domingo, 29 de septiembre de 2019


Esperando una nueva inspiración

Buenas noches: He estado escribiendo mis
  vivencias de la festividad que acabamos de celebrar:
 Pentecostés, aunque no hay que olvidar que
 nuestra vida es un Pentecostés continuo.
Lo he puesto en mi blog, cuya dirección os mando.
Gracias
(El enlace está borrado, pues la página ya no existe)
Correo electrónico, enviado por mi, el 6 de junio de 2014


Mientras encuentro algo, con que salir del punto muerto, en que estoy, desde la última entrada, aprovecho para enviaros, este artículo, publicado en un blog que tenía yo en, “La  Coctelera” y que desapareció y por desgracia no pude recuperar nada. Menos mal, que tenía casi todo lo publicado en Word. 
Esta mañana he encontrado este artículo, en un antiguo correo electrónico, que reproduzco en la cita inicial y quiero compartirlo, y como apunto en ella, confiando en el Espíritu Santo, que es la fuente de toda inspiración.
Este es el artículo:
El Trono de la Gracia

Suelo escribir cuando leo, notas a lápiz, en hojas desechables, escritas por una parte casi siempre. Para mi desperdiciar el papel es como desperdiciar el pan. Esas hojas quedan metidas en libros, o encima de la mesa y lo normal es que a veces las encuentre, las  lea y las rompa; pero a veces me he llevado sorpresas, como esta: andaba yo intentando ordenar un poco papeles, libros… es decir procurando disminuir la entropía de mi “leonera” y me sentía abrumado, incapaz de llegar a un mínimo orden y en esto me encuentro con una de estas hojas, en la que estaba escrita esta cita “Acercaos con confianza al Trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar la gracia de un socorro oportuno”. Hice una pausa al leerlo y quise acercarme a tal Trono, intuyendo que sería Jesús, pues Él dijo “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados” o tal vez la Virgen María, pues, le cantamos “La Madre de la gracia… “en el himno de la Peña de Francia, o tal vez el Espíritu Santo, paráclito, consolador… ¡Que se yo! No sé en realidad a que se refería el autor de la desconocida cita, al hablar del Trono de la gracia; pero no importa…  Me acerqué, deje el desorden en sus manos y poco a poco se está produciendo un moderado orden en mi cuarto. Yo lo sentí y lo siento y motivos tengo para saber que en realidad, acercándonos a Él, se obtiene el consuelo. No hay palabras para explicarlo.
Hoy Pentecostés, he estado en la misa, que presidida por Pablo Lamamie hemos celebrado en el grupo carismático de la parroquia de S. Pablo. Esto también ha sido, otro regalo de Espíritu, pues Pablo fue compañero mío en el Instituto “Fernando de Rojas” y además párroco de La Alberca con Poli.  Dos horas de gozo contínuo, de alegría, de alabanza… ¡Quiero llenar tu trono de alabanza…! Invocamos al Espíritu Santo al principio con la hermosa canción:

¡Oh, oh, oh!, hay que nacer del agua.
¡Oh, oh, oh!, hay que nacer del Espíritu de Dios.
¡Oh, oh, oh! hay que nacer del agua.
y del Espíritu de Dios, hay que nacer del Señor.

Se han producido significativas sincronicidades, por ejemplo, y esta es muy sencilla.  Poniéndole a los chicos de la ESO este problema: ¿Cuál es la probabilidad de que dos personas de un grupo de cuarenta coincidan al ir a comulgar? La respuesta es de una vez en 780, pues bien al ir a comulgar coincidimos una compañera que estuvo conmigo en el Instituto y yo. Y más cosas: al llegar me encontré con otra compañera del grupo que había sido “comadrina” mía en el bautizo de un niño subsahariano. Yo me acordaba del bautizo y de mi  pesar por haber perdido la pista de ese niño; pero no me acordaba de la “comadrina”. Según nos decía al P. dominico que nos daba derecho canónico en la Escuela de Teología de San Esteban, hay que buscar a los ahijados por el bautismo y si es necesario ir a África. Esto es muy fuerte y yo tenía ese pesar; pero ahora ese pesar es compartido, pues mi “comadrina”, también lo va a buscar… Ha habido también sanaciones casi milagrosas y mucha acción de gracias…
Para finalizar, no me pregunten qué es eso del Trono de la gracia, que aunque lo sé; no puedo explicarlo. Para acercarnos, podemos decir, entre otras cosas “Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo… “




miércoles, 25 de septiembre de 2019


Buscando el rostro del Señor (y 4)

«Mi corazón dice: Yo busco tu rostro, Señor, no me ocultes tu rostro».
Sal 27, 8-9

Si miro al cielo o miro al mar, si observo en mi interior,
si atento estoy y se escuchar podré sentir tu voz.

