Acto de las 7 palabras de Cristo en
la cruz
Organizado por la cofradía del Cristo del
Amor y de la Paz
Este
año, después de 41 años, no va a celebrarse el tradicional acto de las siete
palabras de Cristo en la Cruz, por motivos, que conocemos: la pandemia del
coronavirus.
Por ello, recordamos 3 palabras de 2018 y al final,
veremos un vídeo de las siete palabras del año pasado
15 Abril 2019 en la Iglesia de San
Juan de Sahagún en Salamanca
Tres palabras (2018)
Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen y perdónanos porque no sabemos lo que hacemos
Frase de la primera
palabra de 2018, en San Juan de Sahagún
Pienso que es también mi despedida
Frase final de la
sexta palabra de 2018
¡Padre, a tus manos
encomendamos sus vidas! Amén.
Frase final de la
séptima palabra de 2018, en san Juan de Sahagún
Sólo dispongo de estas tres palabras. La
primera, realizada por un servidor, que gracias a Dios, sigo “haciendo lo que
puedo”,
La segunda, aquí citada, que es la sexta, la
realizó el P. Antonio Vázquez , mercedario, que fue un gran profesor, en la
Universidad Pontificia de Salamanca, experto en Psicología de C. G. Jung, del
que he disfrutado su libro “Psicología de la personalidad en C. G. Jung”.
Lo he visitado alguna vez en su convento, la
última vez en Septiembre del año pasado; pero no me oía, por su sordera; pero
me hablaba a sus noventa y tantos años, de su esperanza en la resurrección. Fue
emocionante. La última noticia que tengo, me la ha dado el organizador de este
acto: Ángel Ferreira, que me dijo que lo había visto en febrero, con la misma
impresión que saqué yo.
La tercera, que es la séptima, la dio Fructuoso
Mangas Ramos, al que hemos perdido hace poco. ¿Quién en Salamanca no ha llorado
a Fructuoso?.
También, me dice Ferreira, que el año pasado,
Fructuoso Mangas, estuvo invitado; pero no pudo asistiro y que pensaba
participar este año; pero los designios de Dios, no son los nuestros.
Leamos las tres citadas
anteriormente de 2018. Lástima, que las otras cuatro, se hayan perdido:
1ª palabra:
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
Podría decir en una pequeña frase con una conjunción copulativa, apenas en un
minuto, lo que diré después.
Me explico: esta frase
es “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen y perdónanos porque no
sabemos lo que hacemos”
En efecto, cuando vemos
a Cristo clavado en la cruz, pronunciando esta palabra, lo primero que nos
viene a la cabeza, son los soldados romanos, que acaban de crucificarlo, luego
seguimos pensando en Pilatos, que firmó la sentencia, en Anás, Caifás, Herodes,
que presionaron a Pilatos, luego en los fariseos, escribas y maestros de la
ley, que prepararon el terreno, luego ampliamos a los crímenes perpetrados a lo
largo de la historia, incluso si han sido en “nombre de Dios”, seguimos con lo
que vemos a diario en los telediarios, a los yihadistas, narcotraficantes, a
quienes promueven guerras, bombardean ciudades. Pensamos en los terrorista, a
quienes promueven y practican el aborto, a los violadores y asesinos, a los
políticos y no políticos corruptos… podría seguir hasta agotar el tiempo y no
terminaría esta larga lista… y decir como Cristo en la Cruz “Padre perdónalos,
porque no saben lo que hacen”. La tentación es pensar, que son los “otros”, a
los que tiene que perdonar el Padre.
Hace poco recibí por correo
electrónico un testimonio del P. Jesuita José Mª González-Martos, confesor de
reclusas, durante más de cincuenta años. El testimonio es duro, aterrador, de
los crímenes perpetrados por alguna de ellas; pero este hombre santo, doctor en
psicoanálisis por la Universidad de París, afirma: “no me considero superior a
ellas”, e inmediatamente se acuerda uno de la mujer adúltera, cuando Jesús
afirma una de las frases más geniales de la historia: “El que esté libre de
pecado, que tire la primera piedra”.
