domingo, 14 de mayo de 2017

Ángeles, otra vez

Hace  algo más de tres años,  surgió el tema de los ángeles, en un seminario sobre la “Teología de la creación”. Y como no podía ser de otra manera salió el “Ángel del Señor”,  que anunció a María y yo me acordé de S. Isidro,  y me he vuelto a acordar, ahora que estamos ya en  Mayo, en 13 para más señas, festividad y conmemoración del primer centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima y  vísperas de San Isidro Labrador, al que mientras rezaba le araban las tierras  los ángeles, o podríamos decir,  el “Ángel del Señor”, que araba las tierras de S. Isidro
Labrador.


Los ángeles, anunciaron a los pastores el nacimiento del hijo de Dios


El P. Lastra, dominico, nos explicaba entonces  la definición que daba Santo Tomas, de la esencia de esas criaturas. Muy bonito, pero que crea más dudas de las que resuelve.
Casualmente acabo de recibir la homilía de San Isidro, que me envía otro dominico, el P. Cosme Puerto y me he acordado de este artículo, lo he buscado y estaba perdido; pero otra vez “El Ángel del Señor”, ha intervenido. En efecto, tenía yo un viejo ordenador, que no funcionaba y lo llevé al informático a que le destruyera el disco duro; pero se me ocurrió ¿No habrá una forma, de conservarlo? Y me dijo el técnico: sí, hay unas cajas que hacen los chinos con la que puedes acoplarlo a tu ordenador. Y después de eliminar, ficheros con “virus”, entro en los viejos artículos, que escribía por aquella época y aquí está, es este, que lo estoy actualizando, que surgió, en aquella época, en los desvelos que a veces surgen a las 3 ó las 4 de la mañana  y donde suelen aflorar ideas para reflexionar y plasmarlas luego en un “articulillo” y se me ocurrió otra tercera cuestión, referida a los ángeles y es la típica canción salmantina “Si hechas el surco derecho, a mi ventana”; pero ¿Qué tiene esto que ver con los ángeles? Pues sí, tiene y mucho que ver. El echar el surco derecho tiene que ver con estar concentrado en lo que se hace y en este caso, centrado en la tarea y en la esperanza de encontrarse con la amada. Escribía yo esto el 13 de Febrero de 2014, vísperas de San Valentín y de ahí la referencia a “Cupido” y contaba entonces:  “cuando tenía ya casi terminado el artículo, que además me estaba gustando, se me ha perdido y sólo he recuperado lo escrito hasta aquí. No sé si seguir o dejarlo, pues seguro que no me saldrá como me estaba saliendo; pero voy a seguir y creo que es el ángel de la humildad, el que se ha presentado en este caso”.
Veamos: sirva el ejemplo de estos tres ángeles: El de la Anunciación a María, el de San Isidro Labrador y el del amor (no confundirlo con el del Amor, pues todos los ángeles lo son). ¡Que bonito es verlos en los cuadros de la Anunciación el primero y en las imágenes de S. Isidro en la Iglesias de los pueblos, con una pareja de bueyes, pequeñita a sus pies,  guiada por un ángel! El ángel del amor, Cupido, no tiene que ver con el cristianismo; pero como Víctor Moria (me estoy refiriendo a las conversaciones de San Esteban de 2014. Puede encontrarse en YouTube, en el canal "dominicos de España") nos contó en las onversacion sobre el Cantar de los Cantares, hay un ángel entre los enamorados y en el caso de la canción, la enamorada le pone una condición al enamorado, que eche el surco derecho, como San Isidro. ¿Que es lo que hace el ángel? Sencillamente hacer que se cumpla la voluntad de Dios, a pesar de las dificultades, de María joven doncella de Nazaret, viéndose embarazada en aquella época y en aquella situación. San Isidro arando las tierras en medio de un calor sofocante y el enamorado, lleno de miles de dudas.