Anoche, me desperté a eso de las tres de la mañana y como no me dormía estuve escuchando una charla en la que se hablaba de las delicias de la consolación, cuando estamos “entusiasmados”, es decir llenos de Dios; pero también se hablaba de la desolación, cuando somos incapaces de rezar y si lo hacemos es como si escucháramos nuestra oración en un mal “casette” Hoy, quiero reflexionar sobre este binomio consolación-desolación, porque me he dado cuenta que lo que persigo con esta serie de entradas, es la consolación, dejando de lado la desolación y tal vez el enfoque esté equivocado.
He pensado en que encontraremos a Dios, haciendo meditación, pues entraremos en el “debir”, en el santuario interior, en la Presencia, en la consciencia plena, como si Dios sólo estuviera allí; pero como dice la canción, “si estoy atento y se escuchar podré sentir su voz”. Mi experiencia es que a pesar de sequedades, crisis, desolaciones, el Señor me acompaña y voy a señalar un pequeño ejemplo: Cuando escribo me gusta tener un lápiz y un papel, en donde  voy apuntado frases, ideas, que saco de las lecturas, pues bien, de la lectura del libro de Jon Kabat-Zinn tengo apuntadas como el deseo de llegar a lo profundo del ser, dominar el ego, evitar los ataques de ira, saber lo que realmente me conviene, etc… Cosas, que son efectos, y para ello es mejor ir a las causas y para ir a las causas, según el Proceso de la Presencia, hay que ir al subconsciente y por tanto, entre otras cosas, poner atención en los sueños. Así lo he hecho y  en alguno de ellos, se ha visto, la dificultad de que a veces no estamos en condiciones de controlar los efectos. Me explico; en un sueño salía conduciendo; pero el parabrisas estaba tan sucio, que no veía casi nada y en otro, al salir otro coche bloqueaba la salida, en otro sueño bajaba al hospital y me seguían unos perros; pero que no me hacían daño, sólo asustaban, llegando a un castillo, que yo no conocía y no salí de allí, pues creo que me desperté.
Pero lo que quería resaltar, es que en otro libro que encontré, me hacían las mismas propuestas que el de Atención plena en la vida cotidiana: ¿En dónde estoy y a donde me dirijo? La repuesta, es lógicamente la del salmista: “Salir de la trampa, que me han tendido mis enemigos” y conste que yo mismo puedo ser mi enemigo y para “remachar el clavo”, en una carpeta de “papeles abandonados”, aparece un folio con un escrito de Dolores Alexandre, publicado en "alandar" el martes 1 de febrero de 2011, en la que recomienda, llevar un cuaderno de vida. Es un escrito hermoso, que viene a confirmar lo que estoy sintiendo, y ahí está la sincronicidad, la mano del Señor, puesto que  yo en cierto modo estoy utilizando el cuaderno de vida a mi modo, aunque si queréis llamarlo así, de una forma chapucera Y por eso debería titular estas entradas de otra manera.
Y ya que me he metido con el subconsciente y los sueños os cuento el último: una mañana me desperté con el sueño en el que estaba dando clase y le proponía a los alumnos, el siguiente ejercicio: conocidos el perímetro y el área de un polígono regular, calcular el número de lados. Me he puesto a resolverlo y he llegado a la conclusión que es sumamente difícil, si no imposible  ya que la relación entre el área y el perímetro de un polígono, no depende solamente del número de lados, sino también de la tangente del ángulo 180/n, siendo n el número de lados.
El número de lados, por tanto es lo fundamental, para determinar el perímetro y el área, lo mismo que nuestra disposición en la vida, que puede ir del triángulo, el tres, el Dios trinitario, al Dios abstracto, la circunferencia. Con esta confianza vivamos la vida, sabiendo que Él nos acompaña, si queremos trabajar nuestro interior, buscando el “debir”, y podremos aumentar el número de lados, con la esperanza de llegar al infinito
En próximas entradas os cuento más; pero con otro título

martes, 24 de septiembre de 2019


Buscando el rostro del Señor (3)

Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: « ¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo escucha.»
1 Sa3,10