En el año 60 ó 61, no
recuerdo bien, del siglo pasado, el cura de mi pueblo, nos
estaba dirigiendo el sermón de la festividad de la Virgen de los Dolores, en
Septiembre y entre los siete dolores que afligían a la Virgen, se
centró en la guerra. Recuerdo, aunque difusamente que hizo la
pregunta ¿Quién prepara la guerra? La respuesta la fue
dando, en los empresarios fraudulentos, explotadores, en los calumniadores,
mentirosos, en los novios que se despiden de una forma demasiado romántica,… La
lista era muy larga y el sermón no tenía desperdicio. No sabíamos entonces ni
sabemos ahora, lo que hacemos, incluso cuando nuestra acción parezca inícua, o
incluso buena a nuestro parecer. No podemos olvidarnos de San Pablo, cuando en
Rom 7, 19-25 afirma: (Copiamos del Nuevo Testamento de Senén Vidal)
“Porque no es el bien
que quiero, sino el mal que no quiero, lo que precisamente realizo.
Y si hago aquello que no
quiero, ya no soy yo el que lo realizo, sino el pecado que habita en mí.
En consecuencia,
descubro esta norma: que, queriendo hacer el bien, es el mal el que está a mi
alcance.
Pues sí apruebo con
agrado en mi hombre interior la norma de Dios. Pero descubro otra norma en mis
miembros que está en lucha contra la norma de mi mente, y me hace prisionero de
la norma del pecado, que está en mis miembros
¡Desgraciado de mí!
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”
La repuesta, la da el
mismo Pablo, en Rm 8, 1-2:
“Ya no hay ahora
ninguna condena para los que están en Cristo Jesús.
Pues la norma del Espíritu de la vida, en Cristo Jesús, te liberó de
la norma del pecado y de la muerte”.
Y esa es nuestra
condición. ¡Cuántas veces obramos así! Es lo que hemos llamado el pecado
original y dejando un poco el significado teológico del mismo, nos remitimos al
profesor Luis Cencillo, que afirma que el “pecado original” son las pulsiones
humanas y cito textualmente de la página 135 de su libro “Los riesgos de la
palabra”: “Es de fe que todos
los hombres, salvo una excepción producida por el Creador, como la de María y
de la humanidad de Jesús, nacen y crecen ya desajustados éticamente y con una
inclinación al desorden y al mal”
No sabemos lo que
hacemos y lo que es peor, no pocas veces, pensamos que estamos obrando el bien,
cuando en realidad, creemos que estamos en el buen camino, pero realidad
estamos obrando mal, aunque sea por omisión.
No me resisto a
citar otra vez a Cencillo, con la siguiente anécdota que aparece en el libro
mencionado anteriormente: Una señora muy inquieta le pregunta a un sacerdote
sobre el Vaticano II y este después de responderle con las enseñanzas de los
principales documentos del mismo, ella exclamó tranquilizada: ¡Ah, entonces
vamos a seguir salvándonos los de siempre!
Pero la frase de Jesús
“El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, también va dirigida a
“los de siempre”
No sabemos lo que
hacemos. No matamos, no robamos, “cumplimos” los mandamientos, vamos a misa, a
novenas, damos calderilla a Cáritas y al respecto, me viene a la memoria otra
anécdota: El año pasado me contó una buena mujer, a la que aprecio
sinceramente, porque es una buena persona, ella y su marido, que fue a
confesarse y el sacerdote le dio la absolución y cuando ya se levantaba, le
dijo: “padre, no me ha puesto la penitencia” y el sacerdote le dijo: “da lo que
puedas a los pobres” y ella intranquila pensaba, con buen criterio:
¿Y qué es lo que puedo dar?, desde 10 euros hasta mi pensión y más…
No pensamos lo que
hacemos cuando criticamos sin más ni más a los demás, cuando metemos cizaña,
cuando nos cruzamos por la calle y no reparamos en el pobre o en el mendigo que
nos pide una limosna y otra anécdota: El pasado 28 de enero, fiesta de Santo
Tomás de Aquino, estaba yo echando radio María y casualmente, justo en ese
momento, conectaron con un fraile dominico, que en su charla dio un interesante
testimonio, en el que decía que la mayor lección que había recibido fue la de
un joven que pedía limosna por las calles. Él le dio una limosna y
se paró a hablar con el joven, este más que la limosna, le agradeció que se
parara a escucharle y dedicarle un tiempo.
