El
principio antrópico
Artículo publicado en la página de la Asociación de Alumnos de la
E. de Teología de San Esteban en Febrero de 2011
Imagen tomada de Internet
Según Wikipedia: “El primer uso del término
principio antrópico se atribuye al físico teórico Brandon Carter quien en 1973, durante un simposio en el que se
celebraba el 500º aniversario del nacimiento de Copérnico en Cracovia y que
trató sobre "La confrontación de las teorías cosmológicas con los datos
experimentales", lo acuñó para argumentar que, después de todo, la
humanidad sí que tiene un lugar especial en el Universo. Así, en su charla
sobre "las innumerables
coincidencias y el principio antrópico en la cosmología" Carter
declara que "Aunque nuestra posición no es necesariamente céntrica, es inevitablemente privilegiada en cierto sentido."
En el libro Ciencia y Teología de John Polkinghorne, Ed sal Terrae, capítulo
“La imagen científica del mundo”, hay un apartado dedicado a este principio. Cito
literalmente: “… un universo en el que
pueda desarrollarse la vida basada en el carbono es, un universo muy singular,
“finamente ajustado” (finely tuned)
por lo que respecta al carácter de sus procesos básicos. Esta sorprendente
consideración se conoce como principio
antrópico: no todos los mundos de cierta edad serían capaces de producir antropoi, seres de complejidad
comparable a los humanos” y más adelante: “… nuestro universo representa una diminuta franja fértil en lo que,
por lo demás, es una zona desierta,
desnuda de toda posibilidad. Para que sea posible el desarrollo de una
complejidad fecunda es necesario que concurran:
a) Leyes adecuadas (ni muy laxas ni muy rígidas)
b) Constituyentes adecuados (no sólo fotones y electrones)
c) Intensidades de fuerzas adecuadas (fuerzas nucleares
capaces de generar los elementos dentro de las estrellas)
d) Circunstancias adecuadas (un universo suficientemente
grande)”.
En el mismo libro cita al filósofo John Leslie, que reflexionando sobre
este tema pone este ejemplo: un reo va a
ser ejecutado por un pelotón de expertos tiradores, apuntan, disparan y el reo
queda ileso. Leslie dice que sólo hay dos posibles explicaciones: una es que
ese día hay muchísimas ejecuciones y que hasta los más expertos tiradores
fallan de vez en cuando y la otra es que los tiradores estaban de acuerdo con
el reo. Según Polkinghorne, si existen
muchos universos,… podría ocurrir por mero azar que en uno de ellos se dieran
las condiciones adecuadas para la evolución de la vida basada en el carbono… y
ese es el universo en que vivimos. Por otra parte, es posible que haya un único
universo, cuyo entramado físico finamente ajustado representa el don fecundo
con que le distingue un Creador
deseoso de que su historia sea productora de vida”.
Tengo que citar aquí también la magnífica
novela “La fórmula de dios” de José
Rodrigues dos Santos, en donde en forma de novela de espionaje, va
desgranando misterios de la física y del mundo. El ejemplo que pone de las
probabilidades de que se haya formado el elemento químico carbono, es menor que
si en un viaje de Salamanca a Moscú, en todos los pueblos y ciudades por los
que pasamos compramos lotería… ¡y en todos nos tocara el gordo!
Hasta aquí he expuesto los “apuntes” de
este interesante principio, ahora permitidme unas reflexiones personales,
aunque antes, cito a Jesús Simón, S. J.
en su libro “A Dios por la ciencia”: “Vemos Dios resplandeciente entre los astros,
creándolos y agitándolos en armoniosa danza por el espacio”. “Los
cielos proclaman la gloria de Dios”, Salmo 19. Sin embargo el Dios que
se vislumbra en estos procesos físicos, creador de fuerzas gravitatorias,
electromagnéticas, combinando electrones, neutrones, protones, fotones, …creando
estrellas, planetas y galaxias, parece un Dios frío calculador, ajeno al
hombre, criatura de sus manos; pero sólo en apariencia, pues ese mismo Dios nos
ha enviado a Jesucristo, que se ha hecho como nosotros, cercano, amigo,
caminante acompañante en nuestra vida y que da gracias al Padre “porque
estas cosas se las ha revelado a los sencillos” Mt 11, 25-27. A los sabios y entendidos
no. Pero no quiere decir que los sencillos sean ignorantes, ni que los sabios y
entendidos estén excluidos de estas revelaciones. Pienso yo, que los sencillos
son los que practican la humildad, en el sentido que decían ayer en las
Conversaciones de San Esteban, las
monjas contemplativas dominicas del monasterio de Toro. Y esa misma
humildad puede tenerla un astrofísico, por ejemplo. Esa misma humildad hace que
seamos permeables al Espíritu Santo, y así la Trinidad actúa en el mundo y en
nosotros.
Escribo esto hoy, festividad de las
Candelas, presentación de Jesús en el templo como luz de las naciones y
pienso que no es una simple casualidad, es una sincronicidad, en el sentido que
me he expresado en anteriores artículos.
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