La santificación del momento presente (y 3)
Ante Jesús Sacramentado
Cofradía
del Santísimo
Carta a los cofrades nº 4 / 20 de enero de 2013
Querido(a)s
cofrades: La vida no tiene de real más que el momento presente, luego ¿para qué
preocuparse por algo que no sé ni cómo ni cuándo se producirá? No busquemos en
otra parte la santidad. Está aquí y ahora, en el momento presente que es
necesario santificarlo, porque él es la revelación de la voluntad de Dios para
nosotros. La voluntad de Dios se te manifiesta de momento en momento, durante
el día, y ese es tu camino.
Ahora la voluntad
de Dios es que escriba estas notas, que he sacado del libro “La
santificación del momento presente” de Francisco Martí Fernández, de 1966.
Aprovechemos el momento presente. No dejemos a la mente “campar a sus anchas” y
si lo podemos hacer ante el Santísimo, si tenemos la suerte de tenerlo
expuesto, como en la capilla de la Veracruz, en Salamanca, mejor. En cualquier
caso ante el sagrario, con la lucecita encendida o en el momento intenso de la
Minerva. Pero si no tenemos a mano el sagrario, cualquier momento es bueno.
Recordemos que si bien es cierto, que Jesús se encuentra en el Sacramento de la
Eucaristía, también es cierto que a Dios no se le puede encerrar sólo en el
sagrario. Por ello es bueno santificar el momento presente en cualquier momento
y lugar.
Cuando te
encuentres con Él, bien ante la custodia o ante el Santísimo expuesto, reza las oraciones que siempre has hecho, o
bien lee las meditaciones que siempre has hecho, como, por ejemplo la magnífica
“Quince minutos en compañía de Jesús
Sacramentado”. Si no la tienes consíguela, yo mismo puedo pasártela. Pero,
es importante que no hables tu mucho, que escuches lo que Él te diga, que hagas
el silencio en tu alma.
María Faustina Kowalska, en su diario nos dice,
como si Jesús hablara “¿Por qué te
confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas
tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te entregues a Mi, todo se resolverá con
tranquilidad según mis designios. No te desesperes, no me dirijas una oración
agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los
ojos del alma y dime con calma: ¡Jesús confío en ti! ... Entrégate
confiadamente a Mí y deja en mis manos tu futuro. Lo que más daño te hace es tu
razonamiento y querer resolver los problemas a tu manera. Déjate llevar por mis brazos divinos, no
tengas miedo, yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar
de la oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y confía. Continúa
diciéndote a todas horas: ¡Jesús, yo confío en ti!... No me ates con
preocupaciones inútiles. Satanás quiere esto: agitarte, angustiarte y quitarte
la paz. Confía sólo en Mí Reposa en Mí yo hago los milagros en la proporción de
la entrega y confianza que tienes en Mí echa en mi tus angustias y duerme
tranquilo(a)... “
Eso necesita un
espíritu de abandono o sea una disposición permanente del alma en la que se
prohíbe a sí misma toda intervención en la voluntad de Dios.
No es fácil.
Tenemos muchas sombras que tratan de emerger de nuestro subconsciente, como
indica E. Martínez Lozano en su libro “Nuestra cara oculta” (Ed.
Narcea); pero no debemos reprimirlas, debemos integrarlas en nuestra
vida y eso es una forma de santificar el momento presente, ya que es una forma
de recuperar energía y empezar a
caminar... Si te sientes muy angustiado(a) di simplemente: Padre nuestro, santificado sea tu
nombre en este momento y hágase tu voluntad.
AMEN
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