No sabemos lo que
hacemos. Podría seguir la lista agotando el tiempo que se me ha asignado,
enumerando lo que hacemos y no sabemos que nuestra acción no es trigo limpio.
Para terminar, voy a
leer otra cita, del libro del profesor Cencillo que mencioné al principio. Se
refiere al Génesis y está en la página 136:
“La desobediencia
pretenciosa y también insolente de quebrantar el tabú sobre el fruto
prohibido,… el homicidio primordial, la prevaricación angélica y la hybris
política de la torre “que llegue hasta el cielo” son cuatro versiones de un
mismo hecho social desconocido en sus particulares: la desobediencia rebelde e
insolente y ambiciosa del hombre contra Dios, que le quería amigo tratable y dócil.
La secuela más patente
de la caída original es el estado de la vida inconsciente. Así como María tuvo
una vida inconsciente totalmente clara y ordenada, nosotros en cambio tenemos y
somos un haz de impulsos parciales anárquicamente dispersos, que nos engañan y
tienden trampas continuas en forma de “objeto de deseo”, que siempre son o
libidinosos o agresivos, o posesivos o narcisistas o dominativos… de auto
afirmación insolente.
Por lo que a nosotros
respecta hemos de ir con los ojos lúcidos, iluminados por la fe, para
comprendernos”.
Aunque es de noche,
añado yo.
Acerquémonos a Jesús,
que nos invita a su encuentro: “Venid a mí, los que
estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré, porque mi yugo es llevadero y
mi carga suave”
Y cuando estemos junto a
Él, en la Eucaristía por ejemplo, digámosle humildemente, que ruegue al Padre
que nos perdone, porque no sabemos lo que hacemos.
Pedro Becerro Cereceda
Sexta palabra:
todo está cumplido
Fr.
Antonio Vázquez Fernández, O. de M.
1. Este año me ha tocado
en suerte la penúltima y Sexta palabra, que
me viene como anillo al dedo, por mi edad: “todo está cumplido” –consumatum est-. Permíteme que
comience esta mi meditación en voz alta,
diciéndoles que doy gracias al Señor y a quienes me han invitado, un año más a
poder hacerlo, que lo más seguro es que también sea esta aquí, mi última
palabra, en lugar de la penúltima.
2. Dicho esto, me pareció
que debería comenzar presentándola desde
la trilogía de Juan, el evangelista-teólogo, el cual –como es bien sabido-
prologa su Evangelio revelándonos que Jesús
es Él mismo la Palabra eterna del Padre, que se hace historia y palabra nuestra: actuando la Virgen María
como la “traductora” humana, al proporcionarle un cuerpo humando y enseñarle a hablar, como saben hacerlo
todas las madres del mundo, proporcionándole cariñosamente los tres códigos: fonético, semántico y gramatical. En este sentido
bien podríamos afirmar que en Jesús todo
es palabra significativa y personal del “corazón”, ya cuando habla, ya
cuando hace, de tal forma que siempre están de acuerdo su discurso y su
conducta. A esto es a lo que llamamos justamente la autenticidad o veracidad
personal de su sujeto, donde no hay trampa ni cartón.
3. Y es de notar que, en
relación con la 3ª palabra, que es en el texto de Juan la primera, comienza con
lo que se ha llamado el “testamento de Jesús en la Cruz”, dejándonos como Madre
a su propia Madre, la Virgen María, para que ella siga diciéndonos: “haced lo
que Él os diga”, como en las bodas de Caná. Pienso que no es casualidad que
Juan haya puesto este signo milagroso de Jesús, al comienzo mismo del E,
después del prólogo, haciéndolo coincidir con el momento final de Jesús en la
Cruz.
4. De este modo, el “todo
está cumplido o consumado”, representaría, a mi entender, la totalidad de su
mensaje divino, como Palabra del Padre, en caracteres humanos, que ha sido su
propia existencia histórica entre nosotros, esto es Él
mismo, en su dimensión humana, y haciéndose así su propia vida el modelo de identificación para quienes
hemos recibido el gran don de la Fe y deseamos seguirlo.
