría la contemplación plena.