Aprender a esperar
Resumen de la charla
dada por Fructuoso Mangas el 20.5.19, en la iglesia de San Juan Bautista
La
esperanza teologal no es un automatismo, es don y una responsabilidad: Como
toda gracia ¡Hay que trabajarla!
Fructuoso Mangas, al comenzar la charla
Con
la advertencia, de que lo que salga de este breve resumen, se va a parecer pálidamente
a lo que dijo Fructuoso en la charla, aun así, me atrevo a escribir lo que
sigue, puesto que más vale una lucecita, aunque débil, que la oscuridad. Lo
bueno es haber tenido la suerte de haber estado allí y yo la tuve, aunque sin
un mísero bolígrafo para tomar nota, ni el móvil para grabar, solo las “antenas
puestas”, para captar todo lo que podía, de los casi infinitos matices que,
como no puede ser menos, imprimía Fructuoso a lo que decía. Dicho esto, voy
“saltar al ruedo”
Lo
primero que nos dijo, es que lo que iba a contarnos, es como un “libro de
mantenimiento”, o un “manual de instrucciones”, como puede ser el de un GPS o
un móvil, que tiene que estar operativo; pero no basta, hay que ponerlo en
marcha. Y para poner en marcha la esperanza, se necesitan
1. Dos herramientas
para la esperanza
La
esperanza siempre es una consecuencia, no un punto de partida”
(lo que copio del guión va en cursiva). Dos herramientas previas y fundamentales:
1.-
CONFIANZA: con-fi-anza: es
una herramienta en 3 piezas:
La 1ª pieza: con: no es cosa de uno sino de alguien
con otro; en la esperanza teologal, ese con se refiere a Dios y a mí.
2.- Fi:
es el centro de la palabra, entre el origen (con) y la gestión subsiguiente
(anza) es fiarse, es decir
poner la fe, ponerse en otro,
que servirá de fuente y de apoyo para la esperanza que viene: “se de quien me
he fiado”.
Aquí pone el ejemplo de Pablo, de Pedro, Andrés Santiago, que dejaron todo para
seguir a Jesús, pues le inspiraban confianza. Es una virtud federal, con-feder- al; sin fe no hay esperanza.
3.- anza: es la “aplicación, activa y como
programada, de todo eso, viene del bloque –nti- que indica acción y frecuencia:
yo me encuentro con unos datos previos que me llegan fiablemente y desde esos
datos gestiono con oración, reflexión y convicción una actitud confiada, a la
espera y cierta que se llama y es la ESPERANZA. Y este resultado final de la
aplicación debe ser mantenido activo y vivo, si no es así la esperanza cae y
muere.
Yo lo interpreto, como,
que una vez que el móvil está operativo, hay que cargar la batería o que si un
coche está listo, e incluso con el depósito lleno, no basta con poner en marcha
el motor, hay que salir “del punto muerto”, es decir, poner la marcha; pero no
en directa, sino, secuencialmente: primera, segunda, tercera, etc… “Y esa carga constante viene de: (segunda
herramienta)
2. Los dones del
Espíritu Santo: me llamó mucho la atención, de cómo
definió al Espíritu Santo “Dios mismo instalado en ti”. Y también, matizó que
las palabras a veces se quedan cortas, o nos confunden, así si pensamos en el:
Don de sabiduría,
Tendemos a pensar, al menos yo, que el espíritu santo, nos hace “sabios”; pero
no sabios de que lo sabe todo, sino: “Valorar
lo esencial. Es un seguro para cualquier brote de desesperación.” Es
decir y esto es cosa mía, saber distinguir entre lo esencial y lo superfluo y
saber elegir, aunque esto lo complementa el:
Don de inteligencia:Ver más allá de lo inmediato. La esperanza está servida”
Don de consejo: Saber ver, saber juzgar y saber
actuar.
La esperanza está asegurada”.
Don de ciencia: Saber discernir. Equipaje seguro para cualquier
espera. Así pues, por ejemplo, entre pasar una tarde, de
consumismo “quemando tarjeta”, y entre dar un paseo por la naturaleza, la
elección es clara. Pero hay más, el Espíritu no deja las cosas a medias:
Don de fortaleza: Fuertes en la debilidad: es un supercomplemento para
sobrevivir”
Don de piedad: sentirse amado y amar. La esperanza es como andar por
casa, en familia”.
