Salmos 23 y 25
El 9 de julio, ponía en
este blog, una reflexión personal del salmo 25 y el motivo principal de la
misma era (y es, para mi) “Señor muéstrame tus caminos e instrúyeme en
tus sendas”. Es decir la plegaria del peregrino, que va a iniciar la
peregrinación y se siente confuso ante la multitud de itinerarios que pueden
presentarse, con la petición añadida de las instrucciones para el camino: “Instrúyeme
en tus senderos”. Hay una fe bastante consolidada en estas peticiones;
pero también hay un cierto recelo, una incertidumbre a ponerse a caminar.
Ayer, en la misa
dominical, se recitó el salmo 23, después de la 1ª lectura, por lo que hoy voy
a intentar reflexionar sobre este, junto al anterior. Por otra parte esta idea
me viene rondando en la cabeza, desde que una amiga, me comentó a raíz de la
entrada sobre el Salmo 25, su predilección por el salmo 23.
En el salmo 23, hay una confianza plena, ya se está en camino, la senda no importa, “El Señor me guía con su vara y su cayado y aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo”. Hace tiempo leí una historia de unos náufragos, en la que uno de ellos no dejaba de recitar este salmo, confiado que llegaría el rescate y al final, llegó.
Imagen del Buen Pastor (Catedral de san Sebastián)
En el salmo 23, hay una confianza plena, ya se está en camino, la senda no importa, “El Señor me guía con su vara y su cayado y aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo”. Hace tiempo leí una historia de unos náufragos, en la que uno de ellos no dejaba de recitar este salmo, confiado que llegaría el rescate y al final, llegó.
No es mi caso. Mi
confianza en el Señor no llega a tanto, en muchas ocasiones. Me gustaría que no
fuera así, a lo más que llego es a la expresión escatológica, “ya;
pero todavía no” y vuelvo a la cita, que utilicé en la entrada del 20
de mayo, con motivo de la Ascensión del Señor, de la pág. 64 del libro "Las huellas de lo oscuro. Estética y filosofía
de Ernst Bloch" de Javier Martínez
Contreras. Ed. San Esteban. Salamanca: "... El auténtico comienzo mundanal abierto de
todo cuanto se ha formado y se forma es un "todavía no", pues el
movimiento natural del ente radica en romper el estado carencial y satisfacer
su plenitud esencial, es decir, ir más allá de su entidad actual para buscar un
nuevo modo de realización de su esencia. Así que el ente, siempre tiene que
comenzar de nuevo (lo cual no necesita que comience de cero) en la tarea de
representar e ilustrar eso que se forma a sí mismo, siempre en su momento
correspondiente y hacia el origen de lo que está siendo...."
Desde la oscuridad de mi
fe, te pido Señor, que apartes de mí el “ego”,
que no me deja ver el camino que me tienes trazado y que una vez en él, mi
confianza sea tal, que la única instrucción que tenga para el mismo, sea la
confianza que me da en que tú vas conmigo. AMEN
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