5. Es ahora, cuando
podemos ya preguntarnos cada uno de nosotros, ¿Cómo puedo yo “apropiarme” de
algún modo, esta sexta Palabra de Jesús en la Cruz, que me pueda ayudar a
seguirlo mejor no solamente estos días de Semana santa, sino también en el
resto de mi vida, teniendo en cuenta lo que el propio nos dijo: “nadie va al
Padre sino por Mi”? O estas otras palabras: ¿cómo podré yo decir, al final de
mis días, “gracias Señor, porque he tratado de ir construyendo mi existencia,
siguiendo tus huellas?
6. Se suele citar mucho lo
del poeta. “Caminante no hay camino: se hace camino al andar”, poniendo esto en
contraste con la palabra de Jesús: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”.
Pienso que podríamos armonizar ambas citas, si admitimos que las realidades
profundas son todas paradójicas, o
así se nos muestran a los humanos. ¿Hay algo más paradójico que nuestro Dios, uno y trino o Jesucristo
verdadero Dios y verdadero hombre? ¿Es que cada uno de nosotros,
hechos, según el Génesis, “a imagen de Dios”, ¿no somos también uno y
trino (como resultado de una madre, de un padre y de nuestra propia singularidad, no sólo
corporalmente, sino también a través de la educación)? El discurso de Jesús
está pleno de “paradojas”: el que guarda su vida la pierde y el que la está
perdiendo por los demás la está ganando”… la madurez cristiana es volver a
nacer haciéndose niño, para entrar en el Reino… no infantilmente, sino con
mucha madurez cristiana
Por tanto nuestro particular camino, con minúscula
HUMANO-DIVINO que vamos abriendo al andar de cada día, tiene que seguir EL
CAMINO, que es Jesús. ¡No hay contradicción!
7. Ya San Agustín comenta muy genial y
acertadamente: Jesús como palabra eterna
del Padre es Verdad y Vida nuestra y al tomar carne humana de la Virgen María se hizo
Camino. Pero podemos añadir, dentro
de EL CAMINO, con mayúscula hay multitud
de caminos que cada uno tiene que ir
“construyendo” trabajosamente, según
las capacidades
personales y Vocaciones dentro de la Iglesia.
Jesús le dedica varias parábolas, que hablan de “edificar”, además de
otras que ponen el énfasis en saber “negociar” y a la vez, simplemente “reconocer”,
“preferir”
o incluso simplemente “esperar”. Yo destacaría también el
saber VALORAR para saber RENUNCIAR a otras posibilidades y
valores (Parábola de Jesús de quien encuentra un TESORO de Gran Valor, va
y vende TODO para adquirirlo. Hasta
aquí una “mini-parábola”, que me parece preciosa para cuando se trata de DISCERNIR una Vocación cristiana, como
la vida religiosa, sacerdotal o matrimonial. Me refiero al que se
propone construir una torre…
Pero
de lo que no podemos prescindir todos es de dos valores fundamentales la Verdad al servicio del Amor.
VERDAD y AMOR son inseparables La VERDAD-del CORAZÓN…
En
resumen… “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su
hora, habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn 13 1…)
Jesús había dicho: el que quiera seguirme, que
se niegue a si-mismo, tome su cruz y me siga… Mi mandamiento nuevo es que os
améis como yo os he amado.
Y
termino “simplificando” todo lo anteriormente dicho: Se dice de Jesús, en los
Hechos de los Apóstoles: “Pasó haciendo el bien”- ¿Qué bello sería, hermanas y
hermanos, amigos este epitafio para cada uno de nosotros: María Luisa, María
del Mar,
María Ángeles,… Manuel, Ignacio, José
Manuel, Antonio… Emilio… sencillamente “pasó por el mundo haciendo el bien”?.
Gracias por haberme soportado. Pienso que es también mi despedida.
Fr. Antonio Vázquez
Fernández, O. de M
7ª palabra: Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu
¿Cómo podía ser noche cerrada,
si eran las tres de la tarde de un día de sol
cegador?
