jueves, 17 de septiembre de 2015

La Contemplación y la acción (y 4)

“Dios llama a los seres humanos a su unión con Él y entre ellos en Cristo,
 en la iglesia que es su cuerpo místico…
El hombre ha de concluir a esa llamada para vivir en paz
 con todos sus hermanos en Cristo”


Palabras de Thomas Merton, con ocasión de la inauguración de lo que acabaría siendo el Centro de estudios Thomas Merton,  él mismo afirmaba que todo lo que había escrito podía reducirse a esas palabras.

Esa cita la he tomado del libro “La contemplación en acción”, de Fernando Beltrán Llavador, profesor de la Universidad de Salamanca (Ed. San Pablo 1996). Es un libro que leí en aquella época y que uno guarda  “para volverlo a leer”, en sitio preferente, aunque por desgracia, pocos libros, yo he leído por segunda vez. Ahora que estoy con este tema, me he acordado de él y lo tengo entre mis manos, mientras escribo estas notas. Cuando lo leí, incluso le escribí al autor, que me contestó muy amablemente (La carta debe estar en algún lugar de mi desordenado cuarto) y curiosidades o “sincronía”, el otro día compré otro libro sobre Merton:” El palacio del vacío de Thomas Merton” de James Finley (Ed. Sal Terrae) traducido también por Fernando Beltrán.
Pues bien, termino esta serie, citando este libro, pues lo que tenía que decir, desde mi punto de vista del tema de la contemplación y la acción ya lo he dicho. Lógicamente pueden escribirse multitud  de tratados sobre el tema, que es inmenso. Pero de momento termino aquí “la serie”. Me dijo una vez un amigo, que más vale dejar a la gente con ganas, que aburrir al personal.
Sin embargo, no olvidemos, lo que decía nuestra Santa de Ávila, que “Dios anda entre los pucheros” y añado yo: en medio del tráfico, entre los coches y camiones, en las minas, en las escuelas e institutos, en los quirófanos, U.C.I.s de los hospitales, “In omnia locus Deus est” y ahí está la verdadera contemplación y acción. Si evitamos el narcisismo de lo que hacemos o pensamos, como nos recordaba E. M. Lozano y nos fijamos en la cita inicial de esta entrada de T. Merton, que por cierto fue un hombre de mucha acción y eso que era monje contemplativo, en la abadía cisterciense de Getsemaní  de Estados Unidos.
Otra cita, que oí hace mucho; pero que no se de quien es, dice así más o menos:” Vivamos y actuemos en el mundo; pero sin ser del mundo” y para ello nos ayuda la oración, terminando con las oraciones que cita Fernando Beltrán en el último apartado del citado libro: “Para orar con Merton”:


La devoción a María la mujer vestida de sol
“En María está perfectamente realizado todo el plan creador y redentor de Dios… Nos queda a nosotros, pues celebrar su belleza inmaculada, abrir nuestros corazones a la misma luz de verdad quela santificó, la misma gracia que la hizo grata al Altísimo, que es su creador, que es su creador igual que lo es nuestro, y que desea ver realizado en nosotros el mismo misterio inefable de luz” (Tiempos de celebración)
Abrámonos a la presencia luminosa de María bien mediante alguna oración conocida, o algún pensamiento devoto… o sencillamente repitiendo con ella en silencio “Hágase en mi según tu palabra”
Oración por la paz (fragmentos)
Leída por Merton en el Congreso norteamericano
el 12 de abril de 1962

Dios todopoderoso y misericordioso,
Padre de todos los hombres,
Creador y señor del universo,
Señor de la historia,
tus designios son inescrutables,
tu gloria es sin mancha,
tu compasión por los errores humanos no se agota,
¡Nuestra paz descansa en tu voluntad!
Concédenos prudencia en proporción a nuestro poder,
sabiduría pareja a nuestra ciencia,
humanidad en la medida
de nuestra riqueza y nuestra fuerza.
Y bendice nuestra voluntad sincera
de ayudar a todas las razas y gentes
a viajar de forma amistosa con nosotros
por el camino de la justicia,
la libertad y la paz duraderas.
¡Oh Dios santo y misericordioso con los hombres:
Concédenos buscar la paz allí donde de verdad se encuentra!
¡En tu voluntad, Oh Dios, reside nuestra paz!
AMEN

Confía en el Señor
Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de donde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad no significa que realmente lo haga… No temeré, pues tú estás siempre y no me dejarás que haga frente sólo a mis enemigos (Pensamientos de la soledad)
Cristo vive en nosotros
“Si dejamos que Cristo resucitado viva en nosotros, entonces podremos seguir confiados, muy seguros de estar caminando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen” (Las fuentes de la contemplación)
Travesía del desierto
“No olvidemos nunca que el camino ordinario de la contemplación atraviesa un desierto sin árboles, sin belleza ni agua… Puede parecer imposible creer que conduzca a parte alguna (Nuevas semillas de contemplación)
 Pero, “No hay vida nueva sin adentrarse en la oscuridad ni día gloriosos sin noche tenebrosa”
Llamada universal a la santidad
“Hemos sido llamados a la santidad no por nuestra propia fuerza, pues no tenemos ninguna, sino por la fuerza de la gracia de Cristo… (1 Cor 1, 17)
Se nos ha llamado no sólo a temer a Dios y a honrarlo sino a amarlo con toda nuestra fuerza, hasta el punto de olvidarnos completamente de nosotros mismos e identificarnos plemnamente con Él” (San Bernardo, el último de los padres)
Plegaria desde el centro del alma
Carta a Abdul Aziz, pakistaní estudioso del sufismo
2 de enero de 1966
Estrictamente hablando, tengo un modo muy simple de oración. Está centrada enteramente en atención a la presencia de Dios y a su voluntad ya su amor. Esto es, está centrada en la fe, únicamente por medio de la cual podemos conocer la presencia de Dios. SE podría decir que eso confiere a mi meditación el carácter que el profeta describe como un “estarse ante Dios como si lo vieras”. Pero eso no significa imaginar algo o concebir alguna imagen precisa de Dios, ya que a mi parecer eso sería caer en alguna forma de idolatría. Por el contrario es cuestión de adorarlo en forma invisible y por encima de nuestra comprensión… Hay en mi corazón esa gran sed de reconocer totalmente la nada de cuanto no es Dios. Mi oración es una especie de alabanza que brota desde el centro de la nada y del silencio” (primer volumen de las cartas de Thomas Merton)
La victoria del amor
Oh Dios, somos uno contigo…  Tú nos has enseñado  que si nos abrimos al otro, tú moras en nosotros. Ayúdanos a preservar esa apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a darnos cuenta de que no puede haber entendimiento allí donde hay rechazo mutuo… al aceptar al otro te aceptamos a Ti y te damos gracias, y te adoramos , y te amamos, con todo nuestro ser, porque nuestro ser está en tu ser, y nuestro espíritu está arraigado en tu Espíritu. Llénanos pues de Amor, y que el amor nos una cuando emprendamos nuestros diversos caminos, unidos en ese único espíritu que te hace presente en el mundo  y que permite testimoniar la realidad última que es el Amor… Amen” (Oración de clausura en una conferencia espiritual en Calcuta, 1968).
Poco después, ese mismo año moría Merton, en Bangkok, electrocutado con un ventilador, o mejor dicho, alcanzaría la contemplación plena.


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