jueves, 7 de mayo de 2015

Desapego espiritual
( de “Las moradas”)

 Artículo publicado por Pedro Becerro Cereceda, en la página de la Asociación de AA. De la Escuela de Teología de San Esteban, Salamanca, en Octubre de 2011.


Ilustración de José Luís Serna Romera


Todo lo que hagas hazlo generosamente (De la Posada del silencio, del P. Moratiel)

-                          Dice Dios-

Así ha de ser nuestro ademán a la hora de vivir y de orar sin dar suelta a nuestros posibles intereses egoístas o de ambición, buscando conquistar algo.

También nuestra oración callada la hacemos sin ningún beneficio, ni utilitarismo. Esto no se concibe en nuestra cultura, pero ¿qué intereses queremos cuando nuestras manos están vacías esperando lo divino? La purificación de nuestro corazón consiste en no estar apegados a nada.

Todo lo que hagas hazlo gratuitamente.

Libres, purificados de toda expectativa, de toda división también.

El éxito de la vida no está en alcanzar un proyecto, sino en vivir armoniosamente. Tu corazón se llenará de armonía en la medida que viva unido y en comunión con el Señor. Una actitud así libera, día a día, de esas contaminaciones.

Todo lo que hagas hazlo generosamente.

Estoy leyendo el libro “Las siete moradas” de Carolina Myss, (la autora, se ha basado en “El castillo interior o las moradas” de Santa Teresa) y una noche antes de dormirme, leí el apartado Desapego espiritual, en la página 113. Al cabo de una hora, me desperté pensando en lo que ese apartado había producido en mi mente. “Un volcán un Etna hecho…”, como diría Calderón; pero antes, vamos a escuchar lo que nos dice la santa en el capítulo primero de “Las moradas”: “… tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver como podremos entrar en él. Parece que digo algún disparate, porque si este castillo es el ánima, claro está que no hay para que entrar, pues se es el mismo; como parecía desatino decir a uno que entrase en una pieza estando ya dentro. Mas habéis de entender que va mucho de estar a estar; que hay muchas almas que se están en la ronda del castillo, que es donde están los que aguardan, y que no se les da nada de entrar dentro…”. Volviendo a Caroline, pág. 109: “… de pie en el puente levadizo, es muy posible que piense: “Llevo una vida corriente en el mundo real, no en una comunidad enclaustrada. ¿Qué puedo sacar en limpio al encontrarme con mi alma? ¿Para que voy yo a querer arriesgarme a cambiar mi vida? ¿De qué le sirve a alguien como yo, desde un punto de vista práctico, juguetear con transformaciones místicas en el mundo del día a día? ”. Explica como no entramos en el castillo porque estamos apegados a cosas, vivencias, traumas, personas, estatus social, prestigio… Es necesario un desapego espiritual para cruzar el puente levadizo: “El desapego espiritual es el medio por el cual nos apartamos de las distracciones del poder para permitirnos experimentar el auténtico poder de Dios, que es puro amor”. Volviendo a la Santa Teresa: “ (algunas almas) aunque están metidas en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de tarde en tarde se encomiendan a nuestro Señor y se consideran quien son… alguna vez rezan llenos de mil negocios, el pensamiento casi lo ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que, como adonde está  su tesoro se va allá el corazón,…” y más adelante, Caroline, en el apartado, Un momento de contemplación: inspiración para despegarse, (Pág. 117) dice: “Piense en algo que tenga para usted categoría de apego, algo con lo que de verdad lucha. Usted sabe que debería haberse desapegado de esa situación, persona o recuerdo hace mucho tiempo, pero el caso es que sigue ahí. Entre en el silencio y rece pidiendo inspiración sobre como resolver esa situación. Vea a la persona situación o cosa: note como se aferra su espíritu a ella. Pregunte ¿Cómo podría liberarme?...” y Santa Teresa nos indica: “ …hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio, ni parece que puedan entrar dentro de si … y si esas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia si, así como le quedó la mujer de Lot para volverla”; pero Santa Teresa nos da el remedio: “La puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración” y Caroline, nos hace reflexionar. Cito otro párrafo: “Recuerde que el desapego no significa renunciar a sus pertenencias terrenales, como hacían los místicos cuando entraban en un monasterio. Desapego quiere decir retirar la autoridad que tienen sobre usted el estatus social o el dinero o una herida emocional. Los objetos o el estatus se vuelven no esenciales cuando uno llega a conocer la verdadera autoridad de su alma y de Dios… No es necesario renunciar a ellos, pero si es necesario ver con claridad por qué nos aferramos a ellos con tanta pasión” y en eso estamos. A poco que meditemos sobre esto, detectaremos múltiples apegos en nuestras vidas, yo particularmente quiero “desapegarme”, aunque no es fácil. Es lo del joven rico que se aleja entristecido de Jesús, porque no quiere desprenderse de sus riquezas. Si pretendemos entrar en la primera morada, no hay más remedio: hay que "desapegarse"; pero nos pasamos la vida en el puente levadizo y no nos atrevemos a entrar, porque pensamos que Dios “nos va a quitar” lo que tenemos.

Y puestos a extrapolar la situación, imaginemos al joven rico, dándose cuenta de su error y volviéndose a Jesús, diciéndole humildemente: ¡Señor, no puedo, dame fuerzas!. Jesús algo le hubiera sugerido y su situación habría cambiado. Y nosotros, si somos sinceros y hacemos caso a la Santa, seguro que nuestra oración será escuchada y nos conformaremos con entrar en la primera morada… y una vez dentro ¿por qué no seguir hasta la séptima?
Y

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