¿Por qué la luz no dobla las esquinas?
Introito
No voy
a explicar por qué. Me gustaría.
Tal vez
en otra “encarnación”, sea un gran físico,
cosa que no he podido ser en esta.
Entonces
sí, os lo prometo.
Lo que voy a hacer es comentar algunas ideas que me
llaman la atención del libro con este título de J.A. Solórzano. Gran libro este
de la Editorial San Esteban. Para empezar, es original, la forma en que al
autor le dio la idea del título del libro. Lo cuenta en el capítulo primero: “El paisaje con la luz del alba”, en la
página 13: “Iba en autobús desde
Santander a Oviedo. En el asiento de adelante, un muchacho… y otro menos joven…
coinciden… comienzan una conversación… abordan temas
en torno científico, pseudo-científico, esotérico, mágico… opinaron sobre el
cosmos, el espacio, el tiempo… Yo agudizaba mi maltrecha audición... y Dios no
tardó en salir a “re-lucir”… Y en un momento dado, el que parecía profesor de
química le dice al más joven: “Una de las cuestiones que aún no se han resuelto
en el mundo de la física es por qué la luz no dobla las esquinas…”
En la siguiente página, hace una preciosa analogía entre
la naturaleza ondulatoria y la naturaleza corpuscular de la luz con el
evangelio de Juan. Merece la pena trascribirla:
Ø Si la luz está compuesta y se trasmite
por “ondas” expansivas como el sonido, entonces tiene la fuerza de la palabra,
de la Palabra iluminadora, de la Palabra hecha luz, de la Luz hecha Palabra en
medio de las tinieblas (Jn. 1,9). Luego…
Ø Si la luz es conjunto de partículas en
expansión, entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la unidad, de la
presencia viva, de la filiación, de la concreción en la carne, en la carne de
Alguien y de algunos (Jn. 1, 12-14). Luego…
Quedan las “relaciones de
incertidumbre”. ¿Qué es la vida sino una acción continua de relaciones?...
Termina
el capítulo con el siguiente párrafo: “Desde
ahí, cualquiera que sea la situación, poco importa que la luz doble o no las
esquinas. Nosotros nos ponemos bajo la luz de la Palabra, en el jugo, nunca
fácil, de los claroscuros de la fidelidad”.
Y con
los siguientes versos de Antonio Machado:
“Sabe
esperar, aguarda que la marea fluya
-así
en la costa un barco- sin que el partir te inquiete.
Todo
el que aguarda sabe que la victoria es suya;
Porque
la vida es larga y el arte es un juguete.
Y
si la vida es corta
Y no
llega la mar a tu galera,
Aguarda
sin partir y siempre espera,
Que
el arte es largo y, además, no importa”
Ya
lo decía, añado yo, Santa Teresa: “la paciencia todo lo alcanza”
Para
terminar, comento: “continuará” y si queréis ampliar, aquí tenéis el libro,
aunque mejor sería tener la suerte de ojearlo en papel, que amarillee, que se
pueda oler, subrayar, releer, saborear…