viernes, 29 de mayo de 2020


Arquetipos
El Pacificador

Los arquetipos son temas perennes que residen en el nivel del alma colectiva y universal. Estos temas son representaciones de los anhelos, la imaginación y los deseos más profundos de nuestra alma colectiva. Estos temas han existido siempre. Los vemos en los escritos de las culturas antiguas de todas las épocas. Sus formas cambian en función del momento histórico, pero su esencia permanece.
Deepak Chopra, en Sincrodestino, pág. 121


El capítulo 6º del citado libro, titulado precisamente “Deseos y arquetipos”, al principio se hace un esbozo de los mismos, luego explica un poco su función, terminando por un ejercicio mental, para encontrar  los que se acoplan a nuestra verdadera identidad. Transcribo aquí algún apunte de la primera parte del capítulo: “siempre que una persona esté “más allá del bien y del mal” estamos ante la representación de un arquetipo…[que] tienen su origen en el alma colectiva, pero son representados por las almas individuales” pág. 123 y más adelante en la misma página, leemos esta impresionante cita, cuya primera parte, ya la he considerado en anteriores entradas: “Si permitimos que las fuerzas del mundo físico influyan en nosotros, sean o no bienintencionadas, nos desviaremos del destino de nuestra alma. Empezamos a desear cosas que no nos corresponden; empezamos a tener intenciones que no concuerdan con las intenciones del universo…. Son mensajes del mundo físico, no del universo. El proyecto que el universo tiene para ti se encuentra en el nivel del alma. Obtenemos pistas en forma de coincidencias y orientación en la forma de arquetipos”.
En la segunda parte de este capítulo, que es muy corta, no llega a tres páginas, se nos dice que los arquetipos son vitales para comprender y definir lo que somos: expresiones individuales de una conciencia colectiva, ahora bien descubrir arquetipos, es una experiencia personal y es necesario fomentar expresiones plenas de los mismos en nosotros
 Hoy día se buscan arquetipos en las celebridades, futbolistas, cantantes, artistas… porque, aunque la mitología es la fuente de nuestra civilización, actualmente  se le presta poca atención entra la gente: “Pandillas, películas, telenovelas y celebridades son seductoras justamente porque pulsan esta cuerda mítica, pero son sustitutos vulgares de la mitología. Los arquetipos auténticos son representados por gente como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Rosa Parks,... cualquiera que se alce por encima de la vida diaria hasta el reino de lo maravilloso. Ellos alcanzaron la grandeza porque accedieron a la conciencia colectiva, la cual le dio habilidad de ver simultáneamente varias series de sucesos y predecir el futuro con bases a las elecciones del momento.” Pág. 126

Y en eso estamos, atentos a las sincronicidades, señales, del “Ámbito no circunscrito”, la Providencia, el Padre, fuente de creación Eterna, el “Inconsciente colectivo” en definitiva, el Misterio, está enviándonos continuamente señales. Hay que estar atentos, escuchar y no hacer  “como esa gente que va por el mundo y no ve más que tierra”, como en la Canción de Rafael.
He leído dos veces la última parte de este capítulo, en la que por medio de una meditación, te vas sumergiendo en una luz, en la que te vas transformando en Hera, Afrodita, el Salvador, el Redentor… etc. y vas tomando nota con lo que te identificas. A decir verdad, dibujando en una cuartilla, lo que se me ocurría, al final me acordé de las monjas dominicas de Lerma, que tienen un “Reto”, que llaman “Vive de Cristo", que envían por wasap y una de ellas, una mañana, estaba “despistada” y le pidió al Señor que la ayudara. Sacó un paquete de pañuelos y en donde estaba escrito, en inglés Fe, Esperanza y Caridad. Yo, después de ver lo que tomaba en limpio de lo que había sacado de la meditación en una cuartilla pinté un circulo, del que emergían tres rayos, formando un ángulo entre ellos de 120º, en donde al final de los rayos ponía respectivamente: fe, esperanza y caridad.
Pero, esto es el lema del cristianismo, “para este viaje, no hacían falta alforjas” Esto hay que cumplirlo; pero así en abstracto, corro el riesgo de volver a la rutina alejada del compromiso.
Y volviendo a la realidad, me doy cuenta de la situación política por la que atravesamos. Veo un wasap, que envían a un grupo, con contenido poco tranquilizador. Alguien le contesta diciendo que debemos tener cuidado, en no cargar más las tintas y yo automáticamente, me acuerdo de San Juan de Sahagún, que consiguió apaciguar “los bandos”, enfrentados a muerte en la ciudad de Salamanca. Y pensé yo: eso es lo que necesitamos ahora, un Pacificador, con mayúscula; pero mientras llega, tenemos que ser pacificadores, aunque con minúscula y me apunto. Así con la flecha de la fe, impulsado por la esperanza y con la fuerza del amor, vayamos a pacificar los bandos; aunque no va a ser fácil, contamos con la fuerza de “Padre, fuente de paz y Creación Eterna”, con la fuerza del Espíritu Santo, cuya fiesta de Pentecostés, celebraremos pronto; pero no termino aquí.

Porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mis rebaños.
Ezequiel 34, 8

Abrí la biblia, con cierto temor y reverencia, incluso pensando ¿Quién soy yo, para pedirle “cuentas a Dios”? y me apareció una página, que no me decía casi nada y de repente, se cerró, apareciendo Ezequiel capítulo 34. Creedme, que fue impresionante leer este capítulo, fiel reflejo de lo que está pasando. Por ello, en la medida de nuestras fuerzas, seamos pacificadores. Me apunto


martes, 19 de mayo de 2020


Más sobre “Sincrodestino”
Atención e intención
La conciencia organiza su actividad
en respuesta a la atención y a la intención.
 Aquello en lo que pones tu atención se llena de energía;
 aquello de lo que apartas tu atención pierde fuerza.
La atención activa el campo de energía
y la intención activa el campo de la información,
lo que da lugar a la transformación.
Sincrodestino, págs. 108, 109



Recuerdo a un amigo físico, ya hace años, que dijo un día una frase muy ingeniosa: “La información está relacionada con la energía por un logaritmo neperiano”. Y eso nos dice Deepak Chopra en la cita anterior, prescindiendo, de las matemáticas claro.
Cuando volvemos a la pregunta ¿Cuál es mi propósito en la vida?, necesariamente tenemos que poner la atención en algo y estar atentos a “las señales”, como escribí en la anterior entrada; pero una vez descubierta la meta, tenemos que poner la intención en conseguirla y es entonces , según afirma Chopra en la mima página cuando “las coincidencias se convierten en pistas que nos indican la voluntad del Universo”, yo diría desde nuestra tradición cristiana, “la voluntad de Dios” y vuelvo  al libro, concretamente a la página 110, del capítulo 5: “ En el mundo físico tenemos muchas  maneras diferentes de obtener información… Sólo tenemos que sintonizarlas con nuestros sentidos…  Pero si lo que queremos es explorar la información que está en el nivel del alma, necesitamos otra forma de obtenerla… Todo está conectado con todo lo demás. En el mundo espiritual estas conexiones se hacen visibles; pero en el mundo físico sólo las vislumbramos  a través de las pistas que nos dan las coincidencias. Así como la atención genera energía, la intención permite la transformación de esa energía. La atención y la intención son las herramientas… que atraen una determinada clase de energía y una determinada clase de información”.
En el apartado siguiente, nos anima el autor a fomentar las coincidencias y nos  da una serie de pautas, como puede ser, observar el entorno, con la vista, el oido, el tacto, el sabor y el olor y nos advierte que hay personas sensibles, que las “ven” mejor y que cuanto más  inexplicable sea la coincidencia, la pista es más fuerte. Cuenta el caso de un chico que no se atrevía a pedirle matrimonio a su novia y se fueron a merendar al parque, con intención de pedírselo allí, y que cuando estaban preparando la merienda, pasó una avioneta arrastrando una pancarta. Le pregunta la chica: ¿Qué dice esa pancarta? Y él, sin haberla leído, le dice ¿Joana, quieres casarte conmigo? Ambos levantan la vista hacia la pancarta y efectivamente decía eso. Otra pareja, había solicitado el vuelo de la avioneta y la chica también se llamaba…Joana.
Es muy interesante este capítulo quinto, de este libro. He ojeado el sexto, que es el último de la primera parte, en donde sigue animándonos a buscar esas señales, en el que ya entra en “los arquetipos”.  El esquema que propone este libro es casi el mismo que el que plantea Maximo Teodorani en el libro "Sincronicidad", en donde el hilo conductor es la teoría de las mismas de C. G.  Jung cambiando la nomenclatura, así a lo que Jung llama “Inconsciente colectivo”, Chopra lo llama “Ámbito no circunscrito”.
He comenzado esta mañana a leer la segunda parte, en donde ya nombra al físico Wolfang Pauli y a C. G. Jung, así como a los físicos creadores de la mecánica cuántica; pero eso lo dejaremos para próximas entradas. Este pequeño libro da para mucho.

