miércoles, 16 de septiembre de 2015

La contemplación y la acción (3)
“Amad a vuestros enemigos, haced bien y prestar sin esperar
nada a cambio… Sed compasivos como vuestro Padre es
compasivo” (Jesús Lc 6,35-36)



La cita con la que comienzo, la he tomado del capítulo 6 “No dualidad y compromiso. La propuesta de Jesús de Nazaret”, del libro “Otro modo de ver, otro modo de vivir” de Enrique Martínez Lozano. Es un análisis muy fino el que hace el autor del citado libro y en el que analiza los “dos polos aparentes” del tema que nos ocupa, por una parte la acción, que a veces se convierte en “activismo” y por otra  la “contemplación”, que se puede confundir con “espiritualidad”, visto desde el modelo mental. Espero atinar, un poco, resumiendo tan fino análisis.
Aparece una cita del “Castillo interior o Las Moradas” de Santa Teresa: “Cuando veo almas muy diligentes a entender la oración… que parece no osan bullir ni menear el pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden el camino por donde se alcanza la unión… Que no hermanas, no: obras quiere el Señor; y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te da nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere menester, ayunes para que ella coma… Esta es la verdadera unión con su voluntad
Por otra parte, el Maestro Eckar en “Tratados y sermones” afirma: “Si el hombre se hallara en un arrobamiento tal como San Pablo, y supiera de un hombre enfermo que necesitara de él una sopita, yo consideraría mucho mejor que tú, por amor, renunciaras [al arrobamiento] y socorrieras al necesitado con un amor más grande
San Juan de la Cruz, en el Cántico Espiritual, parece que dice otra cosa; pero bien pensado es lo mismo: “Los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían… si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en Oración
Martínez Lozano añade (pág. 177): “Si leemos bien nos daremos cuenta que el problema radica siempre en la separación de lo que, en realidad es “no-separado”. Cuando eso ocurre, tanto la “mística” como el “compromiso” se convierten en narcisismo… y así como la mente fractura artificialmente lo que es uno, el ego se apropia de ambas realidades. Es esa apropiación la que genera y alimenta la actitud narcisista”. Más adelante en la (pág. 181) afirma: “… como bien dijo Jesús, el error de Marta no era el trabajo y el servicio, sino la “inquietud”, como síntoma de que estaba identificada con su yo.”
En Tratados y Sermones, parece que Eckar no se fija en eso, pues da por sentado que “Marta es la mujer madura que ha aprendido de la vida y posee una sabia prudencia capaz de dirigir la actuación exterior lo máximo que ordena el amor” mientras que María, “… estaba recibiendo enseñanzas y aprendía a vivir… Más tarde, cuando Cristo ascendiera al cielo y ella había recibido el Espíritu Santo, comenzó a servir…”

Estas “sencillas” reflexiones, pueden ayudarnos a ver en qué situación nos encontramos y hasta qué punto hacemos las cosas por “engordar” el ego alimentando el narcisismo o estamos cumpliendo el mensaje evangélico.

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