lunes, 19 de mayo de 2025


 

La voluntad de Dios.

Comentario al capítulo 32 del Camino de Perfección de Santa Teresa

 Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación 1 Ts. 4, 3



Hay una canción de  Cesáreo Garabain, cuya letra  dice: "Si miro al cielo o miro al mar, si observo en mi interior, si estoy atento  y sé escuchar, podré sentir tu voz". Algunas cosas que suceden cada día lo corroboran. En la pasada  Semana Santa  encontré  unas fotocopias de un libro, sin título. Al leerlas, pensé: esto es de Santa Teresa. Miré en un ejemplar de las Moradas; pero no, eran  del capítulo 32 de otro libro. Me acordé que tenía también un ejemplar en papel de Camino de perfección. Busqué el capítulo 32, y efectivamente, era el fotocopiado, aunque no de esa edición. Lo que más me sorprendió fue  el título:

  Que trata destas palabras del Pater noster: Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra, y lo mucho que hace quien dice estas palabras con toda determinación, y cuán bien se lo pagará el Señor.

Sorprendente sincronicidad en los acontecimientos de ese día, jueves Santo, precisamente. Mi voluntad ese día era ir a los oficios del jueves santo en mi pueblo; pero una caída tonta cambió mis planes.  La voluntad de Dios no era esa. los oficios del jueves Santo, los tuve que ver por televisión. Me acordé de una clase que tuvimos hace poco en San Esteban, sobre la oración de Getsemaní, en la que Dios "abandonó" a su propio Hijo, para que se cumpliera su voluntad. Veamos ya el capítulo 32 del Camino de Perfección. No es fácil atinar con lo principal en una mente simple como la mía para resumir lo que piensa una mente tan potente, como la de nuestra Santa, aun así, me atrevo, procurando ser breve.

Comienza el capítulo con estas frases; " Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y enseñado a pedir cosas de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que acá podamos desear,... veamos que quiere que demos a su Padre y que le ofrece por nosotros y qué es lo que nos pide... ¡Oh buen Jesús, que tan poco nos exiges en comparación con lo que pides para nosotros!

Hágase tu voluntad, y así como se hace en el cielo, así se haga en la tierra"

Y más adelante apunta "me acuerdo de aquellas personas pusilánimes que no se atreven a pedir trabajos al Señor porque piensa que luego se los ha de dar", como me decía un amigo: Ten cuidado lo que le pides a Dios, no sea que te lo conceda y también al rezar decimos, no pocas veces, hágase tu voluntad; pero procura que coincida con la mía. Santa Teresa prosigue: "Quería preguntar a los que no piden trabajos, por miedo a que se los conceda, lo que están diciendo cuando suplican al Señor que cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que dicen todos, más no para hacerlo. Esto hermanas, no está bien. Mirad como el buen Jesús hace aquí las funciones de embajador nuestro, intercediendo entre nosotros y su Padre, y lo mucho que le ha costado; y no es razón que lo que ofrece por nosotros lo dejemos de hacer de verdad, y si no, no lo digamos."

 Pero no nos damos cuenta que, como apunta la Santa a continuación: "Mirad que su voluntad se ha de cumplir, queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en la tierra; si esto es así haced  de la necesidad virtud" y un poco más adelante: “¡Buena estaría yo, Señor, si estuviera en mis manos el cumplirse tu voluntad o no! Ahora la mía os doy libremente, aunque no vaya libre de interés; porque ya tengo probado, y tengo gran experiencia de ello, la ganancia que es dejar libremente mi voluntad a la tuya. ¡Oh amigas que gran ganancia hay aquí! ¡Y que gran pérdida si no cumplimos lo que decimos al Señor en el Padrenuestro en esto que le ofrecemos!” y luego aclara más esta idea: “Porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra parece muy fácil; pero dificultoso de obrar, hasta que en la prueba entendemos que es la cosa más recia que se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Hacedlo así entender… no piensen que han de ser sólo palabras, sino obras también… [aunque] sabe el Señor lo que puede sufrir cada uno, y al que ve con fuerzas para ello, no se detiene en cumplir con el su voluntad”.

 Hay un dicho popular: Dios no te dará sufrimientos que no puedas soportar y también teólogos y profesores de renombrado prestigio afirman que a quien Dios más ama, le dará más pruebas, lo cual la mente humana muchas veces no comprende. Recuerdo y abro paréntesis, el discurso de jubilación del catedrático de matemáticas D. Norberto Cuesta Dutari, del que fui alumno, terminó con esta frase “Tanto sufrí, tanto viví”. En ese discurso, contó los sufrimientos que vivió en la guerra civil, que no fueron pocos.

Y seguimos  con Santa Teresa: ”Os diré cuál es su voluntad. No tengáis miedo que no os ha de dar riquezas, ni deleites, ni buena fama, ni todas las cosas que aprecian  los de acá; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y os lo quiere pagar bien, pues os da su reino aún en esta vida. ¿Queréis ver cómo se comporta con los que de veras le dicen esto? Preguntádselo a su Hijo glorioso, que también le dio su voluntad cuando estaba en la oración del Huerto. Conforme se la dio con toda determinación, mirad si la cumplió bien en Él en lo que le dio de trabajos y dolores e injurias y persecuciones; en fin, hasta acabar la vida con muerte en cruz.

Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba más le dio; por donde se entiende cuál es su voluntad” Y corrobora lo que afirmamos en unas líneas anteriores: “A quien le ame mucho, verá que puede padecer mucho por Él, al que ame poco, poco. Tengo para mí que la medida del poder llevar la gran cruz o pequeña es el amor

Después de sabias reflexiones en lo que queda de capítulo termina apelando a la humildad: “La pobre alma, aunque quiera nada puede si antes no se lo dan… ¿Qué podemos pagar los que no tenemos para dar sino lo que recibimos? Tan sólo reconocer que no podemos nada, y dar nuestra voluntad del todo… sólo la humildad es la que puede hacer algo,… que conoce en un momento lo nada que somos y lo mucho que es Dios y que no se puede alcanzar por mucho que meditemos. … sencillamente decir con humildad “fiat voluntas tua”. La humildad es la que lo alcanza todo.

Prometí ser breve, y para no cansaros, voy terminando recordando a Jonás, que no obedeció al principio el mandato de Dios: ¡Vete a Nínive y predica para que se convierta! Y se embarcó para Tarsis, donde había buenas naranjas. Según tengo entendido, Tarsis era nuestra península, y ya sabéis lo que pasó: naufragio con ballena incluida y al final tuvo que ir a Nínive.

Termino con la página 243 del libro Metáforas de la no-dualidad. Señales para ver lo que somos, de Enrique Martínez Lozano: “nada sucede al margen de la voluntad divina o, como decía Jesús de Nazaret, “ni siquiera un gorrión cae en tierra sin que lo permita nuestro Padre" (Mt 10, 29). Lo cual, dicho en positivo, significa reconocer que, hagamos lo que hagamos, siempre estamos cumpliendo la voluntad de Dios

 


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