sábado, 23 de abril de 2016

Los sueños (3)

Más cumple tener buen tino, para andar esta jornada sin errar
Jorge Manrique en Coplas a la muerte de su padre



La verdad es que me he metido en un buen lio. Me ha pasado como cuando el niño-ángel , con el que se topó San Agustín, quería meter con un vaso el agua del mar en un hoyo de la playa. Buscando el libro de Cencillo  ayer, no solo lo encontré, sino que me topé sin buscarlos con otros dos. “El sueño y el inframundo” de James Hillman y “El espíritu de los sueños”, de Anselm Grün, además de otros dos que he traído ayer de la biblioteca pública. Por ello estoy desorientado y no sé por dónde empezar.

Sabemos que hay muchísimos actos potenciales en cada momento, de los cuales sólo uno pasa a ejecutarse, pedantemente diríamos que “según la teoría cuántica, de los infinitos actos potenciales, cada uno con una probabilidad determinada, solo uno…”; pero, vayamos al grano: elegir a veces no es fácil y es necesario un discernimiento sosegado para pasar a la acción, en esto también los sueños pueden ayudarnos y hay veces que no recordamos los sueños. A este respecto, leo en el libro de Ansem Grün, pág. 28: “Poco antes de su muerte, Saúl se a cuenta de que el Señor ya no le habla. Se siente perdido porque no sabe qué hacer… se dirige al nigromante para que conjure al difunto Samuel y le muestre el camino: Cuando este le reprocha, Saúl responde:

Los filisteos me hacen la guerra, y Dios se ha apartado de mí: ya no me responde, ni por medio de los profetas ni los sueños. Por eso te he llamado (1 Sam 28,15)

Como los sueños se han apartado de Saúl, se ha quedado sin orientación… No lograba concluir lo que era correcto mediante la mera reflexión, sino solo al escuchar a Dios. Y el Señor le hablaba a través de otras personas, los profetas o de los sueños. Pero los sueños no se pueden forzar, son un regalo divino… Nuestras convicciones más arraigadas, las que nos sostienen, no provienen de la reflexión racional, tienen raíces más profundas. Y una de estas raíces es el sueño… Como en nuestros sueños contamos con Dios, les prestamos atención: Y nos sentimos dichosos cuando en los sueños nos dice que pasos debemos dar, indicándonos la dirección que debemos tomar a continuación”

Claro que para ello, hemos de creer y tener confianza en que Alguien nos guía y nos sostiene, que penetra en nosotros y nos señala el camino. Yo por poner un ejemplo, que conozco un poco, por ser el que más cerca tengo, hace unos días, con el sueño expuesto en la primera entrada de esta serie, daba la impresión, que me pasaba como a Saúl; pero diversas vivencias, me han indicado que está ahí, al quite; pero hay que estar atentos y saber escuchar. Probablemente Saúl, no puso la atención necesaria o quería oír algo distinto a lo que le decía el Señor… no lo sé. Hace unos días una amiga me contaba, que hablando con un sacerdote, le confesó que “dios está sordo, no nos oye” y el sacerdote le contestó: “no, los sordos somos nosotros”.


Y casi sin darme cuenta, he terminado la entrada

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