¿Cómo era posible tanta sombra y tan alargada
de aquel mudo ciprés de muerte erguido en su
corazón?
¿Cómo pudo crecer tanto la soledad por dentro,
hasta el punto de no ver siquiera ni la sombra
del Padre?
¿Y sus manos? ¿Y las manos del Padre?
¿No las había sentido mil veces,
cálidas, grandes, tiernas y abiertas,
cada día de su vida?
¿Dónde estaban ahora las manos del Padre?
Sin duda alguna, a pesar de todo,
a pesar de la noche,
a pesar de las sombras,
a pesar de la soledad,
a pesar de la nada,
sin duda alguna...
allí al lado,
alrededor,
abarcándolo todo,
rodeándole la vida,
protegiéndole en la muerte,
afirmando el futuro...
estaban sin duda alguna
las grandes y seguras manos del Padre.
Por eso arrancando un golpe de aliento,
empujando hacia arriba su raíz de hijo fiel,
reuniendo todos los recuerdos y promesas,
apretando en siete palabras toda su oración...
exclamó como un grito:
¡PADRE, A TUS
MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU…
Una sombra espesa e
interminable le tapó la garganta
sin avisar y con violencia
y se le vinieron a la boca los amargos ácidos
de todas las cruces de la tierra.
Resbalaron lentamente por su barbilla
las heces de todas las injusticias,
goteaban desde sus labios los dolores y soledades
de cuantos sufren sin defensa ni sentido.
Le ahogaban los borbotones de todas las gentes
sin profeta ni palabra, sin pan ni redención…
Tragó lo que pudo, soportó el asco,
se le conmovieron los sentidos
y sintió sus entrañas revueltas…
y repasando nombres, rostros y apellidos… gritó:
- ¡Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu!
Padre,
en tus manos dejo mi alma…
Y con estas siete palabras en los labios
y en el borde mismo del corazón,
expiró……………….
Eran las tres de la tarde.
Y sobrevino una sombra profunda sobre la faz de
la tierra.
Y, aunque sigue siendo de noche,
despunta por oriente la aurora… Y será la Pascua.
· Éste es el primer Acto. Es el Acto 1º.Y
luego vendrán los 2ºs ACTOS:
2º Acto: Es Sangare a las tres de la
tarde, que después de seis meses de camino de la
cruz por Senegal, Mauritania y Marruecos llega a Ceuta y tras la valla
de todas las esperanzas dice: Padre a tus manos
encomiendo mi suerte
2º Acto: Es Olián que casi ha olvidado de dónde
viene porque lleva cuatro años de desierto y de muerte y por fin llega a las
costas de Libia mirando con ansia a Lampedusa y dice en voz baja porque es
creyente y cristiana: Padre en tus manos pongo
mi vida.
2º Acto: Es María del Remedio, llena de hijos y
de opresiones, cargada de prejuicios suyos y de los demás; además es de raza
gitana y ya no sabe qué hay que hacer para poder sacar adelante a todos con
alguna dignidad, si no es tirándose a la droga. Y aguanta, cada día con rabia y
silencio y como es aleluya y de la Iglesia de Filadelfia y cree en el Señor
Dios, por eso dice alguna vez cuando cierra el día: Padre, a tus manos
encomiendo todo este desastre.
2º Acto: Es Carlos Alberto que lleva seis días
sin bajarse del techo del tren llamado la Bestia que transporta más mal que
bien a miles de emigrantes y fugitivos del hambre a través de Méjico hasta la
frontera de Estados Unidos. No sabe si espera algo y recordando su casa en El
Salvador y doliéndose de su mucha y larga miseria se revuelve y dice por lo
bajo: A ti
Padre, pues, te dejo lo que me venga.
Y así miles y millones de personas por todo el
mundo presentando los 2ºs actos de la Pasión del Señor y repitiendo su séptima
palabra.
Con ellos, abrazándolos con bastante dolor y
mucha pasión, decimos:
¡Padre, a tus manos encomendamos sus vidas! Amén.
Fructuoso Mangas Ramos
Y ahora, tenemos la suerte de disponer en YouTube del
vídeo completo del acto de las siete palabras del año pasado. Puedes verlo aquí