El ángel del Señor anunció a María

¿Recibió María al Ángel? Definitivamente si, pues dijo “fiat”. ¿Le araban los ángeles las tierras a S. Isidro, mientras rezaba? Efectivamente, pues su oración era la tarea bien hecha y en cuanto al enamorado de la canción, seguro que le salió el surco más derecho que jamás habría arado. Así actúan los ángeles: El del estudio, el de la sanidad, el de cualquier cosa que hagamos, centrándonos plenamente en lo que hacemos, cumpliendo la voluntad de Dios, aquí y ahora, es decir santificando el momento presente.
Hay una excepción y esta es la del ángel de la guardia: Este “sale al quite”, cuando no cumplimos lo anterior. Más de una vez mi despiste ha dejado el dinero en el cajero y me he ido tranquilamente y siempre ha habido alguien que me ha dicho: ¡Oiga Señor, que se deja el dinero! En aquel lejano 2014 no sé qué haría el ángel de la guardia al perdérseme el artículo escrito. Tal vez contenía alguna herejía... nunca lo sabré. Y tres años más tarde, me recupera este artículo de un viejo ordenador
Y sigo: ¿Cómo conseguimos la “Atención plena”?, pues no es fácil, ya que estamos pensando cincuenta cosas a la vez: tengo que ir al mercado, preparar las clases, mañana viene mi cuñado del pueblo y encima se me ha estropeado la lavadora, tengo que salir de viaje y no he pasado le ITV...  En estas condiciones no hay ángel capaz de echarnos una mano. Hay que buscarse la vida. Propongo lo que he leído en el libro “Crisis, crecimiento y despertar” de Enrique Martínez Lozano (Ed. Descleé de Brouwer) pág. 100 y siguientes, en el apartado “Cinco actitudes iníciales”. Esto es sólo un indicativo, hay más por supuesto:
1.- Hacernos preguntas que sanen y no que enfermen. Nunca caer en el victimismo. Por ejemplo, ante una situación mala no preguntarse ¿Por qué me ha ocurrido esto? Y en lugar de ello hacerse la pregunta ¿Qué puedo yo aprender de esto?

2.- Rechazar palabras negativas del lenguaje, tales como peligroso, imposible, desagradable... En una frase tal como “esto es espantoso”, cambiando la palabra “espantoso” por “inconveniente” puede hacernos cambiar nuestro estado emocional. Pablo d’Ors dijo algo parecido en las conversaciones.

3.-Somos una unidad que repercute en todo y si la mente puede afectar al cuerpo, también el cuerpo puede afectar a la mente. Así, copio  literalmente  “Si somos capaces de sentir, no pensar, nuestro cuerpo y logramos permanecer en contacto con él, notaremos cambios en nuestra forma de percibir y de razonar

4.- Dentro de la escucha del cuerpo, merece la pena prestar atención a la respiración, que es la herramienta más poderosa para venir al presente.

5.- Nuestro yo, no se localiza en la mente, sino en lo profundo. Más allá de los movimientos mentales y emocionales, en lo profundo nos habita una paz estable. Un aprendizaje básico en este terreno, consiste en bajar de la cabeza al vientre “hara”, del mundo de las ideas al lugar de la vida, de la dispersión superficial al “centro vital”. Allí nos encontramos con nosotros mismos.

Así se cumple lo que decía Santa Teresa. Nada nos turba ni nos espanta, pues hemos sido visitados por los ángeles del Señor y Dios está con nosotros.
Para terminar una compañera de facultad, cuando le dije que venía Martín Garzo a las conversaciones, me comentó que la conocía y que le había dedicado un libro con esta dedicatoria: “Para ti, que te visitan los ángeles”.

Pues eso, dejémonos visitar por ellos, AMEN

13 de febrero de 2014, festividad de San Benigno, renovado el 14 de Mayo de 2017, 5º Domingo de Pascua y vísperas de San Isidro Labrador
Pedro Becerro Cereceda


Homilía de San Isidro Labrador
Cosme Puerto O.P.

San Isidro. Iglesia de Andavías (Zamora)

   0.- Queridos amigos: el futuro cristiano de muchas ciudades y pueblos depende en buena medida hay que decirlo claramente del futuro de la fe de sus gentes. El valor con el que testimoniemos con palabras y obras la presencia de Cristo y de su Evangelio aquí y ahora.
   Lo mismo que el fruto del campo depende, en parte, del gran  esfuerzo  del  labriego,  también  el  horizonte  cristiano  depende,  y  mucho,  del  perfil  de  políticos que  tengamos  al  frente  de  las  instituciones  donde  se  generan  las  leyes, de  los  profesores  que establecen  los parámetros  de  la educación,  de  las familias  que  han de  ser  las bombas  racimo  que siembren el evangelio en sus descendientes.

1.- Las raíces cristianas de los madrileños.

   Un año más, todos los madrileños honramos a San Isidro nuestro patrono, y tenemos una gran tarea: descubrir nuestras raíces cristianas; intentado hacer de nuestra ciudad de Madrid un lugar más cristiano, humano y humanizador a la luz del evangelio de Jesús al que imitó S. Isidro. ¿Seremos capaces de mantener nuestra fe cristiana frente a otras civilizaciones, culturas y religiones? ¿A quién se le oculta que hoy, nuestra ciudad, con muchas más posibilidades que el Madrid de San Isidro, está necesitado de una nueva levadura cristiana que fermente la masa?
   San Isidro que tenía un corazón de oro y una sensibilidad especial para las cosas de Dios. Nos invita a los madrileños a arar el corazón y cuidar el alma cristiana de la ciudad de Madrid y de cada uno de nosotros. Y para ello, no lo olvídenos, la eucaristía de cada domingo es la mejor agua, el más rico abono y la mejor siembra en nuestras vidas. San Isidro nos invita hoy a redescubrir la esencia de la fe del pueblo madrileño y de la vida cristiana, que es la adhesión a Jesucristo y a vivir su evangelio.

