viernes, 1 de diciembre de 2023

 A muchos nos pasa como a Cleofás y su amigo

Dicen que la gran enfermedad de este mundo es la falta de fe o, ... la crisis moral por la que atravesamos. Yo no lo creo: Me temo que lo que está agonizante es la esperanza, el redescubrimiento de las infinitas zonas luminosas que hay en las gentes y cosas que nos rodean. J:L: Martín Descalzo



La cita anterior la he encontrado en el último libro del carmelita P. Eusebio Gómez Navarro, titulado "Se les abrieron los ojos", en el que en la página siguiente, escribe un breve capítulo sobre los discípulos de Emaús.

Reflexionando un poco, me identifico claramente con Cleofás, cuando desanimados él y su amigo salieron de Jerusalén, camino de Emaús. En efecto, por todas partes vemos signos que nos dicen que a Jesús lo han vuelto a crucificar, incluso desde dentro de la glesia. No quiero entrar en detalles. Incluso por rezar te detiene la policia. Con este desánimo salimos de nuestra seguridad y nos dirigimos como "tontines", como decía el añorado Fructuoso Mangas, a no sabemos donde, Internet, tetulias televisivas, noticias apañadas, según convenga al poder... llenos de deseperanza, como apunta Martín Descalzo en la cita inicial.

Y como dice Gómez Navarro: a los discípulos de Emaús, "El escándalo de la cruz les había apagado la luz de la esperanza. Viniendo hasta ellos, Jesús se puso a su alcance, a su altura, tomándose la iniciativa de hablarles.

Definitivamente el modo como Jesús sostenía el pan, lo bendecía, partía y lo repartía era especial, diferente y además distintivo y mirándole hacer sintieron la alegría del ciego que de pronto recupera la visión porque al fin le reconocieron: ¡Cómo podía ser posible que no lo hubiesen reconocido antes! Aquel era Jesús, el mismo Jesús amigo que desde hacía tiempo habían dejado enterrado en la tumba de José de Arimatea..."

Podedemos pensar ¡Ójala lo veamos, como ellos en el camino!; pero no nos damos cuenta que va con nosotros,  como dice el salmo "Anque caminemos por caminos tenebrosos su vara y su cayado nos sotienen!" y como escribe el P. Eusebo unas líneas más adelante "La esperanza de quien sigue a Jesús se caracteriza por la confianza en que sus promesas se cumplirán... siempre repetuoso con nuestra libertad, no dejará de acudir a quien desfallece. Siempre tendremos la opción de serle leales o no, pero hará todo lo posible para que no perdamos la esperanza".

Animados por esta confianza, sentémonos a la mesa de la Eucaristía con Él y seguro que lo reconocemos y le diremos, como ellos, !Señor, quédate, la tarde está cayendo y oscurece. Y Él, que no se ha ido, permanecerá con nosotros