Los sueños (4.a)
Comienzo del libro “Sueños y discursos” de Francisco de Quevedo
Los
sueños, señor, dice homero que son de Júpiter, y que él os envía; y en otro
lugar dice que se ha de creer que esto es así cuando tocan en cosas importantes
o los sueñan reyes o grandes señores, como se colige del admirable Propercio.
Nec tu sperne piis
venientia sommnia portis,
Cum pia venerunt
somnia pondus habent.
Dígalo
a propósito de que tengo por caído del cielo uno que tuve estas noches pasadas,
habiendo cerrado los ojos con el libro del beato Hipólito del Fin del mundo y
segunda venida de Cristo, lo cual fue causa de soñar que veía el juicio final.
Y aunque en casa de un poeta es dificultoso creer que haya cosa de juicio (aun
por sueños), lo hubo en mí, que por la razón que da Claudiano en la prefación
al tercer libro De Raptu, diciendo que todos los animales sueñan de noche cosas
como sombras de lo que tratan de día. Y Petronio Arbitro lo dice:
Et canis in somnis leporis
vertigia latrat
Y
hablando de los jueces,
El pauidus cernit inclusum
corde tribunal.
Parecióme
que veía un mancebo…
No es cuestión de escribir aquí, el juicio final, del
sueño de Quevedo, por cierto, a mi modo de ver, mejor que el de la Capilla Sixtina,
si se pudiera plasmar en lienzo. Puesto que en Google no hay más que poner “Sueños
y discursos” y ya está, lo tienes en PDF. Disfrutenlo.
En cuanto a las frases en
latín, yo sólo entiendo algo la del perro (una pena); pero amigos y amigas,
tengo que las sabrán traducir. Ya os contaré.
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