2.- S. Isidro labrador Patrón de la ciudad de Madrid.
  
   San Isidro Labrador, no lo olvidemos, fue ante todo eso: un labrador, un sembrador, un obrero del campo. Pero no sólo sembrador de semilla humana sino de aquella semilla divina que, de mañana, le invitaba a madrugar (antes que el oficio cumplir) y de tarde en acción de gracias por lo recibido. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que   avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes.
   El patrón de villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta, ni un sabio, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, un padre de familia, vestido de paño burdo, con pantalones de pana llenos de polvo y sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y con callos en las manos.
   Y, en este 15 de mayo, la fiesta de San Isidro vuelve a traernos la alegría de la Pascua: por Jesús merece la pena dar la vida; por Jesús, este santo, fue un testimonio vivo, alegre, sencillo que os ha llevado con el correr de los siglos a celebrarlo y cantar sus grandezas.
Cosme Puerto Pascual O.P.



sábado, 13 de mayo de 2017

POEMA A CRISTO

¿Quién es aquel Caballero herido por tantas partes, que está de expirar tan cerca, y no le socorre nadie? «Jesús Nazareno» dice aquel rotulo notable. ¡Ay Dios...!
 (Lope de Vega)



LA ORACIÓN

La oración, es llanto que desborda el alma
Silencio,  peregrinando hacia el altar,
Palabra,  convertida en blanco pétalo
desprendida del rosal.
Sabes cuánto duele el desamor de los que amamos,
cuando al mojar el pan,  despojados de artificios se nos muestran.
a esos quiero  exculpar,
y no perder mí paz por sus traiciones

Olvida Jesús mis propias ansiedades,
colma el frágil vaso de rebosante perdón,
deseo derramarlo sobre  quienes más me hirieron,
   te  suplico ¡perdónales Señor!
En la oración te ofrezco lágrimas mudas,
que derrama estremecido el corazón,
cuando ve como muerden los afectos,
que antes fueron ilusión. Desgarrada el alma
¡Recibe Jesús!... mi humilde ofrenda.
 vislumbrando luz  al dolor de tu Dolor.
   Isaura Díaz de Figueiredo

Año 2017

sábado, 6 de mayo de 2017

Contemplación y vida activa

Extracto de apenas tres páginas, de las páginas 49 a 53 del libro
 “Maestro Eckart (obras alemanas) Tratados y sermones”   
Me llama poderosamente la atención, en lo que dice de Marta, que para llegar a ella, hay que pasar por María; pero solemos quedarnos sólo en ella, en María, por eso de “que ha escogido la mejor parte”


Marta y María, tomada de Internet

El hombre mortal que ha logrado que Cristo nazca en él gracias a su retorno al Dios esencial y no al meramente pensado, ¿no llega a ser un miembro completamente inútil dentro de la comunidad humana? Tal actitud en absoluto condice con la concepción eckhartiana. Del propio Eckhart se sabe «que él, en el transcurso de toda su vida, no se presentó en absoluto como solitario religioso, sino que se lo veneraba y amaba a lo largo y a lo ancho del país por su activo amor al prójimo». Hemos visto que, tanto en el aspecto social como en el religioso —los cuales en el maestro se condicionan mutuamente— el individuo, en cuanto es un «yo» con sus apetencias, tanto materiales como espirituales, debe ser superado porque en su criaturidad constituye una “nada” incapaz de lograr la unión con Dios. Porque Él es el único “yo” que existe. Eckhart lo expresa así:

«Aquel que dice “yo” tiene que hacer la obra lo mejor imaginable. Nadie puede pronunciar esta palabra, en sentido propio, sino el Padre».

Pero, justamente sirviendo a este “Yo”, la criatura ha de cumplir con todo cuanto exige el ser-hombre en este mundo, sin que ello implique la renuncia a toda «peculiaridad». Quien trata de unirse con Dios, de quien emanó, tendrá frente a los demás sus «peculiaridades». Sin ellas, sería condenado a caer y recaer en las torpezas del hombre meramente materialista y egoísta. Sólo que se trata de peculiaridades dictadas por Dios que ha adquirido vida en su interior, y no las peculiaridades enraizadas en imaginaciones y fantasías de la propia voluntad. A ésta sí hay que vencerla y no cumplir con sus deseos que, a veces, suelen vestirse con hábito religioso sin significación verdadera para el progreso espiritual. De acuerdo con su concepto de la verdadera pobreza espiritual, Eckhart tampoco atribuye mucho valor a arrobamientos, éxtasis, visiones, etcétera, y lo dice con toda claridad:

«… quien se imagina que recibe más de Dios en el ensimismamiento, la devoción, el dulce arrobamiento y en mercedes especiales, que [cuando se halla] cerca de la lumbre o en el establo, hace como si tomara a Dios, le envolviera la cabeza con una capa y lo empujara por debajo de un banco. Pues, quien busca a Dios mediante determinado modo, toma el modo y pierde a Dios que está escondido en el modo»

Una vez el místico llama la atención sobre el hecho de que hay virtudes y milagros que pueden ser realizados con fuerza propia, y que resucitar con Cristo es otra cosa.  Ya en el primero de sus tratados, Eckhart insiste en la importancia que tiene la recta disposición anímica. Para tenerla no hace falta estar en un convento o en una ermita. «Quien te perturba eres tú mismo a través de las cosas». También es famosa su sentencia que reza:

«Si el hombre se hallara en un arrobamiento tal como San Pablo, y supiera de un hombre enfermo que necesitara de él una sopita, yo consideraría mucho mejor que tú, por amor, renunciaras [al arrobamiento] y socorrieras al necesitado con un amor más grande».

Mas esta disposición caritativa hacia el prójimo debe surgir luego de que el hombre haya aprendido a tener «un desierto interior dondequiera y con quienquiera que esté».
Una vez logrado tal estado de ánimo y hallándose él «bien encaminado en medio de la verdad, se siente a gusto en todos los lugares y entre todas las personas». En este punto se puede originar un malentendido contra el cual previene el maestro, diciendo que, sin embargo, no todos los lugares ni toda la gente tienen que considerarse como iguales.
Eckhart no dispensa al hombre dispuesto a avanzar espiritualmente de tener sensibilidad y criterio para decidir cuál es la exigencia a cumplir de acuerdo con el momento y el lugar respectivos.
El amor activo supera, pues, todos los fenómenos espirituales, aun cuando son au- ténticos. Por su mera condición humana «el hombre en esta vida no puede estar sin actividades […] ya que éstas pertenecen al ser-hombre». La exigencia verdadera es otra:

«Uno debe aprender a estar [interiormente] libre en plena actividad».

Esta reflexión subraya el hecho de que —según Eckhart— no se debe huir del mundo sino volver a él con una actividad interior completamente cambiada. Esto lo   explica —en forma a primera vista heterodoxa— con el ejemplo de María y Marta donde Marta es la mujer madura que ha aprendido de la vida y posee una sabia prudencia capaz de dirigir la actuación exterior hacia lo máximo que ordena el amor». En esta concepción de Eckhart, Marta ya había llegado a poseer una interioridad tan firme que sabía obrar en el tiempo sin ser perturbada por las cosas de este mundo. María, en cambio, debía llegar aún a esta «madurez».


«Cuando María estaba sentada a los pies de Nuestro Señor, aprendía [aún],  pues sólo estaba recibiendo enseñanzas y aprendía a vivir. Pero, más tarde, cuando Cristo ascendiera al cielo y ella había recibido al Espíritu Santo, co- menzó a servir y fue allende el mar y predicaba y enseñaba convirtiéndose en servidora de los discípulos».

Eckhart pone el acento en el «aprender a vivir», lo cual equivale prácticamente a que no se debe permanecer en el goce sensible. Al contrario, hay que afirmarse en la esencia interior, pues

«de acuerdo con la nobleza de su natura, toda criatura se brinda tanto más hacia fuera, cuanto más se asienta en sí misma».

Se trata, en cierto modo, de un actuar sin actuar, de una perfecta entrega como ins- trumento movido por la fuerza divina, a la que otro autor místico[1] define, diciendo que se debería ser para Dios lo que es para el hombre su propia mano.
Para quien vive desde dentro hacia fuera, las cosas de pura nada han vuelto a tener mayor significado, por cuanto se percibe a través de ellas a su «imagen» o «idea» verdaderas dentro de Dios. Desde esta posición —y de acuerdo con las palabras de San Pablo — cualquier cosa tiene valor para el crecimiento espiritual del hombre, y todos los seres humanos constituyen para él un «libro».

«Quien no llegara a conocer nada más que las criaturas, no necesitaría reflexionar nunca sobre sermón alguno, pues toda criatura está llena de Dios y es un libro».

Pero, en este punto, hay que observar que no se trata de un conocimiento exterior, sino de una profunda penetración cognoscitiva. El «realismo» medieval, que atribuye la realidad verdadera al mundo trascendental, permite ver que

«las experiencias externas no son ninguna cosa externa para el hombre ejercitado porque todas las cosas tienen para el hombre interior una divina e interna forma de existencia»

Este hombre ejercitado «posee [las cosas] allí donde son eternas y substancia pura» y sabe «orientar hacia Dios todas las cosas externas que le traen la vista y el oído». Quiere decir que para la vista experimentada hay una perfecta analogía entre lo exterior y lo interior. Koch, quien ha estudiado justamente la doctrina de la analogía en Eckhart, explica su aplicación a la criatura del siguiente modo:

«Él [Eckhart] nos diría: Si alguien ama a la criatura, en cuanto criatura, no ama verdaderamente nada; pero si la ama con miras a Dios, no puede tener para él ningún otro significado que el de ser un signo, una referencia a Dios».

