domingo, 3 de mayo de 2015

3 de Mayo, San Felipe
(hoy la entrada, es prestada)

Pensaba yo que hoy, la fiesta de la Cruz de Mayo, no había otra cosa que celebrar; pero José Manuel Hernández, co-párroco de la Purísma, hasta setiembre de 2012, nos recuerda, con el siguiente texto, que celebramos también la memoria del apostol Felipe.




La tradición ha unido en el mismo día la memoria   de dos Apóstoles: FELIPE y SANTIAGO.

Fijamos nuestra atención en FELIPE porque la memoria de su martirio está vinculada a la ciudad de HIERÁPOLIS. En las listas de los Doce, Felipe aparece siempre en el quinto lugar. Natural de Betsaida, su nombre griego indica un pequeño signo de apertura que no hay que infravalorar…

En el cuarto evangelio  Felipe aparece   en cuatro escenas:

 1.  Después de ser llamado  por Jesús, Felipe se encuentra con Natanael y, a pesar de la reticencia inicial de éste, lo lleva hasta Jesús… Le dice “¡Ven y lo verás!”
Juan 1, 45-46

2.  En la multiplicación de los panes, Jesús le pregunta a Felipe dónde se podría comprar pan para dar de comer a la multitud
Juan 6, 5-7

3.  Unos griegos que querían conocer a Jesús se acercaron a Felipe y le dijeron “Señor, queremos  ver a Jesús”. Andrés y Felipe se lo facilitaron.
Juan 12,20-22 

4. En la Última Cena Felipe le dice a Jesús “Señor, muéstranos  al Padre” Y Jesús le respondió “El que me ve a mí ha visto ya al Padre”
Juan 14, 9-11

La tradición dice que evangelizó primero en Grecia y luego en Frigia, en Asia Menor. Allí fue martirizado, en Hierápolis, siendo crucificado o lapidado…

Final de la catequesis que Benedicto  XVI dedicó al apóstol Felipe:

Queremos concluir nuestra reflexión recordando el objetivo hacia el que debe orientarse nuestra vida: encontrar a Jesús, como lo encontró Felipe y se lo hizo encontrar a otros, tratando de ver en Él al mismo Dios, Padre celestial. Si falta ese compromiso, nos encontraremos  sólo con nosotros mismos, como quien se mira en un espejo, y ¡cada vez nos quedaremos más solos! Felipe nos invita, en cambio, a dejarnos conquistar por Jesús, a estar con Él y a compartir esta compañía indispensable.   De este modo, viendo, encontrando a Dios, podemos encontrar la verdadera vida”
Señor, Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la memoria de tu apóstol Felipe, concédenos, por su intercesión, participar, como él, en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos, llegar a contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria”.


Apóstol San Felipe, Ruega por nosotros.


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