viernes, 4 de septiembre de 2015

Dos mil años después


El tiempo (no) pasa. Nosotros (tampoco) pasamos. El presente es eterno (dicen); pero lo cierto es que en quince años, se acumulan muchos papeles, que hay que ir eliminando. Y a veces, al eliminar, se encuentra uno con estas “joyitas”, que en un tiempo,  (supuestamente) pretérito, allá por el año MM, escribió:

¡Oh luz que rompiste la mañana!
¡Oh Cristo que rasgaste el velo!
El velo de la historia,
el día uno del año cero.
Nos dijiste: Ahora comenzad de nuevo.
Señor, yo me pregunto dos mil años después:
¿Te hemos hecho caso,
o todo ha sido un sueño?

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