La mejor Película
Documento
inédito, escaneado, del dominico
albercano, Pablo Puerto, fallecido hace más de 10 años y encontrado “por
casualidad” en una una carpeta de “papeles atrasados”, listos para romperse. Narra
el recuerdo de un paseo, con otros dominicos una tarde de primavera, de 1995, desde
San Esteban por la Aldehuela de Salamanca. Nada más… y nada menos.
Eso
no es lo peor, dijo Manolo. Lo peor de la película de esta tarde es que me
gusta tanto que -¡Vamos que llegamos tarde!- Ni siquiera se trata de eso. Lo
peor es haber olvidado. Porque mira Pablo, yo no me acordaba de nada de lo que tú
cuentas.
-Está
bien, Manolo, yo creo que tú no te acuerdas porque lo has visto de pequeño,
porque las cosas de la infancia se graban y nunca se olvidan
No
sé si escribir, pero todo es cosa de empezar recomponiendo el lápiz. Después
será fácil y creo que no me queda más remedio que hacerlo, pues dejar una cosa
así, sin aterrizar, sería como dejar a Manolo con las ganas y que la película
termine sin terminar.
Mediados
de Febrero. El sol en la meseta no calienta de pura palidez con que aparece.
¡El sol! Salimos para un pequeño paseo y estuvimos tres horas. En la escalera
encontramos a Ángel y tú, Manolo, te acordaste de las gafas Truman de Vergara,
de que el “Mayor” el padre Director lo nombraba “jefe”, ¡Indias, el Jefe! Y ¡Chepa!
Como que no quería que nos remontáramos a tiempos tan lejanos, y tú venga a tu
retorno al pasado, y volvías a darle vueltas, y a “Truman” tampoco le gustaba
que le recordases lo de ¡Jefe! “¡Que cosas las de aquellos tiempos!”, decía. A
él ahora le interesaba y preguntaba sobre cómo conseguir transporte para ir a
Alba a visitar a la Santa, y con este tema tocó la fibra romántica de Manolo; y
decía: “¿Pararán por ahí abajo, en la avenida para no ir a la estación a coger
el autobús?”. Y Manolo después dice que le es imposible el retorno al pasado.
Nada más ver a Ángel se le agolpó los días pasados en el Real Seminario. Hasta
los cuentos policiacos de Revertegat, el profesor de francés, recuerda. Pero
¿por qué dice que: "no recuerda" cuando jamás ha olvidado?
Manolo
se siente bien contemplando le heráldica en piedra. Su estancia aquí, en este
campo le está dando toda clase de satisfacciones últimamente: Pocos escudos hoy
para entretenerse. Sólo en calatrava dos, cada uno con su bandera, y uno en la
casa de enfrente, fea y sin proporciones que le pega peor que dos pistolas a un
santo. Con que brille la piedra amarilla él ya tiene bastante. Y más adelante
la iglesia románica de Cantuariense.
-
Yo nunca entré en esa iglesia – dijo Manolo mirando los capiteles.
-
Pues ya estaba restaurada en tus tiempos de estudiante – le comentó Pablo -, la
atendían desde San Pablo.
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