Días de Calor
Ventanas
..."En estas oscuras piezas, donde
paso días agobiantes, voy y vuelvo arriba abajo para hallar las
ventanas.
-Cuando se abra una ventana habrá
un consuelo- Más las ventanas no están, o no puedo encontrarlas
y mejor quizá que no las halle.
Acaso la luz sea un nuevo
tormento. Quién sabe qué cosas nuevas me mostrará..."
Constantino Kavafis-
(cita recibida en un correo electrónico)
Cita
inquietante. Lo primero que se le ocurre a uno al leerla, es buscar las ventanas
y si se encuentra el muro y se constata que no hay ventanas, buscar un pico o
un martillo e intentar abrir al menos un hueco; pero puede ocurrir que no haya
muro y que sea de noche, aunque si es de noche, pueden verse las estrellas,
aunque puede estar nublado. En ese caso, esperar al amanecer, aunque hay otro
problema, la luz que asusta. Se me ocurre utilizar unas buenas gafas.
Hasta aquí la
solución simple. Lo mismo, que los siete pecados y las siete virtudes: Contra
soberbia, humildad, contra gula, templanza, contra pereza, diligencia…, aunque
es posible que la cosa sea un poco más complicada.
Titulo esta
entrada calor, y estamos acostumbrado, contra el calor, aire acondicionado (y
sin haberlo esperado, he compuesto un pareado). No tenemos paciencia. Y así con
todo. En el caso de las ventanas ¿Que otra solución habrá, además de la
propuesta? Esperar ¿a qué y cómo? A encontrar las ventanas si la hay o el muro
para deshacerlo. Si no hay muro a esperar el alba y mientras tanto, que el
temor a la luz se vaya disipando, en una integración de los contrarios: luz-oscuridad.
Es curioso, en la cita se teme a las dos, a la luz y a la oscuridad. Lo cual es
una ventaja, pues el superar el temor a una de ellas, seguramente, implique
superar el temor a la otra. Yo creo que esto es lo mejor; pero “consejos vendo
y para mí no tengo”.
Se me ocurre
una solución más constructiva, acordándome
de los versos finales del poema, El
indiferente (Alegría, 1947) de José Hierro:
Ahora seremos
felices,
cuando nada hay que esperar.
cuando nada hay que esperar.
Que caigan las
hojas secas,
que nazcan las flores blancas,
¡qué más da!
que nazcan las flores blancas,
¡qué más da!
Que brille el
sol o que arpegie
la lluvia sobre el cristal,
que todo sea mentira
o sea todo verdad;
la lluvia sobre el cristal,
que todo sea mentira
o sea todo verdad;
que reine sobre
la tierra
la primavera inmortal
o que decline la vida,
¡qué más da!
la primavera inmortal
o que decline la vida,
¡qué más da!
Que haya
músicas errantes,
¡qué más da!
¡qué más da!
Para qué
queremos músicas
si no hay nada que cantar.
si no hay nada que cantar.
Ahora bien, el
canto no se produce porque el poeta no tiene inspiración. Eso es un drama, sí;
pero fuentes de inspiración hay, procedentes de la Fuente de Creación Eterna.
Basta asomarse a la ventana y ver los vencejos; pero ¡si no hay ventanas! Pues
cantemos a la oscuridad, invoquemos a Écate con su débil luz lunar, pues alguna
luz, aunque lejana, debe haber.
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