miércoles, 24 de febrero de 2016

Impotencia


Cuando se están “viendo los toros desde la barrera”, no se está bien, aunque uno sea “taurófilo”. Yo ni soy taurófilo ni se torear, ni tengo capote. Pero no me refiero a los toros de las corridas, ni de las vaquillas. Me refiero a los “toros de la vida”, que también se pueden ver desde la barrera, sin pasar por “las tardes de corrida, bajo el fuego de la arena”, como reza el P. Guervos en el famoso pasodoble a la Virgen de la Peña de Francia, pidiéndole a la Señora, protección con su gracia, para rematar la faena.
Lo peor es que desde esta barrera se ve todo el mundo, gente buena, gente menos buena y hasta mala. Acabo de leer dos documentos de Fructuoso Mangas, que he puesto en el blog y al mismo tiempo he recibido la noticia de la jubilación de ciertos funcionarios en Bruselas, que por no hacer prácticamente nada de provecho y muchas veces de “desprovecho” pueden jubilarse prácticamente sin haber cotizado con 9x10 elevado al cubo de euros al mes. ¿Se imaginan lo que haría un desgraciado del tren “la bestia” con 9000 euros?
No sigo escribiendo. Me da vergüenza estar en la barrera, sin capote y sin ganas de torear. Tampoco vale el socorrido ¡Que Dios reparta suerte!, pues ya la ha repartido; pero alguien la ha vuelto a repartir. El otro día comentaba con una de las chicas que están captando socios para ACNUR por la calles, del terrible drama de los campamentos, algunos con ¡un millón de refugiados! (cinco veces Salamanca) y me comentaba, que terminaría cuando quisieran los poderosos.

Mi pregunta sigue en pie, ¿cómo bajar al ruedo? En la barrera se está bien; pero algo por dentro te dice: ¡Hay que bajar!

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