Caos
Sostengo su esencia y su forma amorfa,
Hasta que se mezcle y combine
ordenadamente.
La cita del comienzo corresponde a un poema
de Edna St. Vicent Millay, con el que describe su intento de contener el caos
de su vida. Lo acabo de leer en el penúltimo capítulo de “Las noches oscuras
del alma” de Thomas Moore. Eso mismo estoy haciendo yo, al escribir esta
entrada en el blog.
Ayer saqué unas páginas del Maestro Eckar,
para continuar con la “Acción y la contemplación” y el caos de mi mesa, las ha
eclipsado. Por eso me paro a reflexionar. Es necesario. Hace tiempo, no sé cuánto,
leía yo en un libro, no sé cuál, la siguiente anécdota: Un famoso equilibrista
cruzaba sobre una cuerda las cataratas del Niágara y cuando iba por la mitad,
el cable comenzó a oscilar peligrosamente. Lo que hizo el acróbata fue pararse,
sentarse y esperar… Luego más tranquilo terminó su travesía. Algo de eso nos
pasa en determinados momentos de la vida. Según la Teoría del Caos, en este subyace un orden. ¿Pero qué
clase de orden, si cada vez hay más caos? ¿O no será que estamos confundiendo “caos”
con “entropía”? ¿Caos no es lo mismo que desorden? Tal vez no. Las palabras a
veces nos traicionan y nos confunden. Para eliminar la entropía, recuerdo
cuando estudiaba termodinámica, hay que aportar energía. Es lo que hay que hacer
para ordenar la cocina, el cuarto de los libros, la leonera de los niños… Eso no es caos, es entropía, es desorden puro
y duro. Es acción, después de contemplar en donde nos hemos metido.
Contener el caos, mejor
dicho, la entropía, no es solución a largo plazo. La mujer del poema, adicta al
alcohol, después de un accidente automovilístico, no terminó bien, si admitimos
lo que pensamos que es terminar bien. Ahora bien, terminó a su modo bien: leo
en la página 384 del citado libro: “Tras varios
años de lucha, pasó un mes en un hospital para curarse de su adicción,… posteriormente…
ella y su marido decidieron… someterse a una terapia ideada por ellos mismos,
consistente en que Edna se bañara desnuda en las frías aguas de una pequeña isla,
viviera sin electricidad y memorizara largos y complicados poemas…” Su
biógrafo afirma: “Fue como si Edna se
despojara de un manto negro que la cubría”
Después de esta reflexión,
cabe volver al dilema: ¿Es entropía o es caos, en el que subyace un orden, lo
que nos ocurre? ¿Tiene algo que ver el desorden externo, con nuestro desorden
mental? No lo sé. Por si acaso, mañana ordenaré la mesa.
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