martes, 30 de junio de 2015

Días de Calor


Ventanas
..."En estas oscuras piezas, donde paso días agobiantes, voy y vuelvo arriba abajo para hallar las ventanas.
  -Cuando se abra una ventana habrá un consuelo- Más las ventanas no están, o no puedo encontrarlas
  y mejor quizá que no las halle.
  Acaso la luz sea un nuevo tormento. Quién sabe qué cosas nuevas me mostrará..."
 Constantino Kavafis-
(cita recibida en un correo electrónico)

Cita inquietante. Lo primero que se le ocurre a uno al leerla, es buscar las ventanas y si se encuentra el muro y se constata que no hay ventanas, buscar un pico o un martillo e intentar abrir al menos un hueco; pero puede ocurrir que no haya muro y que sea de noche, aunque si es de noche, pueden verse las estrellas, aunque puede estar nublado. En ese caso, esperar al amanecer, aunque hay otro problema, la luz que asusta. Se me ocurre utilizar unas buenas gafas.
Hasta aquí la solución simple. Lo mismo, que los siete pecados y las siete virtudes: Contra soberbia, humildad, contra gula, templanza, contra pereza, diligencia…, aunque es posible que la cosa sea un poco más complicada.
Titulo esta entrada calor, y estamos acostumbrado, contra el calor, aire acondicionado (y sin haberlo esperado, he compuesto un pareado). No tenemos paciencia. Y así con todo. En el caso de las ventanas ¿Que otra solución habrá, además de la propuesta? Esperar ¿a qué y cómo? A encontrar las ventanas si la hay o el muro para deshacerlo. Si no hay muro a esperar el alba y mientras tanto, que el temor a la luz se vaya disipando, en una integración de los contrarios: luz-oscuridad. Es curioso, en la cita se teme a las dos, a la luz y a la oscuridad. Lo cual es una ventaja, pues el superar el temor a una de ellas, seguramente, implique superar el temor a la otra. Yo creo que esto es lo mejor; pero “consejos vendo y para mí no tengo”.
Se me ocurre una solución más constructiva, acordándome  de los versos finales del poema, El indiferente (Alegría, 1947) de José Hierro:

Ahora seremos felices,
cuando nada hay que esperar.
Que caigan las hojas secas,
que nazcan las flores blancas,
¡qué más da!
Que brille el sol o que arpegie
la lluvia sobre el cristal,
que todo sea mentira
o sea todo verdad;
que reine sobre la tierra
la primavera inmortal
o que decline la vida,
¡qué más da!
Que haya músicas errantes,
¡qué más da!
Para qué queremos músicas
si no hay nada que cantar
.


Ahora bien, el canto no se produce porque el poeta no tiene inspiración. Eso es un drama, sí; pero fuentes de inspiración hay, procedentes de la Fuente de Creación Eterna. Basta asomarse a la ventana y ver los vencejos; pero ¡si no hay ventanas! Pues cantemos a la oscuridad, invoquemos a Écate con su débil luz lunar, pues alguna luz, aunque lejana, debe haber.

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