domingo, 17 de mayo de 2020


La humildad y las sicronicidades

Si permitimos que las fuerzas del mundo físico
 influyan en nosotros, sean o no bienintencionadas,
nos desviaremos del destino de nuestra alma
Deepak Chopra, en Sincrodestino. Pág. 124



Ando yo leyendo dos libros simultáneamente, uno es “La sobria embriaguez del Espíritu”, de Raniero Cantalamessa, del que me he ocupado en entradas anteriores y otro es “Sincrodestino”, de Deepak Chopra, al que pertenece la cita inicial. Son dos libros, de temática “aparentemente” diferente. El primero, está dentro de la más pura ortodoxia católica, y el otro no; pero analizándolos, más de cerca, tienen muchos puntos, en común, aunque  varían en la nomenclatura y la forma de enfocar los conceptos claves. Así por ejemplo, de la página 42 de la “Sobria embriaguez del Espíritu”, tomo esta idea: “La obra de Dios y la obra del hombre, deberían encontrarse en una sincronía perfecta”; pero no es así, actualmente. Eso se dio posiblemente en los primeros siglos del cristianismo, cuando la fe de los catecúmenos, era tan fuerte, que al recibir el bautismo, entraban en esa sincronía.
En ese mismo libro, el capítulo 2 está dedicado a la humildad. No es fácil, en estas pocas líneas, encontrar  una frase, que la defina, máxime, si el concepto de humildad, ha sido malinterpretado y degradado. Una persona humilde, da la impresión de que es sumisa, débil, dependiente… y nada de eso dice el capítulo. Sólo citaré una frase de Santa Teresa, que cita en ese capítulo, concretamente en la página 25: “ Me preguntaba una vez  porqué el Señor ama tanto la humildad, y de repente me vino a la mente, sin ninguna reflexión, que eso debe ser porque él es la suma Verdad, y la humildad es verdad”, más adelante, en la página 27, afirma , que San Francisco, habla de Dios, como la suma Humildad, lo cual significa, rebajarse por amor y es lo que siempre ha hecho desde la creación del mundo. Nuestra humildad, es por tanto hermana gemela  de la caridad y la tenemos que entender desde este punto de vista, lo cual te invita en emplear tus talentos, en una trinidad de acción: hacia nosotros mismos, ante los demás y ante Dios. “El Señor se fija en el humilde y conoce de lejos al soberbio”, leemos en el salmo 138
Estas notas que acabo de poner, quiero relacionarlas, con lo leído en el otro libro, “Sincrodestino”. Una persona que no es humilde, tiene el “ego”, hinchado, refractario a toda acción del Espíritu y no suele hacerse las típicas preguntas ¿Quién soy?, ¿Qué quiero? y ¿Cuál es el propósito en mi vida?; pero el exceso de información, que recibimos, crea una maraña, como la de los árboles del bosque, que no nos dejan ve lo que hay dentro del mismo, todo un mundo de vida animal, de vida vegetal, sonidos, colores, olores… que no vemos, si vemos el bosque desde fuera.
Si respondemos honestamente a la pregunta ¿Cuál es el destino que quiero darle a mi vida?, es necesario sintonizar con la información que está a nivel del alma; pero no sirve la información “del mundo”. Es necesario utilizar otras fuentes, otros canales, porque en el mundo físico las conexiones con el alma, sólo las vemos con las coincidencias, que casi siempre pasan desapercibidas, puesto que casi toda la información que llega a los sentidos es interferencia. Y voy a poner un ejemplo, que me ha sucedido hace tres días: En este tiempo de confinamiento, yo y me imagino que mucha más gente, he estado “demasiado” pendiente de lo que pasa, de las noticias, verdaderas o falsas, que no hay forma de discernir, y llegado el momento mi estado anímico y psicológico parecía estallar y al hilo de estas reflexiones, decidí, poner la antena y “ver más allá” de este ruido, topándome con la cita puesta al principio. Esto hizo que  me diera cuenta del error en que estaba cayendo y en la espiral en la que estaba entrando.
Otra vez, resuena en mis oídos, esta hermosa canción de Cesáreo Garabain Si miro al cielo o miro al mar.

lunes, 11 de mayo de 2020


Es necesario renovarnos

Tenéis que renovaros en el espíritu de vuestra mente
 y revestíos del hombre nuevo.
Ef 4, 23-24