Hoy, quiero reflexionar sobre esta hermosa palabra del libro primero de Samuel. No sé hasta qué punto lograré relacionarlo, con la lectura de los tres libros mencionados en las anteriores entradas; pero una cosa es clara, nuestras quimeras, nuestros “dramas” y nuestro ego y nuestra mente racional, nos impiden escuchar la voz del Señor. Hace poco escuchaba esta frase, no recuerdo donde: “Cuando rezamos, no escuchamos a Dios, sino que le pedimos con insistencia que Él nos escuche a nosotros”. Así no cambiamos y nos movemos por la vida, como “tontines”, como “vinilos rayados”, si recordamos la época de los tocadiscos. Hace poco acabo de leer, en el libro El Proceso de la Presencia”, pág. 125: “Durante el proceso, puede que tengamos momentos en los que experimentemos niveles de intensa resistencia ante lo que nos está sucediendo. Es normal que ocurra esto cuando comienzan a salir a la superficie problemas profundamente inconscientes” Por ello es más cómodo, seguir con nuestra rutina, pedirle a Dios, que se cumpla su voluntad; pero que coincida con la nuestra. Necesitamos sencillez en nuestra vida, cosa que es sumamente difícil en nuestra sociedad aparentemente opulenta y digo aparentemente, porque las miserias, no las vemos o no las queremos ver. Y me ha venido a la memoria, una sincronicidad, que me ha ocurrido hace poco: iba yo con dos bolsas de libros, a ver si me las cogían en un centro, en donde te pagan20 céntimos de euro, por cada libro; pero eran libros antiguos y de poca calidad, que me estaban estorbando y mi temor era que no me los cogieran, no por los céntimos, que me dieran, porque no darían ni para tomar un café; sino porque me resisto a tirarlos, ya que tampoco los iban a querer probablemente en una biblioteca pública. Pues bien, me encontré con un amigo, que venía del hospital, con una señora extranjera y al verme con la bolsa de libros, me pregunto, que a donde iba, yo se lo conté y la señora me dijo que su hermana se dedica en Madrid a vender libros viejos, que los coge …de los basureros¡¡¡ yo le di las bolsas y me fui un poco más feliz por no haber tirado los libros; pero un poco más triste, por ver la realidad de cómo está la sociedad.
Y ahora para terminar voy a escribir unas notas, que tengo escritas a lápiz en una cuartilla, que me gusta tener a mano, cuando leo algún libro y están inspiradas en el del libro de Jon Kabat-Zinn, págs. 82, 83 y 85, en el apartado “Sencillez voluntaria”, no lo dice textualmente. Sólo me he inspirado en esas páginas: “Simplifica, no acumules, no compres por comprar, tira, deshecha, no regales lo que te estorba, pues si piensas un poco estás utilizando a esa persona a la que le regalas lo que te sobra, como “un cubo de basura”. Si realmente quieres regalar algo. Piensa en esa persona, no pienses en ti”.
En definitiva, vaciar nuestro corazón; para llenarlo con lo que el Señor nos mande. No hagamos como Jonás, que se fue a la Costa del Sol, en lugar de ir a predicar a Nínive
En próximas entradas os cuento más


lunes, 23 de septiembre de 2019


Buscando el rostro del Señor (2)

Ven Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Inicio de la secuencia de Pentecostés


