Amarcod
Anoche, en el canal TCM, pasaron la
película. Cuando me di cuenta estaba ya en la última hora; pero suficientemente
evocadora, de la época en que la vi en el cine.
Las imágenes tienen un poder en nuestras
vidas, extraordinario. Y al ver esta película, ambientada en los años cuarenta,
nos evoca los finales de los setenta, coincidiendo con los veinte de nuestra
vida, que es la edad en la que la vimos en el cine. No acierto a expresarlo,
pues hay emociones difícilmente expresables. Cuando la estaba viendo, saqué
alguna foto y algún trozo de vídeo y se los mandé por wasap a algunos amigos,
que vivieron aquella época, alguno incluso la vio conmigo, que me contestó
diciéndome que hace pocas semanas ha muerto Magali Noel, la actriz que
interpreta a “la Gradisca” en la película, que fue para nosotros un “ídolo” en aquellos años finales del franquismo.
Termina la película precisamente con la
boda de Gradisca, en la que se oye el comentario: “Gradisca se nos va”,
previamente ha habido un entierro. Aparecen unas imágenes llenas de
plasticidad, con el ritual de los funerales en latín, incensarios, coche
fúnebre barroco. Todo un símbolo, en contraste con lo que ocurre hoy, todo “light”.
Es curioso, el hecho de que mi amigo me informara de la muerte cercana de
Magali Noel y de estas imágenes finales de la película, de boda y entierro,
pues he leído, creo que en algún libro de psicología, el significado de soñar
con bodas, creo que lo he leído en alguna referencia a C. G. Jung. El sueño de
boda, es un sueño de muerte, pues alude a “hierosgamos”, matrimonio sagrado y
por tanto simboliza la unión del alma con Dios. Por ello con este potente
símbolo, evocamos, no la pérdida del tiempo, de los cuarenta años que han
pasado desde la película, pues el tiempo no existe, sino la pérdida de aquello
que vivimos en aquellos años; pero que también es ahora. Hoy el ambiente es muy
distinto y los que ahora tienen veinticinco años, nunca tuvieron los veinticinco
años que tuvimos nosotros. Yo los evoco
porque los viví y porque teníamos esperanza en un futuro mejor; pero que visto
con perspectiva, ni fue mejor ni peor, que aquellos años. Simplemente fue.
Ahora estamos en el presente, con otros problemas y otras inquietudes. Si
caemos en la nostalgia, recordamos, lo de Jorge Manrique:
Recuerde el alma
dormida,
avive el seso y
despierte
contemplando
cómo se pasa la
vida,
cómo se viene la
muerte
tan callando,
cuán presto se va
el placer,
cómo, después de
acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro
parecer,
cualquiera tiempo
pasado
fue mejor.
Pero no debemos caer en esa trampa, pues lo único que tenemos, precisamnte, es este momento en que
escribo estas líneas. El recuerdo de aquellos años es memoria encerrada en nuestras mentes. Otra cosa es que
te dejes atrapar por la nostalgia. Ello te impedirá vivir este momento único e
irrepetible, como aquellos momentos en que disfrutamos por primera vez de esta
maravillosa película; pero podemos volverla a ver y disfrutar una vez más de su
música, de sus imágenes, de sus secuencias geniales, como cuando el chico protagonista,
ve a “la Gradisca”, después de la nevada, la sigue, se encuentra con el cura y
el farmacéutico que lo entretienen y él sigue buscándola, saliendo al final, él
por un carril de la nieve y ella entrando por un carril paralelo. Simplemente
genial y esto me recuerda a la hipérbola, que es una curva de las cónicas, que tiene
dos ramas. ¡Cuantas veces con determinadas personas, que buscamos nos pasa
esto, que nos movemos en hipérbolas; pero por distintas ramas!
No quiero seguir. Prefiero dejaros con las
ganas de más y que saquéis vuestras propias conclusiones.
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