martes, 16 de junio de 2015

San Antonio

Imagen tomada de internet

El otro día, felicité a los Antonios, Antonias, Toñis, etc… y suelo enviar un enlace de YouTube con la canción de los pajaritos. Este año una magnífica versión de Joaquín Díaz. Una amiga me ha contestado con el siguiente correo:
         “Suelo  leer  "El  Mensajero  de  San  Antonio",  una  pequeña  revista  que  tienen  los  padres  Capuchinos. Hablando  del  13  de  junio,  festividad  de  San  Antonio  de  Padua  dice la  revista: Antonio  de  Padua  sigue  siendo  un  desafío  para  todos  los  expertos  en  cosas  religiosas,  inexplicable  aún  para  la  "sociología  del  creer",  un  misterio  de  devoción  y  un  fenómeno  raro  en  medio  de  una  sociedad  secularizada. San  Antonio  fue  en  su  vida  un  gran  defensor  de  los  pobres, murió  a  los  36  años,  pero  su  testimonio  sigue  alumbrando  la  vida  cristiana  después  de  casi  ocho  siglos”.
Conozco a mucha gente, que le tienen gran devoción y no se pierden sus novenas y los “13 martes de San Antonio”. Recuerdo su fiesta en mi pueblo, con la procesión con el santo desde la ermita, que estaba fuera del pueblo. También había muchos días misa en ella. Recuerdo el sonido vibrante argentino de la “campanina”, cuando tocaban desde allí a misa.
Hace poco una señora, con un fuerte lumbago, decía que tenía que sacar a San Antonio en procesión, pues no podía por menos, ya que estando en la playa, perdió una gafas muy caras y acordándose de ello, en el hotel rezó el famoso responso: “Si buscas milagros, mira…” cuando bajó a la recepción, alguien le había traído las gafas.
Mi madre dice, con sus noventa años y pico, que no le falla, que siempre encuentra lo que se ha perdido, rezando el responso. Sin ir más lejos, yo mismo en el mes de noviembre fui a pagar en una tienda con una tarjeta de crédito y al sacar el carnet de identidad, vi que no estaba… perplejo me quedé. ¿Cómo es posible que se haya perdido, si siempre ha estado metido en la cartera? Esa noche pasé por casa de mi madre y se lo comenté. “Vamos a rezar el responso me dijo” y al poco tiempo, se me iluminó la mente: “Ya está: en Lisboa, en el hotel, allí quedó, pues había que recogerlo por la mañana y con las prisas de la salida, se me olvidó reclamarlo”. Luego vino lo de siempre: Buscar el teléfono del hotel, llamar, pedir que me atendieran los amables portugueses en español, no estaba la jefa… pero al cabo de unos día, tenía la carta con el carnet. Conservo el sobre como recuerdo.
Por cierto: En Lisboa visitamos su iglesia y la casa donde nació, cuya foto he puesto al principio.

Antonio divino, por tu intercesión haz que merezcamos la Eterna Mansión.

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