La Contemplación
y la Acción (1)
Tú y yo y todos los hombres fuimos hechos
para hallar nuestra identidad en el Cristo místico, en quien nos completamos
todos mutuamente “en un hombre perfecto, en la medida de la edad de la plenitud
de Cristo”. Cuando alcancemos la perfección del amor que es la contemplación de
Dios en Su gloria, nuestras personalidades inalienables, aunque permaneciendo
eternamente distintas, se combinarán, sin embargo, en UNA, de modo que cada uno
de nosotros se hallará en todos los demás; y Dios será la vida y realidad de
todos. Omnia in omnibus Deus.
Thomas Merton en Semillas de Contemplación, pág. 21
Para comenzar este tema,
recurrente, al menos en mí, me parece oportuno el pasaje evangélico de Marta y
María (Lc 10, 38-42). Sólo pondré aquí
el final: “El Señor le contestó: “Marta,
Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad una
sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, y nadie se la quitará”
Una vez terminado de leer
este relato, nos quedamos con esto, que se asemeja a lo de la Transfiguración
(Lc 9, 28-36) cuando dijo Pedro a Jesús: ¡Qué bien se está aquí hagamos tres
tiendas! ”Entonces apareció una nube y los cubrió con su sombra, que los llenó de
temor, y vino una voz de la nube, que decía: “Este es mi hijo, el elegido,
escuchadle”. Y cuando cesó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos callaron.”
En el episodio de Marta y
María, parece clara la conclusión y a este respecto, Leemos en “Otro modo de ver, otro modo de vivir”,
de E. Martínez Lozano, pág. 176: “Cuando estas palabras se leen desde un
modelo mental, la conclusión es clara: no importa el hacer (la tarea, el
servicio, el compromiso), sino el estar (la escucha de la palabra, la
contemplación, la espiritualidad), y esto segundo es “superior” a lo primero”
En el episodio de la Transfiguración,
Jesús no dice nada, sobre las tres tiendas. Sólo se oye una voz, que invita a
escucharle y se le ve a él sólo. Callan y se van.
Citamos también el pasaje
de La Ascensión (Hch 1, 6-11) en el que, aparece el ángel, que les dice ¿Qué hacéis
hay, mirando al Cielo?, “Este que os ha sido llevado, este mismo
Jesús, vendrá como lo habéis visto partir”, invitando precisamente a la
acción.
¿Comenzamos a cuestionar
la elección de María? No necesariamente; pero tenemos que verlo desde otra
óptica menos simplista. Hemos de fijarnos, en Cristo que está solo, después da
la Transfiguración, y al que se nos invita a escuchar su palabra, que “no ha
venido a ser servido, sino a servir”, es decir, lo que hacía Marta;
pero con una diferencia, Él no se queja como Marta. En la Ascensión, Cristo está “ausente”, pero
volverá, no sólo al final de los tiempos, sino cuando sea necesario. Y un
detalle que puede pasar desapercibido, considerar a la Contemplación, el polo
opuesto a la Acción, como considerar a la luz y a la oscuridad, dos realidades
distintas, cuando son las dos caras de la misma moneda.
Con estas premisas,
profundizaremos en este interesante tema, en próximas entradas.
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