Arquetipos
El Pacificador
Los
arquetipos son temas perennes que residen en el nivel del alma colectiva y
universal. Estos temas son representaciones de los anhelos, la imaginación y
los deseos más profundos de nuestra alma colectiva. Estos temas han existido
siempre. Los vemos en los escritos de las culturas antiguas de todas las
épocas. Sus formas cambian en función del momento histórico, pero su esencia
permanece.
Deepak Chopra, en Sincrodestino, pág. 121
El capítulo 6º del citado
libro, titulado precisamente “Deseos y
arquetipos”, al principio se hace un esbozo de los mismos, luego explica un
poco su función, terminando por un ejercicio mental, para encontrar los que se acoplan a nuestra verdadera
identidad. Transcribo aquí algún apunte de la primera parte del capítulo: “siempre que una persona esté “más allá del
bien y del mal” estamos ante la representación de un arquetipo…[que] tienen su
origen en el alma colectiva, pero son representados por las almas individuales”
pág. 123 y más adelante en la misma página, leemos esta impresionante cita, cuya
primera parte, ya la he considerado en anteriores entradas: “Si permitimos que las fuerzas del mundo
físico influyan en nosotros, sean o no bienintencionadas, nos desviaremos del
destino de nuestra alma. Empezamos a desear cosas que no nos corresponden;
empezamos a tener intenciones que no concuerdan con las intenciones del universo….
Son mensajes del mundo físico, no del universo. El proyecto que el universo
tiene para ti se encuentra en el nivel del alma. Obtenemos pistas en forma de
coincidencias y orientación en la forma de arquetipos”.
En la segunda parte de
este capítulo, que es muy corta, no llega a tres páginas, se nos dice que los
arquetipos son vitales para comprender y definir lo que somos: expresiones
individuales de una conciencia colectiva, ahora bien descubrir arquetipos, es
una experiencia personal y es necesario fomentar expresiones plenas de los
mismos en nosotros
Hoy día se buscan arquetipos en las
celebridades, futbolistas, cantantes, artistas… porque, aunque la mitología es
la fuente de nuestra civilización, actualmente se le presta poca atención entra la gente: “Pandillas, películas, telenovelas y
celebridades son seductoras justamente porque pulsan esta cuerda mítica, pero
son sustitutos vulgares de la mitología. Los arquetipos auténticos son
representados por gente como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Rosa Parks,... cualquiera que se alce por encima de la vida diaria hasta el reino
de lo maravilloso. Ellos alcanzaron la grandeza porque accedieron a la
conciencia colectiva, la cual le dio habilidad de ver simultáneamente varias
series de sucesos y predecir el futuro con bases a las elecciones del momento.”
Pág. 126
Y en eso estamos, atentos
a las sincronicidades, señales, del “Ámbito no circunscrito”, la Providencia,
el Padre, fuente de creación Eterna, el “Inconsciente colectivo” en definitiva,
el Misterio, está enviándonos continuamente
señales. Hay que estar atentos, escuchar y no hacer “como esa gente que va por el mundo y no ve
más que tierra”, como en la Canción de Rafael.
He leído dos veces la
última parte de este capítulo, en la que por medio de una meditación, te vas
sumergiendo en una luz, en la que te vas transformando en Hera, Afrodita, el
Salvador, el Redentor… etc. y vas tomando nota con lo que te identificas. A
decir verdad, dibujando en una cuartilla, lo que se me ocurría, al final me
acordé de las monjas dominicas de Lerma, que tienen un “Reto”, que llaman “Vive
de Cristo", que envían por wasap y una de ellas, una mañana, estaba “despistada” y le pidió al Señor
que la ayudara. Sacó un paquete de pañuelos y en donde estaba escrito, en inglés
Fe, Esperanza y Caridad. Yo, después de ver lo que tomaba en limpio de lo que había sacado de la meditación en una cuartilla pinté un circulo, del que
emergían tres rayos, formando un ángulo entre ellos de 120º, en donde al final
de los rayos ponía respectivamente: fe, esperanza y caridad.
Pero, esto es el lema del
cristianismo, “para este viaje, no hacían falta alforjas” Esto hay que
cumplirlo; pero así en abstracto, corro el riesgo de volver a la rutina alejada
del compromiso.
Y volviendo a la realidad,
me doy cuenta de la situación política por la que atravesamos. Veo un wasap,
que envían a un grupo, con contenido poco tranquilizador. Alguien le contesta
diciendo que debemos tener cuidado, en no cargar más las tintas y yo automáticamente,
me acuerdo de San Juan de Sahagún, que consiguió apaciguar “los bandos”, enfrentados
a muerte en la ciudad de Salamanca. Y pensé yo: eso es lo que necesitamos ahora,
un Pacificador, con mayúscula; pero mientras llega, tenemos que ser pacificadores,
aunque con minúscula y me apunto. Así con la flecha de la fe, impulsado por la
esperanza y con la fuerza del amor, vayamos a pacificar los bandos; aunque no
va a ser fácil, contamos con la fuerza de “Padre, fuente de paz y Creación
Eterna”, con la fuerza del Espíritu Santo, cuya fiesta de Pentecostés,
celebraremos pronto; pero no termino aquí.
Porque
mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras
del campo por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño,
porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mis
rebaños.
Ezequiel 34, 8
Abrí la biblia, con cierto
temor y reverencia, incluso pensando ¿Quién soy yo, para pedirle “cuentas a
Dios”? y me apareció una página, que no me decía casi nada y de repente, se cerró,
apareciendo Ezequiel capítulo 34. Creedme, que fue impresionante leer este
capítulo, fiel reflejo de lo que está pasando. Por ello, en la medida de
nuestras fuerzas, seamos pacificadores. Me apunto