Florence Scovel Shinn
Recibiréis
el poder del Espíritu Santo
que venga
sobre vosotros,
y seréis
mis testigos en Jerusalén,
en
toda Judea y Samaria,
y hasta
el fin de la tierra.
Hechos
1,8
La relación de la cita, que encabeza esta entrada con el título
de la misma es trivial, desde mi punto de vista. Me explico: La cita salió el
16 de Abril, día de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo en un
grupo de oración, al que suelo asistir algunos domingos, siendo el hilo
conductor de la oración de ese día, precisamente la confianza de lo que pidamos
al Padre será concedido y Florence, es una autora no muy conocida, que vivió en
la primera mitad del siglo XX y tiene cuatro libros maravillosos, “El juego de
la vida, La puerta secreta del éxito, Tu palabra es una varita mágica y El poder
de la palabra hablada”, reunidos en “4 libros en uno” de Ediciones Obelisco.
Reconforta leer sus libros, se palpa la confianza en cada párrafo, en cada
línea. Es un bálsamo para estos tiempos de increencia y desconfianza, en que
parece que las “fuerzas del mal”, se están apoderando del mundo. En la página
145 del citado libro, abierta al azar, leemos “Pide creyendo que recibirás”,
que fue, como decía antes, el hilo conductor del ratito de oración del domingo
de Pascua y a continuación añade: “Sabemos que nuestras creencias o
expectativas quedan grabadas en el subconsciente y son llevadas a cabo.
Podríamos decir: si pides sin creer, no recibirás. La fe crea expectación”.
Todo por tanto se reduce a mantener la fe, que “aunque
sea tan pequeña como el grano de mostaza, tiene el poder de decirle a la
montaña ¡muévete, muévete!” Nuestra fe ni siquiera llega al grano de mostaza.
Pedimos como el que compra un billete de lotería, porque “si no lo compro no toca”.
La fe es otra cosa y las montañas, son nuestros temores, nuestras dudas, nuestras
vacilaciones, no saber lo que realmente queremos o lo que realmente necesitamos,
también puede ocurrir, como dice la autora en la misma página del citado libro
que “A muchas personas les gustan las cosas difíciles y duras de comprender.
Estoy convencida de que esa fue la razón de que las enseñanzas
extraordinariamente sencillas de Jesucristo se olvidaran al cabo de unos años.
La gente creó credos y ceremonias que sólo comprendían a medias…”.
Efectivamente Cristo afirmaba que estas cosas han sido reveladas a las gentes
sencillas y ocultadas a los sabios y entendidos. Por eso, necesitamos humildad
y vaciarnos del ego y de la prepotencia y abrirnos al Espíritu Santo, que se
nos dará si nuestra actitud es esa, y seremos los testigos, del que nos dejó;
pero que vive en nosotros. Curiosamente la siguiente cita Hechos 1, 9 es “Y
habiendo dicho esto, mientras ellos miraban, fue elevado y una nube lo levantó
lejos de sus ojos”
Por eso conviene discernir lo que hemos de pedir y
antes, pedirle al Señor: “Muéstrame tus caminos e instrúyeme en tus sendas”
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