La contemplación
y la acción (3)
“Amad a vuestros enemigos, haced bien y prestar sin esperar
nada a cambio… Sed compasivos como vuestro Padre es
compasivo” (Jesús Lc 6,35-36)
La cita con la que
comienzo, la he tomado del capítulo 6 “No
dualidad y compromiso. La propuesta de Jesús de Nazaret”, del libro “Otro modo de ver, otro modo de vivir”
de Enrique Martínez Lozano. Es un
análisis muy fino el que hace el autor del citado libro y en el que analiza los
“dos polos aparentes” del tema que nos ocupa, por una parte la acción, que a
veces se convierte en “activismo” y por otra la “contemplación”, que se
puede confundir con “espiritualidad”, visto desde el modelo mental. Espero
atinar, un poco, resumiendo tan fino análisis.
Aparece una cita del “Castillo
interior o Las Moradas” de Santa Teresa: “Cuando
veo almas muy diligentes a entender la oración… que parece no osan bullir ni
menear el pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que
han tenido, háceme ver cuán poco entienden el camino por donde se alcanza la
unión… Que no hermanas, no: obras quiere el Señor; y que si ves una enferma a
quien puedes dar algún alivio, no se te da nada de perder esa devoción y te
compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere
menester, ayunes para que ella coma… Esta es la verdadera unión con su voluntad”
Por otra parte, el Maestro
Eckar en “Tratados y sermones” afirma: “Si
el hombre se hallara en un arrobamiento tal como San Pablo, y supiera de un
hombre enfermo que necesitara de él una sopita, yo consideraría mucho mejor que
tú, por amor, renunciaras [al arrobamiento] y socorrieras al necesitado con un amor más grande”
San Juan de la Cruz, en el
Cántico Espiritual, parece que dice otra cosa; pero bien pensado es lo mismo: “Los que son muy activos, que piensan ceñir
al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho
harían… si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en
Oración”
Martínez Lozano añade (pág.
177): “Si leemos bien nos daremos cuenta
que el problema radica siempre en la separación de lo que, en realidad es “no-separado”.
Cuando eso ocurre, tanto la “mística” como el “compromiso” se convierten en
narcisismo… y así como la mente fractura artificialmente lo que es uno, el ego
se apropia de ambas realidades. Es esa apropiación la que genera y alimenta la
actitud narcisista”. Más adelante en la (pág. 181) afirma: “… como bien dijo Jesús, el error de Marta no
era el trabajo y el servicio, sino la “inquietud”, como síntoma de que estaba
identificada con su yo.”
En Tratados y Sermones,
parece que Eckar no se fija en eso, pues da por sentado que “Marta es la mujer madura que ha aprendido de
la vida y posee una sabia prudencia capaz de dirigir la actuación exterior lo
máximo que ordena el amor” mientras que María, “… estaba recibiendo enseñanzas y aprendía a vivir… Más tarde, cuando
Cristo ascendiera al cielo y ella había recibido el Espíritu Santo, comenzó a
servir…”
Estas “sencillas”
reflexiones, pueden ayudarnos a ver en qué situación nos encontramos y hasta qué
punto hacemos las cosas por “engordar” el ego alimentando el narcisismo o
estamos cumpliendo el mensaje evangélico.
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