Con esa concepción de las analogías el mundo adquiere para el místico una vida plena de significados y mensajes secretos que sólo esperan ser descifrados.




[1] Se trata del místico anónimo llamado Der Frankfurter

lunes, 17 de abril de 2017

Florence Scovel  Shinn

Recibiréis el poder  del Espíritu Santo
que venga sobre  vosotros,
y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaria,
y hasta el fin de la tierra.
Hechos 1,8



La relación de  la cita, que encabeza esta entrada con el título de la misma es trivial, desde mi punto de vista. Me explico: La cita salió el 16 de Abril, día de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo en un grupo de oración, al que suelo asistir algunos domingos, siendo el hilo conductor de la oración de ese día, precisamente la confianza de lo que pidamos al Padre será concedido y Florence, es una autora no muy conocida, que vivió en la primera mitad del siglo XX y tiene cuatro libros maravillosos, “El juego de la vida, La puerta secreta del éxito, Tu palabra es una varita mágica y El poder de la palabra hablada”, reunidos en “4 libros en uno” de Ediciones Obelisco. Reconforta leer sus libros, se palpa la confianza en cada párrafo, en cada línea. Es un bálsamo para estos tiempos de increencia y desconfianza, en que parece que las “fuerzas del mal”, se están apoderando del mundo. En la página 145 del citado libro, abierta al azar, leemos “Pide creyendo que recibirás”, que fue, como decía antes, el hilo conductor del ratito de oración del domingo de Pascua y a continuación añade: “Sabemos que nuestras creencias o expectativas quedan grabadas en el subconsciente y son llevadas a cabo. Podríamos decir: si pides sin creer, no recibirás. La fe crea expectación”.
Todo por tanto se reduce a mantener la fe, que “aunque sea tan pequeña como el grano de mostaza, tiene el poder de decirle a la montaña ¡muévete, muévete!” Nuestra fe ni siquiera llega al grano de mostaza. Pedimos como el que compra un billete de lotería, porque “si no lo compro no toca”. La fe es otra cosa y las montañas, son nuestros temores, nuestras dudas, nuestras vacilaciones, no saber lo que realmente queremos o lo que realmente necesitamos, también puede ocurrir, como dice la autora en la misma página del citado libro que “A muchas personas les gustan las cosas difíciles y duras de comprender. Estoy convencida de que esa fue la razón de que las enseñanzas extraordinariamente sencillas de Jesucristo se olvidaran al cabo de unos años. La gente creó credos y ceremonias que sólo comprendían a medias…”. Efectivamente Cristo afirmaba que estas cosas han sido reveladas a las gentes sencillas y ocultadas a los sabios y entendidos. Por eso, necesitamos humildad y vaciarnos del ego y de la prepotencia y abrirnos al Espíritu Santo, que se nos dará si nuestra actitud es esa, y seremos los testigos, del que nos dejó; pero que vive en nosotros. Curiosamente la siguiente cita Hechos 1, 9 es “Y habiendo dicho esto, mientras ellos miraban, fue elevado y una nube lo levantó lejos de sus ojos

Por eso conviene discernir lo que hemos de pedir y antes, pedirle al Señor: “Muéstrame tus  caminos e instrúyeme en tus sendas

jueves, 6 de abril de 2017

¿Por qué la luz no dobla las esquinas?
-Epílogo-

Tu qui sedes in tenebris, spe tua gaude:
orta stella matutina, Sol non tardabit
Tú, que habitas en tinieblas, alégrate en tu esperanza:
ha aparecido la estrella de la mañana, y el sol no ha de tardar.
Antífona de la II semana de Adviento del antiguo breviario cisterciense.



