Esperando respuestas
¡Ay! Es verdad que en el honrado pecho
pide venganza la
reciente herida...
perdona el mal que
te hayan hecho.
¡Todos están
enfermos de la vida!
De AMA Y PERDONA, poema
de Manuel Gutiérrez Nájera
Fructuoso
Mangas Ramos, pregunta
¿Dónde
están los poetas?
Hojeaba, y ojeaba,
según se mire, estos días de atrás algunos
libros de poesía adquiridos últimamente y buscaba algún poema, aunque no
fuera todo él al menos alguna referencia significativa, a los problemas
concretos del ciudadano de hoy, tanto en su supervivencia diaria como en las
dificultades para mantener un pensamiento razonable sobre lo que ve y vive. Y
no pensaba en una poesía social, que hoy
se ve que (¿ya o todavía?) no cabe, sólo buscaba algunos
sentimientos – interrogación, protesta, señalamiento, tristeza, preocupación y
cosas así – ante el mundo, ante la sociedad o ante el ciudadano.
Y no lo encontré. Por eso, por
hacer la experiencia a un nivel más amplio, fui a La Latina, en la calle
Brocense (¡que ya no pueden darse tan seguidos dos nombres de tanta altura
cultural!) y hojeé cuidadosamente lo
último en poesía. Y me sucedió lo mismo. El alma del poeta se queda en la nube de las alturas o en los velos interiores del espíritu y no se quiebra dolido y en protesta ante
los gritos del mundo de hoy.
Y recordaba un
certamen de hace años que se titulaba La poesía mira al Sur (al hambre del Sur, claro) y ningún
poema presentado se estremecía ante la dura realidad de la injusticia, todos
escapaban por las propias interioridades del autor, ensimismado y sobreseído; y
añadí por mi cuenta un poema con
algo de lo que a mí me parecía alma dolorida y en denuncia para que no quedara
todo en palabras lejanas y sordas. Y seguimos más o menos igual.
Y recordaba las preguntas del cantautor Ricardo
Cantalapiedra que han dado pie al título a esta reflexión, ¿Dónde están los profetas?,
porque viene a ser lo mismo. Y me sonaba algo que escuché una vez y al final di
con ello, una canción del argentino Boom Boom Quid, ¿Dónde están los poetas?,
que canta esta situación entre la búsqueda y la acusación. Pues eso, dónde
están hoy los poetas, o los profetas o las voces en alto que llamen a las cosas
por su nombre, que aclaren lo que nos pasa y ofrezcan respuestas o al menos denuncien por si surte efecto…
Cedo a la
tentación de acudir a profetas y poetas y recuerdo en primer lugar dos textos hermanos de dos profetas judíos,
Jeremías (8, 12) y Ezequiel (13, 10). `Y curan a la ligera el
quebranto de la hija de mi pueblo, diciendo: `Paz, paz, pero no hay paz´”, dice el primero. Y el segundo: “Han engañado a mi pueblo, diciendo: `¡Paz!´ cuando no hay paz. Y cuando
alguien edifica un muro de denuncia, ellos lo recubren con cal”.
Eran
profetas de hace dos mil quinientos años
y seguimos casi lo mismo. El poder está a salvo y esto marcha. Y ese mismo
juego de juicio y denuncia se puede hacer recurriendo a poetas de anteayer. Pero hoy, ¿dónde están?
Y veo
yo desde la altura de mis años que hoy se
multiplican los enjabelgadores por todos los altillos, los enlucideros bien
organizados con su brocha y su cubo de cal, los blanqueadores de oficio bien
pagados las más de las veces, bien colocados en lo alto de la escalera de tijera de la opinión pública para
dominar todos los espacios de la tapia de denuncia y cubrirla con la cal de
turno para que todo quede como si nada o se disimule con el color de sus
colores propios y partidistas. Ya lo denunciaba Ezequiel hace 26 siglos…
Y
mientras tanto los poetas, la voz más
alta de toda sociedad, andan distraídos y atraídos por la sola
belleza del verso o por el sentimiento íntimo que brota emocionado y se encarna
armoniosamente en el ritmo y medida de las palabras.
Por eso
me pregunto, ¿dónde están las poetas? Si
alguien puede dar pista o razón, que lo diga.
Fructuoso Mangas Ramos
La pregunta está hecha.
Esperamos repuestas, y esperanzados, las estamos recibiendo. Estaba yo ayer,
pesimista, pensando que en estos tiempos prosaicos, en que el narcisismo
abunda, la poesía está eclipsada; pero me equivoqué gracias a Dios y habiéndome
fijado en “las señales”, he visto que aquí está. No hay más que quitarle el
polvo y sacarla a la luz. Incluso voy más lejos: parece que no hay poetas hoy;
pero todos somos poetas, no hay más que poner en marcha la máquina de nuestra
mente y comenzar a fabricarla. Mientras tanto, como decía antes, quitemos el
polvo a la que teníamos olvidada o al menos guardada en hermosos libros
ocultada. Ahora tenemos Internet y YouTube. No todo es malo en estos tiempos.
Hay cosas maravillosas.
Para empezar comienzo con
unos ripios muy sencillos; pero antes, cuento una sincronicidad que se produjo ayer: Isidro Barcala, contestó con el poema de Alberti “Qué
cantan los poetas andaluces” y curiosamente ese poema, fue el que inspiró a
Fructuoso a escribir la demanda.
Otra persona, Victoria, me
contestó al WhatsApp, hablándome ni más ni menos que de Gabriel y Galán y yo enseguida me acordé de “Mi vaquerillo”, que es una lección de empatía, muy conveniente para
este mundo que tiene mucha falta de ella.
Comencemos:
Estamos
buscando poetas, estamos buscando profetas,
para
este mundo que camina en sombras de muerte,
para
que vean la gran luz, que alumbra,
que
aparten la mirada de la tierra
y eleven
los ojos hacia el cielo.
El
cielo que está escrito
en
los sabios poetas de otros tiempos.
Podéis
mirarlo en este ejemplo: