Otro mundo es posible
Hay
que ser conscientes del riesgo de corromper la espiritualidad y convertirla en
una herramienta al servicio de la egolatría. En ocasiones, la meditación, la introspección
o la contemplación son un ejercicio de concentración narcisista o una
oportunidad para desarrollar destrezas mentales.
Josep
Otón Catalán en Interioridad y espiritualidad, Ed. Sal Terrae Pág. 41
Decían en mi pueblo,
cuando hablaban de una persona corta de miras la expresión: “ese, o esa, sólo
ha visto el mundo por un agujero”. También a veces decimos “ese o esa, tiene
orejeras. Va por la vida como las mulas”; pero lo triste es que hoy no es una
persona, ni dos, es la sociedad entera, que está anestesiada. La información es
unidireccional. Los líderes políticos están cortados por el mismo patrón: “los
mismos perros, con distintos collares”, que diría Unamuno. El cambio climático
nos amenaza; pero seguimos usando bolsas de plásticos, automóviles para ir “a
mear”, paramos los coches para hablar con el móvil, si no cometemos el acto
criminal de usarlo en marcha y tenemos el motor encendido mientras tanto,… La
interioridad, como dice la cita del principio, la utilizamos para nuestro “desarrollo
personal”, de una forma narcisista, de ahí el auge de libros de autoayuda,
Mindfulnees, yoga, Taichí, etc… Yodo esto y mucho más nos señala Joan Antoni Melé en el vídeo que puede
verse en YouTube y que luego os daré el enlace, porque antes quiero ofreceros
un párrafo del libro de Josep:
Dentro del capítulo 3, del
libro Interioridad y espiritualidad, Josep
Otón Catalán, en la página 33 está el apartado titulado Una interioridad profética, que
transcribo a continuación:
“Como pasa con la cocina, no es saludable
todo lo que se nos ofrece. Aunque haya que comer de todo, no siempre todo nos
conviene. Un amplio abanico de ofertas de todo tipo se nos presenta como un
surtido de caminos para encontrar la paz interior. Ahora bien, también podemos
confundir esa búsqueda con un deseo de confort, de sentirse bien por dentro.
Entonces cuidar la interioridad puede convertirse en una manera de adormecer la
conciencia, una modalidad de culto narcisista.
En cambio la interioridad cristiana
tiene vocación profética. Es inconformista, contestataria e, incluso,
subversiva. Es una invitación a adentrase en uno mismo, no con una actitud auto
condescendiente, sino con la clara voluntad de madurar y de cambiar un mundo
injusto.
No incita a explorar los recovecos de
nuestro psiquismo guiados por la curiosidad y la autocomplacencia. La fe
cristiana nos envía a iluminar los entresijos del mundo interior para
transformarnos, para ser mejores, para desinstalarnos de nuestros egoísmos inmaduros
y asumir una personalidad más equilibrada, libre de la tiranía de los caprichos
infantiles. La interioridad cristiana rechaza encerrarse en sí misma y se abre
al encuentro con el otro.
Durante siglos, la espiritualidad
cristiana ha aportado ejercicios para cultivar la interioridad. Trabajarla
significa tener el coraje de construir la propia identidad, asumiendo nuestra
historia y dejando atrás los sesgos egoístas herederos de un infantilismo no
superado.
El cristianismo nos invita a entrar en
nuestro interior para salir de nosotros mismos. Parece una contradicción, pero
en realidad es una paradoja. Descubriendo quienes somos, podremos crecer como personas
y, desde esta madurez, relacionarnos con los demás asumiendo, de manera
particular, la responsabilidad de atender a quien padece situaciones de dolor”
Mientras escribo, esto, me
he dado cuenta que el marca páginas del libro es una estampa de Jesús, con las
letras: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Y no puedo dejar de acordarme de
Mt 25: "Lo que hagáis a unos de estos, pobres, marginados, enfermos… a mí me lo
hacéis” ¿Qué estamos haciendo, o dejando de hacer?
Ahora paso a ofrecer el
enlace para escuchar la conferencia. Me llama la atención que este vídeo fue
publicado el 10 de julio de 2016 y sólo tiene poco más de 36000
visualizaciones, cuando muchas chorradas, al siguiente día tienen más de un
millón. Esto también es otro signo de la incoherencia de los tiempos.