Caos vitae
Anoche desde mi
ventana, miré la Luna, Venus y Júpiter.
La noche del año que
más cerca están. Os envío la foto
(Enviado por Mercedes,
mediante wasap, a quien le dedico esta entrada)
Al ver esta foto del firmamento pensamos:
¡Que paz, qué armonía!, casi se oye la “música de las esferas”, a la que aludía
Pitágoras; pero nada más lejos de la realidad. ¡El caos, reina en el universo! Cometas,
asteroides, planetas, nubes de gas, cúmulos de estrellas, todos en movimiento,
cantidades enormes de energía, que nuestra imaginación no es capaz de
imaginar…; pero el universo sigue “ordenado”, dentro del caos.
Lo mismo sucede con nuestra alma. Tenemos
que admitir el caos, que se genera en ella, “sufrir” las noches oscuras y no
pensar que todo es maravilloso.
“El
que quiera ganar su alma la perderá”, dice Jesús
Estoy leyendo el libro “Las
noches oscuras del alma” de Thomas Moore y en cierto modo me inspira
estos pensamientos. En la página 194 leo: “Cuando
consiga pasar del pragmatismo y literalismo a una vida cimentada en el alma, en
la que la imaginación y las emociones son infinitamente más importantes que la
mera acción y el análisis, su noche oscura habrá alcanzado su propósito. Es
posible que desparezca y que usted vuelva a ver la luz y se sienta más animado.
Pero no será la misma persona. Una parte de usted. Al igual que Perséfone, la
joven e ingenua reina del infierno, vivirá en este ámbito sombrío por más que
usted actúa y reacciona a la luz del sol.”
“Si el
Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles”, dice el
salmo.
A veces pensamos ¿Dónde estás Señor, que no
te encuentro? Posiblemente se encuentre en la oscuridad de nuestra alma; pero
lo intentamos buscar en otro sitio, como Nasrudín, buscaba la moneda, a la luz
de la farola, siendo así que la había perdido en la oscuridad del interior de
la casa. Hoy no se estila esto precisamente. Lo único que vale es “lo
políticamente correcto”. Me hace gracia a veces cuando paso por algún sitio y
leo: “Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años”. Oiga, a mí
no me lo digan, que yo no vendo alcohol. Y me viene a la memoria una anécdota
que me contó alguien que había ido a que le cambiaran la luna del coche por
otra mejor, según una oferta del seguro. Al llegar al taller le dijo el
encargado: “Su luna no está rota y sólo nos autorizan a cambiar las lunas
rotas; pero ahí tiene usted un martillo…”
Y no es cuestión de leyes, es algo más
profundo. Nuestros conflictos personales, de pareja, de vecinos,… queremos
resolverlos desde nuestro afán por encontrar la estabilidad, la “felicidad”;
pero esos conflictos que nos agobian, están para que seamos mejores personas,
no sólo para nosotros, sino para el entorno, familiar, comunitario y en última
estancia global. No olvidemos que estamos más profundamente conectados, que lo
que imaginamos. Y vuelvo a la página 189 del citado libro: “James Hilman critica el esquema de personalismo en la cultura
contemporánea, explicándolo todo desde el punto de vista psicológico y
centrándose en el perfeccionamiento del individuo… Uno de los problemas de este
enfoque es el desengaño que se produce. Las personas pierden su entusiasmo y
sentido de propósito. Sus vidas se vuelven monótonas y aburridas,… porque ven
la solución… como un fin en sí mismo, en lugar del comienzo de una vida en la
que contribuyen a la sociedad”.
Y ahora me acuerdo de Écate, la diosa de la
oscuridad, a la que he dedicado alguna entrada en este blog. Hay que buscar con
la débil luz de la luna, porque hay sitios en donde el sol no puede entrar. De
noche iremos de noche… es necesario encontrar la senda.
Y
ya está.
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