Enderezar el rumbo
Hola
Pedro:
Me
alegro que te haya servido el artículo.
Hace
unos años coincidí en un instituto del sur de Madrid, con un profesor a punto de jubilarse, y –como en esta profesión
nos pasamos más tiempo aprendiendo que enseñando- me enseñó cómo llegar a esos
maravillosos 60 años con ilusión. Tanta ilusión que se apuntó al viaje que
organicé con los chicos de segundo de ESO a un albergue durante tres días. Tú,
con ese “enderezar el rumbo” a falta de un trimestre y tu visión sobrenatural también
me has enseñado mucho.
Muchas
gracias y ¡felices pascuas!
Alfredo
No sé si os habéis dado cuenta, que la
nota inicial, que pongo en cursiva es un correo electrónico. En efecto, lo
recibí el 3 de abril de 2008, a menos de tres meses de completar mi vida
laboral, enviado por un profesor llamado Alfredo, que escribía en un “blog”,
titulado “profe de Natu”, al que le escribí y me contestó con el correo citado.
No lo conocí entonces, ni se nada de él ahora; pero deduzco, que ha sido un buen profesor, y si
sigue en activo, sigue siéndolo. Dios lo bendiga
Hay una frase del evangelio, que siempre
me ha llamado la atención y es: “Cuando pongas la mano en el arado, no eches la
vista atrás”. Que yo no cumplo. Pues me cuesta mucho dejar de mirar para atrás,
no hago más que encontrar papeles antiguos, apuntes, agendas, libretas,… y a
veces pienso saltar todo este lastre; pero no puedo… Esta mañana encontré una
agenda, en la que tengo apuntadas cosas y me disponía a tirarla al contenedor
de papel; pero me he encontrado con ese correo y me ha hecho reflexionar.
No sé cuál fue el correo que yo le
envié, para contestarme así; pero con ese título, parece como si fuera, la
ascensión de un cohete, que se ha desviado de su trayectoria. Es decir, como
una “ascensión”, que ha dejado de serlo, para ir por “otro camino a otro sitio
distinto”.
Después de más de once años, desde que recibí ese correo, han pasado
cosas, más buenas que malas, lo que quiere decir que no me he desviado
demasiado del rumbo marcado, sin embargo, no podemos sentirnos satisfechos nunca. “Yo soy el
camino, la Verdad y la Vida”, dice Jesús, “Nadie va al Padre sino es por mí” y
ahí está la corrección del rumbo.
Cómo habréis visto, si leéis este
sencillo "blog", en anteriores entradas, se insistía en responder a las
preguntas, “quien soy y a adonde me dirijo”, para lo cual “marcaba el rumbo”, con
los libros que he citado en anteriores entradas. Bien está y en eso sigo, sobre todo con el “Proceso de la Presencia”, haciendo
quince minutos de meditación por la mañana y otros tantos por la noche; pero
puede ocurrir, que eso mismo me desvíe del “Camino, la Verdad y la Vida”. Es necesario
vigilar y tener aceite en la lámpara y confiar en el Espíritu, que nos dice si
seguimos ese camino o hacemos como Jonás, del que hace poco me he ocupado. Y
curiosamente, en un libro, bastante raro, que tiene algún párrafo interesante;
pero que no acabo de entender bien, titulado “La desaparición del Universo”, leo en la página 161, “…tu mente debe estar entrenada para ser
dominada por los pensamientos del Espíritu Santo en lugar de los de tu ego.”
Y eso es corregir el rumbo. Creo que no debo seguir escribiendo; pues lo
estropearía, si sigo. Así es que aquí lo dejo.