Esta cita, la he sacado del libro, que he mencionado ya en alguna otra entrada, “La sobria embriaguez del Espíritu”, de Raniero Cantalamessa,  concretamente del capítulo 3, dedicado a la “Efusión o bautismo en el Espíritu”, de la Renovación Carismática; pero puede valer para cualquier persona, que desee, vivir “como Cristo nos enseña”.
En efecto, todavía estamos esperando, repasar las fases, que nos faltan, para salir del confinamiento; pero no nos damos cuenta, que aun en el mejor de los casos, que podamos salir, las cosas no van a ser como antes, que vivíamos una vida alegre y confiada, en la que la “ciencia”, incluso podría vencer a la muerte, como se nos decía en alguna conferencia en el mes de Noviembre del pasado año. Todo se ha derrumbado, con esta “bolita” de 7 millonésimas de milímetros, que se nos ha presentado.
Me acuerdo de D. Saturnino, el cura de mi pueblo, en un sermón que escuché cuando yo tenía poco más de 7 años, hablando de un barco gigantesco. Yo no sabía entonces, nada del Titanic, ni D. Saturnino dijo el nombre; pero si recuerdo que nos dijo: “habían puesto una placa en su costado que decía: Ni Dios ni los mares, podrán contra él, cuando en plena navegación, choca contra un iceberg y se hundió”. Un poco así nos está pasando; pero a lo que iba:
Necesitamos renovarnos, ante la nueva situación que se nos presenta, que no sabemos cómo será; pero que se parecerá poco a lo que hemos vivido, antes de Marzo, por ello la cita de Efesios, viene muy bien ahora. Y tomo la idea de la página 35 del citado libro: “En el pasaje de Efesios, “espíritu” se escribe con minúscula, y con razón, porque indica “nuestro “espíritu”… (el espíritu de nuestra mente)… Aquí la palabra “espíritu” indica, el lugar donde tenemos que renovarnos para parecernos a Cristo,… “Renovarse” significa, por tanto, esforzarnos por tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús,… luchar para conseguir el “corazón nuevo”” y más adelante en la página siguiente, nos indica “cómo” tenemos que hacer esa renovación y se remite a Tit 3, 5: “… nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia, por medio del bautismo regenerador y la renovación en el Espíritu Santo”. Si os fijáis, Espíritu ya está con mayúsculas, “…porque no indica nuestro espíritu, sino el Espíritu de Dios”. El Espíritu Santo, es por tanto el instrumento, el agente, de nuestra renovación, de la que Dios, no el hombre, es el protagonista “He aquí que hago yo, no vosotros, nuevas todas las cosas” Ap 21, 5.
Animados por esta confianza, miremos hacia arriba y oramos con el salmo 121: “…levanto los ojos a los montes: ¿De dónde me vendrá el auxilio? Mi auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
Hagámoslo realidad y fortalezcamos nuestra débil, fe, que se parece más a la de Santo Tomás o a la de Moisés, cuando golpeó la roca dos veces, que a la de San Juan de la Cruz
Esto es resumido lo que he sacado de las tres primeras páginas de este capítulo, aunque  sería conveniente releerlas y meditarlas más. Son de una riqueza incomparable.

jueves, 7 de mayo de 2020

Signos en el cielo
Sólo la fe nos alumbra
De noche, iremos de noche
Que para encontrar la fuente
Sólo la sed nos alumbra
Luis Rosales

En estos días de tribulación, queremos signos y nos arrimamos a hechos sobrenaturales que nos llaman la atención, vídeos de milagros y signos en el cielo, como este del origen del Regina Caeli, al menos a mí.
Pero visto el vídeo anterior, con una mirada más fría, nos hace recapacitar. He investigado un poco y este himno ya se cantaba en la Edad Media, por lo que el origen sobrenatural es sólo una tradición: Puede ser, que se oyera a los ángeles cantarlo en esa procesión. No lo podremos saber nunca. Tal vez sí o no. Es, un poco,  como el experimento del Gato de schrödinguer  de la física cuántica. El gato puede estas vivo o muerto;  pero no lo sabremos hasta abrir la caja.
Imaginemos que podemos aparecer allí en el siglo XVI, en un viaje en el tiempo. ¿Oiríamos al coro de ángeles?  No digo ni sí ni no, sino todo lo contrario. El pasado verano, un sacerdote nonagenario de mi pueblo, me comentó, que en tiempos de la guerra civil, él y su hermana, bajando a Batuecas en  una caballería, vieron a San José y la Virgen en el cielo. Se lo he comentado a algunos amigos que lo conocen y unos se ríen y otros lo creen. Volvemos a lo de siempre: Sólo la fe nos alumbra en este oscuro caminar.