La voluntad
de Dios.
Comentario al capítulo 32 del Camino de Perfección de Santa Teresa
Ésta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación 1 Ts. 4, 3
Hay una canción de Cesáreo Garabain, cuya letra dice: "Si miro al cielo o miro al mar, si observo en mi interior, si estoy atento y sé escuchar, podré sentir tu voz". Algunas cosas que suceden cada día lo corroboran. En la pasada Semana Santa encontré unas fotocopias de un libro, sin título. Al leerlas, pensé: esto es de Santa Teresa. Miré en un ejemplar de las Moradas; pero no, eran del capítulo 32 de otro libro. Me acordé que tenía también un ejemplar en papel de Camino de perfección. Busqué el capítulo 32, y efectivamente, era el fotocopiado, aunque no de esa edición. Lo que más me sorprendió fue el título:
Que trata destas palabras del Pater noster: Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra, y lo mucho que hace quien dice estas palabras con toda determinación, y cuán bien se lo pagará el Señor.
Sorprendente sincronicidad en los acontecimientos de ese día, jueves Santo,
precisamente. Mi
voluntad ese día era ir a los oficios del jueves santo en mi pueblo; pero una caída tonta cambió mis planes. La voluntad de Dios no era esa. los oficios del
jueves Santo, los tuve que ver por televisión. Me acordé de una clase
que tuvimos hace poco en San Esteban, sobre la oración de Getsemaní, en la que
Dios "abandonó" a su propio Hijo, para que se cumpliera su voluntad. Veamos ya el capítulo 32 del Camino
de Perfección. No es fácil atinar con lo principal en una mente simple como
la mía para resumir lo que piensa una mente tan potente, como la de nuestra
Santa, aun así, me atrevo, procurando ser breve.
Comienza
el capítulo con estas frases; " Ahora que nuestro buen Maestro nos
ha pedido y enseñado a pedir cosas de tanto valor, que encierra en sí todas las
cosas que acá podamos desear,... veamos que quiere que demos a su Padre y que
le ofrece por nosotros y qué es lo que nos pide... ¡Oh buen Jesús, que tan poco
nos exiges en comparación con lo que pides para nosotros!
Hágase
tu voluntad, y así como se hace en el cielo, así se haga en la tierra"
Y
más adelante apunta "me acuerdo de aquellas personas pusilánimes que no
se atreven a pedir trabajos al Señor porque piensa que luego se los ha de dar",
como me decía un amigo: Ten cuidado lo que le pides a Dios, no sea que te lo
conceda y también al rezar decimos, no pocas veces, hágase tu voluntad; pero
procura que coincida con la mía. Santa Teresa prosigue: "Quería
preguntar a los que no piden trabajos, por miedo a que se los conceda, lo que
están diciendo cuando suplican al Señor que cumpla su voluntad en ellos, o es
que lo dicen por decir lo que dicen todos, más no para hacerlo. Esto hermanas,
no está bien. Mirad como el buen Jesús hace aquí las funciones de embajador
nuestro, intercediendo entre nosotros y su Padre, y lo mucho que le ha costado;
y no es razón que lo que ofrece por nosotros lo dejemos de hacer de verdad, y
si no, no lo digamos."
Pero no nos damos cuenta que, como apunta la Santa a continuación: "Mirad que su voluntad se ha de cumplir, queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en la tierra; si esto es así haced de la necesidad virtud" y un poco más adelante: “¡Buena estaría yo, Señor, si estuviera en mis manos el cumplirse tu voluntad o no! Ahora la mía os doy libremente, aunque no vaya libre de interés; porque ya tengo probado, y tengo gran experiencia de ello, la ganancia que es dejar libremente mi voluntad a la tuya. ¡Oh amigas que gran ganancia hay aquí! ¡Y que gran pérdida si no cumplimos lo que decimos al Señor en el Padrenuestro en esto que le ofrecemos!” y luego aclara más esta idea: “Porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra parece muy fácil; pero dificultoso de obrar, hasta que en la prueba entendemos que es la cosa más recia que se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Hacedlo así entender… no piensen que han de ser sólo palabras, sino obras también… [aunque] sabe el Señor lo que puede sufrir cada uno, y al que ve con fuerzas para ello, no se detiene en cumplir con el su voluntad”.
Hay un dicho
popular: Dios no te dará sufrimientos que no puedas soportar y también teólogos
y profesores de renombrado prestigio afirman que a quien Dios más ama, le dará
más pruebas, lo cual la mente humana muchas veces no comprende. Recuerdo y abro paréntesis, el discurso de jubilación
del catedrático de matemáticas D. Norberto Cuesta Dutari, del que fui alumno, terminó
con esta frase “Tanto sufrí, tanto viví”. En ese discurso, contó los
sufrimientos que vivió en la guerra civil, que no fueron pocos.
Y
seguimos con Santa Teresa: ”Os diré cuál es su voluntad. No tengáis miedo
que no os ha de dar riquezas, ni deleites, ni buena fama, ni todas las cosas
que aprecian los de acá; no os quiere
tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y os lo quiere pagar bien, pues os da
su reino aún en esta vida. ¿Queréis ver cómo se comporta con los que de veras
le dicen esto? Preguntádselo a su Hijo glorioso, que también le dio su voluntad
cuando estaba en la oración del Huerto. Conforme se la dio con toda
determinación, mirad si la cumplió bien en Él en lo que le dio de trabajos y
dolores e injurias y persecuciones; en fin, hasta acabar la vida con muerte en
cruz.
Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba
más le dio; por donde se entiende cuál es su voluntad” Y corrobora lo que afirmamos en unas líneas
anteriores: “A quien le ame mucho, verá
que puede padecer mucho por Él, al que ame poco, poco. Tengo para mí que la
medida del poder llevar la gran cruz o pequeña es el amor”
Después
de sabias reflexiones en lo que queda de capítulo termina apelando a la
humildad: “La pobre alma, aunque quiera
nada puede si antes no se lo dan… ¿Qué podemos pagar los que no tenemos para
dar sino lo que recibimos? Tan sólo reconocer que no podemos nada, y dar
nuestra voluntad del todo… sólo la humildad es la que puede hacer algo,… que
conoce en un momento lo nada que somos y lo mucho que es Dios y que no se puede
alcanzar por mucho que meditemos. … sencillamente decir con humildad “fiat voluntas tua”. La humildad es la
que lo alcanza todo.
Prometí
ser breve, y para no cansaros, voy terminando recordando a Jonás, que no
obedeció al principio el mandato de Dios: ¡Vete a Nínive y predica para que se
convierta! Y se embarcó para Tarsis, donde había buenas naranjas. Según tengo
entendido, Tarsis era nuestra península, y ya sabéis lo que pasó: naufragio con
ballena incluida y al final tuvo que ir a Nínive.
Termino
con la página 243 del libro Metáforas de la no-dualidad. Señales
para ver lo que somos, de Enrique Martínez Lozano: “nada sucede al margen de la voluntad divina o, como decía Jesús de
Nazaret, “ni siquiera un gorrión cae en
tierra sin que lo permita nuestro Padre" (Mt 10, 29). Lo cual, dicho en positivo, significa
reconocer que, hagamos lo que hagamos, siempre estamos cumpliendo la voluntad
de Dios”