domingo, 6 de septiembre de 2015

Llenar un hueco en el vacío

John Napier, fotografía de internet

Cuando yo era un joven profesor de matemáticas en un instituto de Enseñanza Media, como se decía antes, tenía un amigo, también profesor de la misma materia y cuando llegaba el tema de los logaritmos, solían preguntarle las alumnas: ¿D. Jorge, para que sirven? Y él solía contestar: para nada, teniendo en cuenta que, lo único que realmente sirve para la vida es cultivar la tierra y criar animales, ahora bien hoy a ti y a mí nos pueden servir para llenar un hueco, en el vacío de la vida.
Respuesta certera, de urgencia, simple  y directa, aunque bien mirado incompleta y sesgada, pues gracias a los logaritmos, las demás ciencias han avanzado  mejor. También podríamos reflexionar sobre el trabajo de gigantes, de los que han construido la ciencia, como John Napier (Neper) (Edimburgo 1550-1617) el inventor de los logaritmos, que dedicó nada más y nada menos que 27 años 27, a construir la tabla, a la luz de velas y por supuesto, sin calculadora, publicando En 1614 su obra Mirifici Logarithmorum Canonis Descriptio, ejusque usus in utroque Trigonometría; ut etiam in omni logística mathematica, amplissimi, facillimi, et expeditissimi explicatio, en la que los da conocer a lo que él llamó «números artificiales». (Nota de Wikipedia); pero esto nos sacaría del tema que quiero tocar hoy y que merece una entrada aparte.
Hay personas que llena “el hueco en el vacío”, cocinando, aunque luego no tomen la comida y tal vez lo hagan para otros, otras van a misa, o se hacen adictos al trabajo, haciendo presentaciones de PowerPoint, montando vídeos, escribiendo… y hoy sobre todo manejando el móvil. No hay más que echar una mirada a nuestras calles, plazas, medios de transporte, para comprobarlo. Y la pregunta es ¿llenamos un hueco en el vacío o combatimos el aburrimiento, que se genera al “huir del vacío”?. En el  vacío, dicen los místicos, encontramos a Dios y Dios tal vez nos interpele y nos diga ¿Dónde está tu hermano?, como le dijo a Caín. No damos tiempo ni siquiera a escuchar la pregunta. Caín parece que la escuchó y respondió, saliéndose por la tangente.
Hoy día esa pregunta es más acuciante, no hay más que asomarse a los informativos. Tenemos que mirar como llenamos el hueco del vacío, si lo hacemos para construir “los logaritmos”, como John Neper, algo que sirva para mejorar la vida de nuestros semejantes o simplemente para no caer en el aburrimiento.
Nuestra vida se mueve en los parámetros yo-tu, nosotros y los otros y eso ha sido y es la fuente de tanta tragedia, que ha asolado a la historia. Nuestro comportamiento con los móviles y con la forma de “llenar el vacío”, nos está llevando a eso, a separarnos, fomentado por el individualismo que rige en nuestra sociedad.
Si en lugar de llenar el vacío, nos sumergiéramos en él, llegaríamos a conclusiones tan interesantes, como a las que llegó Jeff Foster, que después de buscar la fuente de la espiritualidad, concluyó que la “iluminación” no existe. Decir que estoy iluminado, implica admitir que tú no estás y eso ya está generando separación. Si estoy en el momento presente, como debo estar, ya estoy iluminado y no hay más… Lo explica muy brevemente en el comienzo de su libro “Más allá del despertar”:
"En la separación existente entre sujeto y objeto
se asienta toda la miseria de la humanidad."

— J. Krishnamurti

Todo comenzó (y debo decir que no es mucho lo que ahora puedo recordar) una fría y lluviosa tarde de otoño en Oxford mientras paseaba. El cielo estaba oscureciendo y yo me arropaba en mi nuevo abrigo cuando, súbitamente y sin advertencia previa, la búsqueda de algo más se esfumó y, con ella, toda separación y toda soledad.
Y con la muerte de la separación, yo era todo lo que había…

No hay vacío, o el vacío es pleno, como afirman los místicos, somos los sirios que huyen de la guerra, los que mueren en las pateras, los nacionalistas, los del equipo contrario,… somos uno y no hay más. Ya lo dijo Jesucristo: “El Padre y yo somos UNO

Aunque es de noche… que diría también un místico.

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