La paradoja
Donde
aparece la paradoja, muere el sistema y aparece la vida
Ciorán
En este día del
año, se me ha ocurrido escribir, y la primera tentación ha sido escribir “el balance
del año 2018, con la gratitud de las gracias recibidas, bla, bla, bla…”; pero
tras una breve reflexión he pensado en darle otro enfoque a “esta entradilla” y
lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido en pensar en la paradoja año
nuevo-año viejo. No hay tal, ni año nuevo, ni año viejo. Sólo el tiempo que
fluye, y nosotros, viajando a través de él, sobre la superficie consciente de
un inmenso iceberg, que se sumerge en el inconsciente personal y colectivo,
cual océano tenebroso, donde habitan inmersos, monstruos, apenas conocidos ni
vislumbrados por nuestra mente consciente. Todo esto me viene a la cabeza,
porque siempre me ha gustado leer a C. G. Jung y últimamente estoy leyendo un
librito, bastante sencillo; pero que resume muy bien su pensamiento. Se titula “C. G. Jung y la tradición hermética” de
Alejandro Arocha Herrera, editado por la Universidad Pontificia de Salamanca y
tengo la suerte de tener varios libros del propio Jung y de autores jungianos, por
lo que puedo ir a alguno de ellos, a los que hace referencia. Así por ejemplo,
ayer leía en el libro antes mencionado: “Tomar
conciencia de la sombra es trabajo hercúleo, ya que implica “reconocer los aspectos oscuros de la
personalidad como realmente existentes, acto que es la base inevitable de toda
clase de autoconocimiento y que suele encontrar por tanto una considerable
resistencia” (.pág. 13 vol. 9/2
Obras completas de Jung Ed. Trota)
Además, aunque accedamos a esta franja personal de la sombra, siempre queda su
lado inconsciente y aún más sombrío. De esta cara de la sombra dice Jung: “entra dentro de lo posible que se
reconozca la maldad relativa de la propia naturaleza, mientras que mirar cara a
cara a la maldad absoluta supone una experiencia tan infrecuente como
perturbadora” (Pág. 16 o.c.)”
Sencillamente impresionante.
Ayer en la homilía de la misa del domingo
de la Sagrada Familia, como si de una sincronicidad se tratara, el sacerdote
remarcó esta idea, desde otro punto de vista, diciéndonos: ¿quién somos
nosotros para juzgar a nadie, ni a nuestros hijos, ni a nuestros amigos, ni a
los “vivalavirgen”, ni a los “beatos”?. Nos llevaríamos grandes sorpresas, si descubriéramos
la realidad.
El año ha pasado, mejor dicho el tiempo ha
pasado y me doy cuenta, de cómo a veces he dado muchas cosas por supuesto y no
es eso, no es eso… la vida que fluye, no es la vida real. La vida real es paradójica,
no hay orden ni hay desorden, sólo dos aspectos de una misma realidad, con más
o menos entropía, como estoy leyendo en otro interesante libro: “La paradoja Orden-desorden” de otro
analista junguiano, de formación científica y experto en termodinámica: Nathan
Schwartz Salant, editorial Obelisco. Y ya está, si sigo os aburro y bueno,
feliz tiempo nuevo, si por tiempo nuevo consideramos lo que suceda a partir de
ahora, y bueno, si queréis también feliz año 2019, no pasa nada por decirlo, ni
bueno ni malo.