Dos mil años
después
El
tiempo (no) pasa. Nosotros (tampoco) pasamos. El presente es eterno (dicen);
pero lo cierto es que en quince años, se acumulan muchos papeles, que hay que
ir eliminando. Y a veces, al eliminar, se encuentra uno con estas “joyitas”,
que en un tiempo, (supuestamente) pretérito,
allá por el año MM, escribió:
¡Oh
luz que rompiste la mañana!
¡Oh
Cristo que rasgaste el velo!
El
velo de la historia,
el
día uno del año cero.
Nos
dijiste: Ahora comenzad de nuevo.
Señor,
yo me pregunto dos mil años después:
¿Te
hemos hecho caso,
o
todo ha sido un sueño?
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