De los tres libros, que mencioné ayer,  el del Dr. Mario Alonso Puig, explica bastante bien y no se hace aburrido, ni pesado el funcionamiento del cerebro y no sólo el cerebro, pues hace unas revelaciones, que en principio no te las imaginas, como que el sistema digestivo, actúa como “un cerebro menor”, pues tiene no sé cuántos millones de neuronas; pero a lo que iba: cita a gente sabia, como el Dr. Richard Davidson, Jon kabat-Zinn, a la doctora Sarah Lazar, del Hospital General de Massachusetts, perteneciente a la universidad de Harvard, que ha observado múltiples efectos de la atención plena (el libro dice la horrorosa palabra, que empieza por “mind.”) y entre esos efectos “se ha visto una aumento del grosor del hipocampo en personas que lo han practicado durante aproximadamente media hora al día a lo largo de ocho semanas. El hipocampo es una estructura doble situada a la altura de las orejas, y que es esencial en la memoria, el aprendizaje y el control del estrés” Pág. 159
Y ahora yo reflexiono: la vida que llevamos, es propicia a que el corazón, la mente y los sentidos, estén llenos y aturdidos con el ruido exterior, de los medios de desinformación, de nuestras avaricias, de nuestros temores, de tantas “interferencias” que no nos dejen conectar con la “emisora del cielo”, de modo que su “frecuencia” no llegue al receptor, que tal vez sea el hipocampo. Es un decir, y no podemos sentir ni escuchar al Espíritu Santo. Los “dramas” a los que me refería ayer, nos impiden vaciar el corazón y llenarlo de la plenitud del Espíritu. No nos damos cuenta que nuestros logros, aunque me den laureles, son todos pasajeros y que no somos dignos de nada, aunque paradójicamente somos dignos de todo; pero no por nuestros méritos, sino por ser “templos vivos de Espíritu Santo” Y esto es lo que hace la atención plena, que nos invita a estar presente, estar despiertos, en todo momento, pase lo que pase, como muy bien nos indica Jon Kabat-Zinn en las páginas 80 y 81 del libro citado en la entrada de ayer:
Intente reconocer si se enfrenta a los obstáculos con dureza y de qué modo. Experimente con el hecho de ser suave cuando su impulso sea ser duro; con ser generoso cuando su impulso sea retener; con abrirse cuando su impulso sea cerrarse en sí mismo o desconectar emocionalmente. Cuando sienta dolor o tristeza, intente estar presente. Permítase sentir lo que sea que esté sintiendo. Note cualquier etiqueta que pueda poner al hecho de llorar o de sentirse vulnerable. Suelte toda etiqueta. Simplemente sienta lo que está sintiendo, cultivando la conciencia momento a momento y cabalgando las olas de arriba y abajo, de débil y fuerte, hasta que vea que todas ellas son inadecuadas para describir plenamente su experiencia. Permanezca con la experiencia en sí. Confíe en su fuerza más profunda: estar presente, estar despierto Las negritas de la última frase las he puesto yo.
En próximas entradas os cuento más

domingo, 22 de septiembre de 2019


Buscando el rostro del Señor (1)

Ten confianza en el Señor y obra el bien,
Vive en la tierra y crece en paz,
Ten tus delicias en el Señor
Y te dará lo que pida tu corazón
Salmo 37 3-4



Ando yo estos día, dedicando una o dos horas a un trabajo de “entrenamiento” sobre el modo de vivir, acorde con la Sabiduría y me valgo de rezar, los laudes por la mañana en numerosos vídeos que hay en YouTube  y las completas por la noche. También escucho conferencias de gente sabia, como el Dr. Mario Alonso Puig, que os lo recomiendo; pero sobre todo estoy “trabajando”, que no leyendo, tres libros a cual más interesante. El primero es el “Proceso de la Presencia “, de Michael Brown, el segundo “Atención plena (el título en realidad es Mindfulness; pero esa palabra me resulta horrorosa y la evito)  en la vida cotidiana”, de Jon Kabat-Zinn y el tercero es “Tomate un respiro, Atención plena (lo mismo que antes, el título empieza con la horrorosa palabra) El arte de mantener la calma en medio de la tempestad “ de Mario Alonso Puig...
La tesis del libro de Michael Brown, es atacar a las causas de nuestro comportamiento y no a los efectos. La mayoría de nosotros, somos conscientes, de nuestros fallos, aunque por desgracia no pocas veces, nos fijamos más en la paja del ojo ajeno, ignorando la viga que tenemos en el nuestro. No hay más que mirar a la sociedad, a la política y a nuestro entorno de amigos y familiares. Nos gusta ir por autopista y si puede ser “cuesta abajo y sin frenos”; pero a nadie nos gusta subir por la “empinada senda” y pasar por la “puerta estrecha”. Buscamos soluciones fáciles y rápidas, leyendo todos los libros de “autoayuda” y de autores que están de moda. A veces cuando estamos charlando con alguien comentamos a un autor o autora, experto en estos temas y enseguida tomamos nota, para comprar sus libros o escuchar alguna conferencia en YouTube; pero creo que esto no es efectivo. Es preferible, centrarse en uno de estos autores y “trabajar”, que no leer sus libros. A esto el autor del libro el  Proceso de la Presencia”, lo lama “drama” y tomo nota de la página 76 del citado libro: “Esta manera de actuar, de ir de aquí para allá y no llegar a ninguna parte, es la clase de movimiento que el mundo exterior respalda con insistencia como medio de resolver  cualquier insatisfacción que tengamos… en nuestra experiencia vital. En el Proceso de la presencia contemplamos este tipo de movimiento externo improductivo como una agitación, si bien un término más adecuado para la agitación puede ser el de drama… actividad inútil e improductiva; pero el drama no se refiere exclusivamente a una moción física externa improductiva, sino que también hace referencia a las actividades mentales y emocionales improductivas de nuestra experiencia vital.
Uno de los objetivos del Proceso de la Presencia es… activando el movimiento interno mediante la liberación suave y consciente de las emociones que tenemos bloqueadas” Como apuntaba antes, este proceso, no actúa sobre los efectos, cosa que hacen muchas formas de crecimiento interior, sino sobre las causas.
Es un proceso lento, complejo, que requiere disciplina; pero que yo creo que  dará resultados. Hace unos 5 ó 6 años, comencé a leer este libro; pero no a trabajarlo y lógicamente abandoné, hace poco lo he vuelto a retomar. Voy por la página 130; pero falta mucho, no sólo hasta la página final, más de 400, sino del proceso, que hay que hacer, más allá de la lectura.
En próximas entradas os cuento más