Permítanme  que escriba unas líneas personales, antes de comentar, lo mejor que se me ocurra, que no es fácil, la última parte del libro de Solórzano. Para comenzar la cita que pongo al principio, la he sacado de la cita inicial del libro “Nuevas semillas de contemplación” de Thomas Merton, ed. Sal Terrae, pues de la luz se trata, la que se anuncia débilmente y la que lo inunda todo. Muchas veces no hacemos caso de las luciérnagas, siendo así que nos permiten ver detalles aislados, que con la potente luz del sol, pasarían desapercibidos. Por otra parte, desde el punto de vista físico, la luz ondulatoria no atraviesa las esquinas, porque su longitud de onda es sumamente corta, a diferencia del sonido, cuya longitud de onda es muchísimo más larga, mientras que la luz corpuscular, es evidente, pues los “cuantos” o fotones, pasan de largo en las esquinas, aunque algunos “reboten”. Esto nos llevaría a experimentos de la física cuántica, a la incertidumbre, a la indeterminación, a la consciencia,… a Dios; pero dejémoslo, no sin antes recordar que la “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4,12). Así pues, la luz del Verbo hecha palabra, si doblaría las esquinas.
Ya es tiempo de darle protagonismo a J. A. Solórzano en la parte final, titulada Apéndices: los últimos destellos, que consta de dos capítulos del libro, el primero titulado Con ritmo de “ragtime” y está precedido por la cita “La verdadera génesis está al final”, de E. Bloch, y de otra más larga de D. Bonhoeffer, de la que tomo el siguiente párrafo: “…Dios y su eternidad quieren ser amados de todo corazón, pero no de modo que el amor terrenal quede mermado o debilitado…”
Comienza explicando el “ragtime” como “ritmo caracterizado por una fuerte sincopación en la melodía con un acompañamiento regularmente acentuado”, lo que le lleva un poco más adelante a “acentuar los momentos débiles de nuestra propia vida, para ir fortaleciéndolos en el presente con vistas a un futuro más esperanzado y que nos exige mayor entereza humana, cristiana y dominicana” y más adelante, en la página 174 escribe: “Es la superación lo que necesitamos que se nos enseñe. Sólo una buena educación basada en la capacidad de superación tendrá éxito humano y cristiano” y a continuación cuenta una entrañable anécdota, que vivió en “directo”, la del religioso, secularizado y casado, que volvió a la Orden, después de enviudar, a los 78 años. Cuenta más vivencias personales y en la página 177: “Aquellas pautas que hoy trascribo, decían- ¿Dirán algo a alguien igualmente joven? – así:

“Para empezar a caminar…
Ø Estudiarás todos los días un rato largo.
Ø Leerás al menos una hora diaria.
Ø Acostúmbrate a estar solo durante un tiempo cada día
Ø Antes de dormir, harás un alto para pensar y sopesar sobre lo que has hecho durante la jornada.
Ø Siempre que puedas, pasearás observándolo todo, disfrutando.
Ø Cuando estés con los demás no dejes de ponerte en su situación, comprenderla y volver sobre ti mismo. Ponte en actitud de escucha, aunque hay cosas que no merecen oírse.
Ø No te enfadarás, por dentro, casi nunca. Por fuera te mostrarás amable, amistoso, animoso y siempre sonriente”
Así hasta treinta o tal vez más. Aquí he tomado las siete primeras, por eso del siete, aunque añado la última:
Ø Déjame terminar con estos versos del poeta inglés William Blaque (1757-1827), pueden servirte para iniciar tu nueva metodología:

Aquel que hiciere el bien a otro
deberá hacerlo en las más pequeñas cosas.
El bien general es la excusa
del canalla, del hipócrita y el adulador:
pues el arte no pueden existir
sino en partículas minuciosamente organizadas.”

Después dedica algo más de una página sobre la libertad y la soledad y citando a Italo Calvino en la novela Si una noche de invierno un viajero: “El único camino para estar con los otros de verdad es estar separado, imponer tercamente esta incómoda soledad y singularidad que es la vocación del poeta, del explorador, del revolucionario” y a continuación: “Tengo para mí que todo dominico debe ser un poco explorador por itinerante y rastreador de la Vida y la Verdad; un poco revolucionario por estudioso adelantado e iluminador de la vida y la historia anticipada.
         ¿Estaré soñando? A veces pienso que sí, mas dejadme soñar…, porque al buen decir poético de León Felipe:

Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
un camino virgen
Dios”
Termina con una cálida despedida “Yo no te conozco curioso lector. Tu a mi si, pues he dejado abierta la puerta de los afectos. El mundo es más pequeño de lo que podemos imaginar. Cualquier día, en cualquier rincón inesperado nos sorprenderemos hablando de lo mismo, nos conoceremos. Es posible que lleguemos a ser amigos…
Mientras mantengamos el respeto y la distancia, la espera dinámica y operante que tiene la eficacia de transformar desde el silencio y el recuerdo.”

El último capítulo del este apartado y por tanto del libro, lleva por título De libros y de amigos, ¿no es lo mismo?, comienza con una hermosa cita de M. de Unamuno, de la que extraigo el párrafo:

Leer, leer, leer, ¡Seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que paso?