Don de temor de Dios: Para mantener el más alto aprecio. Este aprecio asegura al cien
por cien la esperanza diaria”. Por fin, he
entendido lo del “temor de Dios”, pues siempre lo había identificado con miedo
al castigo eterno y nada tiene que ver con eso. Fructuoso lo aclaró, además por
la etimología. Es mantener el más alto aprecio, es decir, todo lo contrario a
lo que entendemos por temor, es el amor a Dios, que es recíproco, si estamos
atentos y sabemos escuchar, como dice la hermosa canción de Cesáreo Garabain: “Si miro al cielo y miro al mar, si observo
en mi interior, si estoy atento y se escuchar podré sentir tu voz”, esto no
lo dijo Fructuoso, es cosa mía.
Resumiendo:
1. Cada
uno recibe el material: primero la gracia y todo su aparejo y desde ahí confía
y cree.
2.
Va recibiendo las aplicaciones del Espíritu Santo: son sus aplicaciones para
gestar y gestionar la delicada estructura de la esperanza. Y
3.
Y esto de por vida.
Ya tenemos el móvil y
el vehículo operativos, hay que saber utilizarlo y hay que saber conducir. Para esta permanencia tiene gratis estos
7 utensilios y utilidades:
1.
La actitud analítica, sin prejuicios ni ataduras”.
Que nada te distraiga de tu proceso, ni siquiera la charla de Fructuoso, según
comento él, allí.
2.
Un corazón ligero y libre: hay que dejar la tierra,…”
para volar, sobra peso, hay que arrojar lastre y son muchos los pesos que
traemos.
3.
La oración: se asoma a la expectación, se
espabila la esperanza, encaja y compensa retrasos.”
Oración confiada, digo yo, “hágase tu
voluntad”. No recuerdo lo que dijo Fructuoso en este punto; pero algo así
debió decir.
4.
La comunidad como trama y raíz y ramaje y copa
que nutre, alza y sostiene. Es decir, entre todos avanzamos,
uno sólo se “quema” y se queda atrás y esto es cosa mía: siempre me acuerdo de
la carrera ciclista, el “escapado”, acaba agotado; pero el “pelotón” arrasa. Es
importante por ello, estar integrados en parroquias, actividades, grupos de
oración, carismáticos, talleres de oración, voluntariado cristiano, etc…
5.
Los sacramentos, recursos específicos, ejercicios
prácticos, siempre culminación y fuente. Son el alimento, la
comida espiritual. Recuerdo en otra charla, también de Fructuoso, hace ya
tiempo y bastante, que nos dijo, que así como el cuerpo no puede subsistir con
un “pincho” esporádico, sino que tiene que hacer las comidas reglamentarias
todos los días, así ocurre con la vida espiritual y en este caso, con el
mantenimiento de la esperanza.
6.
La Biblia y los escritores
cristianos,
revelación luminosa de lo que debemos creer, interminable Libro de Instrucciones
para el constructor de la esperanza. Y yo me pongo como
ejemplo: ¡Cuánto agradecimiento del debo a los cursos de biblia, que nos
impartió José Manuel!, y a libros de autores como Anselm Grün, Chus Villarroel,
Thomas Merton, por cierto, abro paréntesis. El día anterior a la conferencia,
compré un libro de ediciones Sígueme, titulado “Thomas Merton. Curso de mística
Cristiana en trece lecciones” y fíjense, copio de la página 28: “Toda la ascesis cristiana queda resumida en
Mc 8,34: “Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome
su cruz y que me siga. El lado negativo supone la renuncia y el abandono de sí;
el lado positivo conlleva el seguimiento de Cristo, el desarrollo de la vida de
Cristo en nosotros, el crecimiento de la vida de la gracia en nuestro interior
y la cooperación con el Espíritu Santo…”cierro paréntesis. Sigo citando: Enri
Neuwen, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y muchísimos más, llenaría páginas
citarlos. Gracias al Espíritu que ha puesto en mi camino, a esos autores. Han
sido medicina y si pasa tiempo y no leo, noto que mi espíritu se debilita, como
cuando llevas tiempo sin comer y pierdes fuerza.
7.
La conversación cristiana: intercambio y contraste de
pareceres, de métodos y situaciones. De hecho lo que hemos intentado hacer. aquí”.
Y todo el auditorio, la iglesia llena, respondió con un sonoro AMEN
y estalló un clamoroso aplauso.