Iniciando
Septiembre, terminan las
vacaciones, se inicia un nuevo curso. Es necesario, “ponerse las pilas” y
comenzar a escribir; pero ¿por dónde empiezo?, la verdad es que el problema no
es el tema, que sobran, sino la elección, pues es corriente que nos pase como al
asno de Budirán: (Nota de Wikipedia El asno de Buridán es el nombre que se le da al animal
que protagoniza un antiguo argumento de reducción
al absurdo contra Jean Buridan (1300 - 1358), teólogo escolástico discípulo de Guillermo de Ockham, defensor del libre albedrío y de la posibilidad de ponderar toda decisión a través de la razón. Para
satirizar su posición, algunos críticos imaginaron el caso absurdo de un asno
que no sabe elegir entre dos montones de heno (o, en otras versiones, entre un
montón de avena y un cubo de agua), y que a consecuencia de ello termina
muriendo de inanición (o de sed). Se trata, según algunos, de una paradoja, ya que, pudiendo comer, no come
porque no sabe, no puede o no quiere elegir qué montón es más conveniente, ya
que ambos montones le parecen iguales”
En efecto ayer me di cuenta en internet, que en 2015 se
cumple el primer centenario del nacimiento de Thomas Merton., ayer también me
llegó un correo en el que citaba “ Las coplas a la muerte de Thomas Merton”, de
Ernesto Cardenal, he leído en mi “libro
de cabecera”, por ahora ”Las noches oscuras del alma” de Thomas Moore, algo muy
hermosos sobre “el sentido de la vida”, vivencias de este verano, lectura de
libros, experiencias buenas y malas, que de todo hay en la viña del Señor, y
otro muchos temas, que darían no para una entrada, sino para muchas. Ese es el
problema, elegir un tema y desarrollarlo, si puede ser durante un tiempo
Hoy sólo quiero clarificar, si puedo esta indecisión,
no vaya a ser que me quede en nada, como el “asno de Buridan”, paradojas de la
vida, como la del Rey Midas, también, que al tocar producía oro, hasta la
comida. La
vida es “un abrir puertas”, según explica Enrique Martínez Lozano, en el
comentario que hace al evangelio que se leerá el domingo en las celebraciones
eucarísticas: Marcos 7, 31-37, referido a la curación por Jesús a un sordomudo.
Es un “effeta” continuo y copio de dicho comentario: “Es probable que, por lo
general, la apertura sea progresiva: a medida que accedemos a abrir algo en
nosotros, se nos mostrará el paso próximo a dar. Como si se tratara de un juego
de puertas que se suceden una tras otra, así parece ser nuestro mundo interior.
Cada apertura nos coloca ante otra nueva
“puerta” que pide ser abierta. Y en el camino nos vamos adentrando en espacios
cada vez más genuinos e interiores, hasta llegar a reconocernos finalmente en
la Espaciosidad sin límites que somos. Pero, habitualmente, el acceso a esta espaciosidad original
requerirá todo el camino anterior.¿Qué puertas hay que abrir? Capacidades dormidas
(amor, ternura, alegría, generosidad, solidaridad, libertad…), defensas
protectoras que se han convertido en armadura oxidada (miedos, retraimiento,
imagen idealizada…), “manías” en las que nos hemos instalado, costumbres y
rutinas que nos mantienen encerrados en una jaula de llevadero confort… Lo que
parece cierto es que la apertura a espacios interiores va acompañada de la
apertura a los otros seres y a toda la realidad. Ese parece ser el camino que
conduce al descubrimiento de que somos uno”.
Y en eso andamos, abriendo
puertas; pero, nuestra humana naturaleza y nuestras circunstancias personales,
a veces nos impiden hacerlo o bien, nos cierran puertas que ya habíamos
abierto, hay que ser “Marta, habiendo sido previamente María”, del ejemplo
evangélico (Esta sería también una bonita entrada al blog) y esas puertas nos conducirán a la Vida, preparándonos
para la entrada plena en la misma, ya que “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a
la VIDA”, que es como comienzan las “Coplas a la muerte de Thomas Merton” de Ernesto Cardenal.
Podía haber terminado la
entrada; pero leo la sentencia 142 del I
Ching: “Sólo aquel que repite
incesantemente su lección se convierte en un auténtico maestro de la misma”
Y ya está
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