Como su título indica está dedicado a los libros y da una lista de ellos; pero no como bibliografía, sino como una recomendación de amigo, comentándolos, a veces el comentario llaga hasta una página. Aquí pondré sólo la información bibliográfica, no sin antes poner una cita, sacada de este libro y de este mismo capítulo, que así comienza:
“Sé que he jugado en exceso con las metáforas de la luz y las sombras, la claridad y la penumbra, las ondas y las partículas, el frío y el calor, la dureza y la ternura, el amor y el desamor, etc…; demasiadas dualidades. Pero ¿cómo podría hablar de la vida, de la mía y de la tuya, de los dominicos y de los que aún no lo son, sin ese juego evangélico de la luz y las tinieblas?
Y ahora paso a enumerar los libros, que recomienda como amigo, como él mismo nos indica en la página 185: “… no se trata de convertir este final en un catálogo de libros, sólo quiero que sea una guía de algunos que puedes leer a gusto, sin demasiado esfuerzo,… que si tienes un cierto hábito de lectura, no se te caen de las manos…”
Siento, por ello citarlos como catálogo; ya que copiar la reseña, excededería los límites y el propósito de este resumen. Los libros que cita, son de los ochenta, los más modernos,  teniendo en cuenta que este libro está escrito a principio de los noventa del pasado siglo, aunque eso, lo sé, no tiene importancia. El Quijote es más antiguo. Los primeros tratan de Santo Domingo y la Orden dominicana:
Sto. Domingo de Guzmán. Su vida. Su orden. Sus escritos. BAC Madrid 1987.
Guy Bedouelle, La fuerza de la palabra, Ed. S. Esteban, Salamanca 1987
H. Lacordaire. Santo Domingo y su orden, Ed. San Esteban, 1989.
A. Hertz, Domingo de Guzmán y los dominicos, Ed. Sal Terrae, Santander 1982
Cuatro libros más: Personajes históricos (9); Semblanzas de misioneros (10); Estampas de místicos (12); Retablo de artistas (13). Total 44 biografías, escritas por varios autores. Ed. OPE Caleruega, Burgos.
A continuación continua la lista con 12+1. No se asusten, no es superstición, ya que la idea es tomar el número de apóstoles; pero cuentan que un año el papa, el día de Jueves Santo lavó los pies a 13 discípulos. ¿Se había equivocado el maestro de ceremonias? Al final la misa se reunieron los apóstoles y eran 12; pero había ¡13 sillas! En esta había estado un ángel… Pues ahí va la lista de los doce apóstoles y el del ángel:

Von Balthasar-Buck-Congar, ¿por qué me hice sacerdote? Ed.  Sígueme. Salamanca
 G. Bessiere, Préstame tus ojos. Diario de un peregrino maravillado entre abismos de sombra y luz. Ed.  Sígueme. Salamanca
J. De Bourbon Busset, Silencio y júbilo, Ed.  Sígueme. Salamanca
J. Sans Vila, Antología vocacional, Ed.  Sígueme. Salamanca
T. de la Torre, Diario de Viaje de Salamanca a Chiapa. 1544-1545. Ed. OPE. Caleruega , Burgos
A. Nolan, ¿Quién es ese hombre? Jesús antes del cristianismo. Sal Terrae, Santander
A. Carré. No me pesa haber creído. Narcea Ed. Madrid
M. Quois. A corazón abierto. Ed.  Sígueme. Salamanca
G. Bernanos, Diario de un cura rural. Ed. Plaza Janes, Barcelona
J. M. Ballarín, Francesco, Ed.  Sígueme. Salamanca
S. Llorente, 40 años en el círculo Polar, Ed.  Sígueme. Salamanca 1990
M. Rymond, Tres monjes rebeldes, Ed Herder, Barcelona 1981
A. Altisent, Reflexiones de un monje, Ed.  Sígueme. Salamanca 1990

 ¿Y ya está? No, no está. Todavía quedan dos páginas de hondo contenido, como todo el libro. Queda mucho en el “tintero”, de este pequeño resumen. Termina de escribir en Bilbao, el 27 de junio de 1990, con este párrafo: “Amigo, aseguraría que ahora te sientes mejor, mucho mejor y que percibes como se disipan las tinieblas en torno a ti y la luz penetra por las rendijas de tu ventana interior
Y como colofón un regalillo. Pincha en este enlace:










martes, 4 de abril de 2017

Por qué la luz no dobla las esquinas?
-5-
Cuando algunos por su perversidad son obstáculos para la salvación del pueblo, el predicador y el doctor no deben temer ofenderlos.
Sto. Tomás de Aquino.
Conviene amar de tal modo que ya no pueda dejar de amar.
P. Lebret.

