lunes, 4 de mayo de 2015

Entonces Kepler se postró de rodillas...
(Artículo publicada hace tres añosen la página de la Asociación de Alumnos de San Esteban y desaparecido en mi anterior blog)

Johanes Kepler (1571-1630), descubrió las órbitas elípticas:
“No me sentenciéis a la rutina del cálculo matemático;
concededme algún tiempo para la elucubración filosófica, mi único deleite”


            Andaba yo buscando esta mañana el librito “La santificación del momento presente”, para escribir un “articulillo”, pero no lo encontré. El libro está desaparecido; pero no perdido y aparecerá en el momento oportuno; pero si encontré una cita preciosa de dicho libro: “Santifiquemos el momento presente; pues él es la revelación de Dios en nosotros”, y con una cita del Salmo 33: “En ti esperamos Señor, eres nuestro socorro y en Ti se alegra nuestro corazón. Confiamos en ti y sea Tu amor para nosotros como está en Ti nuestra esperanza”. AMEN.

            Con esta confianza miré al estante de la izquierda del escritorio y veo el libro “La medida del Universo”, de Kitty Ferguson (Ed. Robinbook, sello Manontropo). Este es un buen libro, que trata de la historia de la Astronomía, adquirido en un paseo por una de las últimas ferias del libro en la Plaza Mayor , del que leí en el pueblo el capítulo 3 :”Un disfraz para la simple vista 1564-1642”, en el que los protagonistas son Kepler y Galileo. Pues bien, cuando leí en este capítulo: “Kepler reparó en que con el uso de órbitas elípticas podría explicar las observaciones de Tycho Brahe y manifestó su regocijo y asombro ante su perspicacia cayendo de hinojos y exclamando: “Dios mio, alcanzo tus pensamientos después de Ti,se me ocurrió escribir esta “croniquilla”. Este párrafo está perdido en la página 83. 

            No voy a escribir de Astronomía ¡Que más quisiera yo!; pero si voy a recordar muy escuetamente las leyes de Kepler:
            Primera ley: Los planetas se mueven en órbitas elípticas, alrededor del Sol, estando éste en uno de los focos . La elipse, os recuerdo es una curva plana, en la que todos sus puntos, tienen la propiedad de que la suma de su distancia a los dos focos es constante. La circunferencia por tanto es una elipse en la que los dos focos coinciden en el centro.
            Segunda ley: Una recta imaginaria (radio vector) que una el centro del planeta con el centro del Sol, en tiempos iguales, describe áreas iguales.
            Tercera ley: La razón de los periodos de dos planetas al cuadrado, es igual a la razón de sus distancias al cubo.
           
            !Ahí queda eso¡ ¡Que genialidad!, cuando no tenía ni calculadora, ni ordenador, ni... telescopio. Tenía eso, si muchos problemas, poco dinero y mucho sufrimiento.  Leemos en la página 81: “Kepler a duras penas se ganaba el sustento en Graz, con sus escasas dotes para la enseñanza, pero prosiguió con sus investigaciones astronómicas,... en 1598, el archiduque Fernando empezó a complicar la vida a los líderes y maestros luteranos,... Kepler recibió una orden, según el cual tenía que abandonar Graz antes de 24 horas, so pena de ser condenado a muerte... No podría vivir  ni trabajar en Graz...”A la edad de 30 años se trasladó a Praga en 1601, trabajó durante algún tiempo con Tycho Brahe; pero este falleció a los dos años, sucediéndole en el cargo de Matemático Imperial, con título “rimbombante”; pero que le pagaban mal o no le pagaban, aunque si pudo heredar todo el conjunto de observaciones de Tycho. En 1611 tras el fallecimiento de su esposa e hijo y con las crecientes dificultades que se cernían sobre los protestantes en Praga, como antes en Graz, se estableció en Linz, donde vivió durante catorce años, contrayendo segundas nupcias...
           
            Pero lo que me mueve a fijarme en él es la gran fe, que le impulsa a seguir adelante, a pesar de las dificultades, de todo tipo por las que pasó. La fe que le hace reconocer que lo que ha obtenido no es suyo, que Alguien se lo ha revelado y por eso cae de rodillas exclamando “Dios mio, alcanzo tus pensamientos después de Ti”.
           
            Él mismo redactó su epitafio:

 “Medí los cielos y ahora mido las sombras
En la tierra se hallaba la mente, y en la tierra el cuerpo descansa.”

            Debemos honrar la memoria de estos sabios. Sin ellos nuestra vida no sería como es. Labor callada, a veces como la de John Napier, que se pasó 27 años, de su vida, elaborando las tablas de logaritmos, a la luz de velas... ; para que con desprecio, muchos de nuestros escolares, para sumar 2+3 tengan que usar la calculadora.
           
            Esto me lleva a santificar el momento presente recordando a todos estos gigantes, encima de los cuales, nos hemos puesto, nosotros, enanos engreídos.   Además hoy día, el narcisismo hace que muchos piensen  o pensemos en “nuestros” logros y no seamos capaces de admitir, que “Toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo” Creo que lo dijo santo Tomas.
           

            Yo Le doy gracias, por haberme permitido santificar esta tarde del domingo, con estas reflexiones.

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