Atención plena
A
lo largo el día intente ver si puede percibir el esplendor del momento presente
en todo momento, tanto en los momentos ordinarios, como en los regulares, como
incluso, en los difíciles.
Jon Kabat-Zinnn en “Mindfulness” en la
vida cotidiana, pág. 63
El 21 de agosto de este
mismo año, a las 8.45 h. leía yo la cita que he puesto al principio y escribía
mis sensaciones: “Intento percibir el
esplendor del momento presente ahora hace que me fije, primero en que no tiene demasiado de esplendor, ya que
siento sensación de frío exterior, aunque yo no tengo frío. Oigo el ruido del
microondas en la cocina y estoy preocupado por lo que tengo que hacer a lo
largo de la mañana. Alguien de la familia se marcha hoy… Sin embargo miro al
exterior por la ventana e intuyo el esplendor al ver las nubes y me preocupa
que dentro de un rato, todo haya cambiado y desaparezcan. En este instante saco
una foto de la vista del cielo desde la ventana y me limito simplemente a ser,
sin propósito alguno”. Así permanecí un buen rato y a las 13.30 h. escribo:
“La mañana ha discurrido bien, las cosas
han ido fluyendo con naturalidad. Claro que lo que se ha hecho ha sido hasta
cierto punto agradable”
Creo que ese fue un
día en los que “casi” se alcanzó la
felicidad por mi parte, gracias a la atención plena. Intentaré evitar el
vocablo que da título al libro de la cita inicial. Y así algunas mañanas he
dedicado unos minutos a esta tarea ayudado por este libro y alguno más que
citaré.
El 22 de agosto, la
página 64, la dedica a la paciencia y acabo, como no, recordando a Santa
teresa: “La paciencia todo lo alcanza”
Al día siguiente el
apartado del libro señala soltar y copio: “Es
necesario que los miedos y las inseguridades se manifiesten y se desvanezcan,
en el ámbito de la conciencia plena”, pues nos aferramos a esperanzas y
deseos basados en el interés personal, a nuestra zona de confort, a ver las
cosas con un “sesgo” demasiado personal, etc…
Y el 24 de agosto, en
la página 71, puede leerse que no
juzguemos y me doy cuenta que el escribir y señalar lo que me interesa, me
está llevando a distraerme, a un callejón sin salida. No sé cómo terminó ese
día el momento de la meditación, pues no hay nada más escrito hasta el 30 de
agosto; pero tengo que decir que estuve ausente esos días y que descubrí otro
libro allí donde estuve: El proceso de la presencia” de Michael Brown,
ediciones Obelisco. Libro que había comenzado a leer hace unos años y que lo
llevé allí. Lo comencé a releer y creo que puede ser útil en este momento. Ya
comentaré algo, si Dios quiere.
Y volvemos a las notas
matutinas: el 30, leo que la página 74 la dedica a la confianza y copio: “Si
confiamos en el proceso de vivir podemos encontrar un elemento estabilizador
muy potente que abarca la seguridad, el equilibrio y la apertura dentro de la
confianza que nos guía y protege intuitivamente de resultar dañados y de la
autodestrucción”. Me vino a la memoria una canción que suele cantarse en el
Movimiento Carismático: titulada “No me va a fallar”, que comienza así “Si yo confío en el Señor, nada fallará”.
Puedes escucharla AQUÍ. El momento puede ser bello o no; pero eso no debe importar. Confiemos
en este momento, en que el Señor sostiene la vida y hágase su voluntad.
Dos días después, el 1
de septiembre, termino de leer el apartado de la confianza con la frase de
Kabir “Desecha todos los pensamientos de cosas imaginarias y asiéntate
firmemente en lo que eres” y dos días después medito sobre esta frase;
pero me pregunto ¿Qué soy yo?, que a su vez me remite a otra ¿Quién soy?; pero
voy a dejar esta pregunta en el aire, porque no tengo por ahora repuesta y
espero que el libro citado, sobre el Proceso de la Presencia tal vez me de una
pista más adelante.
Ese día continué
leyendo el libro de Jon Kabat-Zinn, sobre la
generosidad y nos induce a que
seamos generosos, primero con nosotros mismos y que irradiemos algo bueno nuestro
hacia los demás, sin esperar nada a cambio y sin buscar hinchar el ego, que
demos más de lo que “aparentemente tenemos”, como si poseyéramos una riqueza
inagotable, lo que llama generosidad
regia. Compartir el entusiasmo, la vitalidad, el espíritu, la confianza, la
presencia… PERO: Es necesario hacerlo con atención plena, recordando que es el
Universo el que da y el que recibe, no nosotros ni los demás.
Y aquí terminan las
notas que tomé en esta hoja, que voy a romper y se disolverá en el reciclado de
papel; pero la información queda escrita en este sencillo blog, que acabará
disolviéndose también con el tiempo; pero también ha quedado escrita en el
Universo y ahí quedará por los siglos de los siglos.
Quisiera hacer mención también
a otro libro: “Tómate un respiro. Minfulness, el arte de mantener la calma en
medio de la tempestad”, de Mario Alonso Puig, que también lo he ojeado estos
días y además he visto algún vídeo de los que tiene en Youtube.
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