jueves, 19 de septiembre de 2019


Dios brilla por su ausencia
¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu,
A donde de tu rostro podré huir?
Si hasta los cielos subo, allí estás tú,
Si en el seol me acuesto, allí te encuentras
Salmo 139 (138) 7-8

La experiencia de Dios, nos acompaña siempre, incluso en la desesperación. La ausencia de Dios hace referencia a una percepción que puede ser personal o de las circunstancias. Se vive como si Dios no existiera, que es el proceso que se caracteriza en el nihilismo.
El resultado puede ser que nuestra forma de creer, más que una gozosa afirmación de Dios, sea preguntarnos, como en el salmo 90: ¿Por qué me ocultas tu rostro? ¿Dónde están tus bondades?
Podemos, buscar su presencia en la ausencia, ya que hoy es difícil creer por pura rutina, pues nos faltan apoyos culturales para una fe normalizada. Es una verdadera prueba vivir la fe. Una búsqueda en la noche; pero no sin luz, como San Juan de la Cruz:Sin otra luz y guía  sino la que en el corazón ardía”, o como apunta J. BaruzziLa ausencia esconde una presencia misteriosa
Todo esto nos remite al fundamento de la religión, capaz de aguantar y fundamentar lo más audaz, asentándolo firmemente y que “se presenta con una confianza incondicional después del fracaso de todas las explicaciones teológicas”, según apunta J. Lois
¿Qué significa por tanto la búsqueda de Dios? No hay que desviarse de la vida para buscarlo, pues está en todo. “Buscar a Dios es llevarlo en el corazón, como la aspiración que guía nuestro camino”, según, M. Buber
Los presupuestos, momentos y rasgos de su búsqueda podemos resumirlos en estos puntos:
·        Tomar conciencia de su ausencia
·        Purificar nuestra fe
·        Buscarlo en la propia interioridad
·        Buscarlo, porque previamente hemos sido encontrados por Él
·        Buscarlo es desearlo.



Concluyo, afirmando, que las notas aquí expuestas, no se me han ocurrido a mí, sino que es el resumen de algún capítulo, de algún libro que he leído. Me gusta tomar notas de lo que leo y es lo que ha ocurrido. Las notas las he encontrado en la mitad inferior, de una página de cuaderno, un trozo de papel, que estaba desechando, junto con otros para tirar a la papelera. No es la primera vez que me encuentro trozos de hojas, con un buen contenido escrito, antes de desecharlas. No sé de qué libro se trata, ni cuál es el autor. Estoy pensando en alguno; pero prefiero no arriesgarme. En cualquier caso, pensemos que el Espíritu Santo, me ha brindado esta hoja y que he podido compartirla, con quien quiera leer este sencillo escrito. Yo por mi parte, como creyente en la Presencia real de Cristo en la Eucaristía, entono el “Adorote devote latens Deitas”, Te adoro con devoción Divinidad oculta, en el Pan y en el Vino; pero si no crees en el Misterio Eucarístico, puedes también entonar el mismo cántico, aquí y ahora. pensando que Dios está en la flor, en el canto de un niño,… o en los planetas y galaxias....
¡Gloria tibi Domine!

miércoles, 4 de septiembre de 2019


Atención plena

A lo largo el día intente ver si puede percibir el esplendor del momento presente en todo momento, tanto en los momentos ordinarios, como en los regulares, como incluso, en los difíciles.
Jon Kabat-Zinnn en “Mindfulness” en la vida cotidiana, pág. 63



