viernes, 19 de junio de 2020


Avanzando por la vida

Señor, muéstrame tus caminos e instrúyeme en tus sendas
Del Salmo 25

¿Cómo nos muestra el Señor el camino que hemos de recorrer? Pienso yo, y creo que pienso bien, que manteniendo una actitud sincera, libre de egoísmos y con miras puesta en el prójimo, al que hemos de amar, como a nosotros mismo, aunque a nosotros mismo, no pocas veces, no es que nos amemos, es que nos despreciamos; pero eso entraría dentro de algún complejo psicológico, trauma de la infancia, miedos ancestrales y causas por el estilo; pero no es el propósito, de este breve artículo, tratar eso aquí. Doctores tiene la psicología, que sabrán enfocarlo convenientemente.
Yo parto de una persona, honesta, que quiere mejorar su vida, la de sus semejantes y la del mundo entero, desde su vida cotidiana y su esperanza en un mundo mejor. Si no eres de este tipo de persona y buscas tu triunfo, o buscas medrar, apoyándote en lo que sea, mejor no leas lo que sigue.
Y lo que sigue, es que en la vida, nos encontramos con dilemas, con decisiones que hay que tomar y que no pocas veces no podemos tomarlas con libertad. Para ello está lo oración confiada, del salmo 25: “Señor, muéstrame tus caminos e instrúyeme en tus sendas” y para eso es bueno el discernimiento y la ayuda de consejeros; pero también es bueno estar atentos a los acontecimientos, o coincidencias, “diosidencias”, que dicen algunos; pero a veces, parece que Dios calla y no se manifiesta.
Acabo de leer un librito, de muy pocas páginas, titulado “Sincrodestino” del conocido autor Deepak Chopra, en el que distingue entre el ámbito circunscrito y el ámbito no circunscrito. Nuestra alma se mueve en el primero; pero podríamos conectar con el segundo, que según la tesis de este libro es la “fuente de creación eterna”, más o menos con lo que los cristianos llamamos Dios, mediante las coincidencias o sincronicidades, lo que alguien ha llamado “diosidencias”, a la que antes aludíamos. Es decir manifestaciones de Dios. Sólo podríamos acceder a ellas, con un espíritu abierto y libre de miedos, temores, ansiedad, fobias etc., si estamos en el tercer nivel de conciencia, que es la vigilia.
Según explica en las últimas páginas del libro, desde la 217, hasta el final, hay siete estados de conciencia, según los Vedas que son:

1.     Sueño profundo, en el que la conciencia está muy limitada. Nuestros sentidos están embotados y hay muy poca cognición o percepción.
2.     En el libro, lo llama “onírico” y viene a ser, el estado de duermevela. Estamos un poco más despiertos y un poco más alertas que durante el sueño profundo.
3.     Vigilia. La actividad cerebral mensurable de este estado es muy diferente de la de los estados de sueño profundo y duermevela.
4.     Meditación. Este estado de conciencia se presenta cuando estamos absolutamente quietos y tranquilos y conseguimos acallar los pensamientos. Los niveles de cortisol y adrenalina descienden, el estrés se reduce, la presión sanguínea disminuye y las funciones inmunológicas se agudizan, las funciones cerebrales son distintas a las del estado de vigilia. En este estado podemos echar un vistazo al alma y podemos ver los inicios de la sincronicidad.
5.     Conciencia cósmica. En este estado el espíritu puede observar el cuerpo material. La conciencia va más allá de la vigilia del cuerpo y del atisbo del alma y tiene conocimiento cabal de tu lugar como parte del Espíritu infinito. Cuando esto ocurre hay una conciencia atenta y observadora, no sólo cuando duermes y sueñas, sino también cuando estás despierto. Tu conciencia es circunscrita y no circunscrita al mismo tiempo y de ahí el nombre de este estado, y es cuando empiezas a percibir la sincronicidad con toda su fuerza.
6.     Conciencia divina. Además de sentir la presencia del Espíritu en ti, empiezas a sentirlo en todos los seres, incluso en las almas y en las piedras y la fuerza que anima la vida se expresa en todos los objetos del Universo. Nos permite ver la presencia de Dios en todas las cosas e incluso comunicarnos con los animales y las plantas. Los grandes profetas y videntes y muchos santos, vivieron esta conciencia.
7.     Conciencia de unidad o iluminación. El espíritu del que percibe y el de lo percibido se funden y se convierten en uno. Vemos el mundo entero como una proyección de nuestro ser. El yo personal se transforma en el yo universal. El reino infinito de posibilidades está a nuestro alcance. Trascendemos la vida y trascendemos la muerte. Somos el espíritu que siempre fue y siempre será.

Hasta aquí la descripción de los siete estados de conciencia, que en el libro termina en la pág. 221. A continuación da unas normas, para “cambiar de estado”, mediante una serie de ejercicios, meditaciones, mantras y sutras, que constituyen la segunda parte del libro y que lógicamente, no tiene cabida en esta sencilla enumeración.
Como dije al principio, desde el estado de vigilia, que es en el que normalmente nos movemos, nos cabe solamente, y no es poco, estar atentos a las señales, que continuamente nos está dirigiendo la Providencia, con actitud serena y confiada. Hoy 19 de junio, que es el viernes del Corazón de Jesús, a esto nos invita y confiemos.