Comentamos aquí, del libro de Solórzano, el apartado IV: “La luz comprimida difundiéndose”, que consta a su vez de dos capítulos, el primero que comienza con las dos citas anteriores, de las que hemos tomado sólo los párrafos señalados, y titulado “Presencia dominicana en el mundo”. Comienza afirmando que en los 800 años de la Orden, la familia está compuesta por casi 70.000 miembros, repartidos por todo el mundo. La familia dominicana está compuesta por: las dominicas contemplativas, las dominicas de vida activa, las fraternidades de laicos dominicos, y los frailes dominicos. Dedicando un apartado a cada uno, para concluir el capítulo con un amplio apartado, titulado “las encrucijadas futuras de la luz”, en donde, haciendo un repaso de la gran labor llevada a cabo por la Orden a lo largo de la historia, va analizando la situación en los distintos continentes, desde América Latina, hasta el extremo Oriente, no ocultando su preocupación por el fenómeno descristianizador que se está produciendo en Europa y en España en concreto; pero más adelante, en la página 157, leemos este esperanzador párrafo: “Consoladoras son estas palabras de H. de Lubac: “Cada época ha sido siempre la peor. Y si hubo algunas verdaderamente peores, fueron las que dieron a luz las mayores cosas”. ¡Cuántas cosas magníficas está dando nuestra época! Y en medio de todo este mundo en ebullición, la Iglesia, nosotros los creyentes en Jesucristo… porque haya más justicia, más paz, más dignidad, un poco más de luz en medio de las tinieblas”.
Termina el capítulo, trascribiendo el siguiente poema de Carmen Martín Gaite:
Ya sé que no hay salida,
pero dejad que siga por aquí.
No me pidáis que vuelva.
Se han clavado mis ojos y mi carne,
y no puedo volver.
Y no quiero volver.
Ya no me gritéis más que no hay salida
creyendo que no oigo,
que no entiendo.
Vuestras voces tropiezan en mi costra
y se caen como cáscaras
y las piso al andar.
Avanzo alegre y solo
en la exacta mañana
por el camino mío que he encontrado
aunque no haya salida”.

Termina Solórzano el capítulo: “Sé que la hay. Y basta, que así concluía enérgicamente Unamuno muchos de sus escritos.”

El segundo capítulo de este apartado se titula: “La luz crepuscular del paisaje”. Comienza con una larga cita de Bertold Brech: “Esta es tu casa… quédate con nosotros…” y el capítulo, que sólo consta de seis páginas, está dividido en dos partes, una dedicada a la “itinerancia” y otra a la “belleza”.
Para mí ha sido gratificante, leer la primera parte, pues mi salmo preferido es el 25: “Señor muéstrame tus caminos e instrúyeme en tus sendas”. En la página 162, Solórzano escribe: “Cada uno de nosotros tenemos nuestro itinerar, nuestro personal itinerario, con muchas paradas, señales de pista, cruces de camino… pero tarde o temprano todos vamos tomando nuestra ruta personal, dejándonos guiar por las voces y destellos que desde el interior más hondo nos van indicando el trayecto… Hay mucho miedo a caminar. El miedo y la indecisión nos atenazan continuamente… Creo que todo iría mejor si estuviésemos decididos a aceptar nuestras limitaciones… También los creyentes tenemos miedo… No acabamos de fiarnos del todo de Dios…” y más adelante añade: “Los dominicos amigo mío, también somos así: como cualquier humano, como cualquier creyente.” Y en la página 163: “No lo olvides nunca: somos itinerantes. Todos estamos en camino; de paso, siempre de paso, Romeros, siempre romeros… con las riendas tensas y refrenando el vuelo, para llegar a todos y a tiempo, que diría León Felipe… Los dominicos, desde el inicio, nos hemos considerado itinerantes. Nada más lejos de nuestro carisma que el estatismo improductivo… Tu fija la mirada y el corazón en nuestros predecesores… Santo Domingo, San Alberto, Santo Tomás, Santa Catalina, San Vicente, Bartolomé de las Casas…” terminando este apartado con el siguiente párrafo: “Itinerantes, en fin somos tu y yo, que muchas veces nos cansamos… requerimos la sombra de un compañero, del amigo al que retornar, y anhelamos su palabra amable, su silencio respetuosos, su mesa puesta… para que recuperadas las fuerzas, podamos seguir trabajando y predicando la Buena Noticia
En cuanto a la segunda parte de este capítulo, dedicado a la belleza, afirma al principio, que esta, junto a la verdad, bondad y unidad han sido las sustentadoras  de nuestro ser humano, cristiano y dominicano. Cita a Hans Ur von Balthasar en su obra “Gloria. Una estética teológica” en el vol. I, “La percepción de la forma” y dentro de la larga cita, señalamos este párrafo: ”…En un mundo sin belleza…, en un mundo que quizá no esté privado de ella pero que ya no es capaz de verla, de contar con ella, el bien ha perdido asimismo su fuerza atractiva… el hombre se queda perplejo ante él y se pregunta por qué ha de hacer el bien y no el mal…”
Termina el capítulo en la página 167: “… en un mundo que olvida, explota, utiliza y mata… nosotros, con honda sensibilidad humana y cristiana somos voz que clama y denuncia… solidarios con los hombres y las causas que reclaman una pronta solución de justicia; somos, queremos ser, instrumentos de paz frente a tanta sangre, guerra y desampara.
¿Cabe más luz, mayor belleza?

Sólo el horizonte importa y en él la Luz tan solo”.