El 21 de agosto de este mismo año, a las 8.45 h. leía yo la cita que he puesto al principio y escribía mis sensaciones: “Intento percibir el esplendor del momento presente ahora hace que me fije, primero  en que no tiene demasiado de esplendor, ya que siento sensación de frío exterior, aunque yo no tengo frío. Oigo el ruido del microondas en la cocina y estoy preocupado por lo que tengo que hacer a lo largo de la mañana. Alguien de la familia se marcha hoy… Sin embargo miro al exterior por la ventana e intuyo el esplendor al ver las nubes y me preocupa que dentro de un rato, todo haya cambiado y desaparezcan. En este instante saco una foto de la vista del cielo desde la ventana y me limito simplemente a ser, sin propósito alguno”. Así permanecí un buen rato y a las 13.30 h. escribo: “La mañana ha discurrido bien, las cosas han ido fluyendo con naturalidad. Claro que lo que se ha hecho ha sido hasta cierto punto agradable
Creo que ese fue un día  en los que “casi” se alcanzó la felicidad por mi parte, gracias a la atención plena. Intentaré evitar el vocablo que da título al libro de la cita inicial. Y así algunas mañanas he dedicado unos minutos a esta tarea ayudado por este libro y alguno más que citaré.
El 22 de agosto, la página 64, la dedica a la paciencia y acabo, como no, recordando a Santa teresa: “La paciencia todo lo alcanza
Al día siguiente el apartado del libro señala soltar y copio: “Es necesario que los miedos y las inseguridades se manifiesten y se desvanezcan, en el ámbito de la conciencia plena”, pues nos aferramos a esperanzas y deseos basados en el interés personal, a nuestra zona de confort, a ver las cosas con un “sesgo” demasiado personal, etc…
Y el 24 de agosto, en la página 71, puede leerse que no juzguemos y me doy cuenta que el escribir y señalar lo que me interesa, me está llevando a distraerme, a un callejón sin salida. No sé cómo terminó ese día el momento de la meditación, pues no hay nada más escrito hasta el 30 de agosto; pero tengo que decir que estuve ausente esos días y que descubrí otro libro allí donde estuve: El proceso de la presencia” de Michael Brown, ediciones Obelisco. Libro que había comenzado a leer hace unos años y que lo llevé allí. Lo comencé a releer y creo que puede ser útil en este momento. Ya comentaré algo, si Dios quiere.
Y volvemos a las notas matutinas: el 30, leo que la página 74 la dedica a la confianza y copio: “Si confiamos en el proceso de vivir podemos encontrar un elemento estabilizador muy potente que abarca la seguridad, el equilibrio y la apertura dentro de la confianza que nos guía y protege intuitivamente de resultar dañados y de la autodestrucción”. Me vino a la memoria una canción que suele cantarse en el Movimiento Carismático: titulada  No me va a fallar”, que comienza así “Si yo confío en el Señor, nada fallará”. Puedes escucharla AQUÍ. El momento puede ser  bello o no; pero eso no debe importar. Confiemos en este momento, en que el Señor  sostiene la vida y hágase su voluntad.
Dos días después, el 1 de septiembre, termino de leer el apartado de la confianza con la frase de Kabir “Desecha todos los pensamientos de cosas imaginarias y asiéntate firmemente en lo que eres” y dos días después medito sobre esta frase; pero me pregunto ¿Qué soy yo?, que a su vez me remite a otra ¿Quién soy?; pero voy a dejar esta pregunta en el aire, porque no tengo por ahora repuesta y espero que el libro citado, sobre el Proceso de la Presencia tal vez me de una pista más adelante.
Ese día continué leyendo el libro de Jon Kabat-Zinn, sobre la generosidad  y nos induce a que seamos generosos, primero con nosotros mismos y que irradiemos algo bueno nuestro hacia los demás, sin esperar nada a cambio y sin buscar hinchar el ego, que demos más de lo que “aparentemente tenemos”, como si poseyéramos una riqueza inagotable, lo que llama generosidad regia. Compartir el entusiasmo, la vitalidad, el espíritu, la confianza, la presencia… PERO: Es necesario hacerlo con atención plena, recordando que es el Universo el que da y el que recibe, no nosotros ni los demás.
Y aquí terminan las notas que tomé en esta hoja, que voy a romper y se disolverá en el reciclado de papel; pero la información queda escrita en este sencillo blog, que acabará disolviéndose también con el tiempo; pero también ha quedado escrita en el Universo y ahí quedará por los siglos de los siglos.
Quisiera hacer mención también a otro libro: “Tómate un respiro. Minfulness, el arte de mantener la calma en medio de la tempestad”, de Mario Alonso Puig, que también lo he ojeado estos días y además he visto algún vídeo de los que tiene en Youtube.