viernes, 17 de junio de 2022

 

Aproximación apofática a la Eucaristía

  • Título extraño; pero pensándolo bien no lo es. Me explico: La vía apofática (etimológicamente, lejos del lenguaje) es la que, según los místicos, nos aproxima a Dios, con la idea de su inmensidad, en la cual la mente humana no es capaz de penetrar con palabras. Sobran por tanto todas las teologías, o mejor: no dicen nada.
  • Según se cuenta, Al final de su vida, Santo Tomás de Aquino, mandó quemar todas sus obras. No le hicieron caso y gracias a ello disfrutamos de la “Summa Theológica”, con lo que quiero puntualizar, que la “vía apofática” no excluye otras vías, pues en general no todos/as, somos místicos y necesitamos analogías.

Esta idea, me ha venido del libro Un Dios que siempre es más. Iniciación de la espiritualidad apofática cristiana, (Ed. Sígueme) cuya autora es Janet P. Willams, del que he sacado el tema de este “articulillo”. Sin nombrar en el libro a la Eucaristía explícitamente, hay multitud de pasajes que la señala, como en la primera parte dedicada a las Raíces bíblicas, compuesta de cuatro capítulos:

·       Moisés, el fuego y la nube

·       El cantar de los cantares

·       Juan Bautista, profeta apofático

·       Jesús palabra y silencio.

El libro consta de cinco partes, la segunda titulada “La vía negativa” y las tres restantes: Pioneros de la fe apofática, Compañeros de camino y prácticas apofáticas, respectivamente; pero yo sólo me fijaré en la primera parte, para relacionarla con la fuente de toda gracia, que es la Eucaristía.

Al leer el primer capítulo de esta parte del libro Moisés, el fuego y la nube, me ha venido a la cabeza, sin ánimo de criticar a nadie, incluyéndome a mí mismo, la “frivolidad”, con la que nos acercamos a recibir la comunión, pues ¿qué es la Eucaristía, sino una “zarza ardiente”?, pues allí está Dios. Y ahora, mientras esto escribo me ha venido a la cabeza, un testimonio que he visto en YouTube de una chica que habiendo crecido en un ambiente agnóstico, se convirtió en su primera juventud.  Estando en un funeral, vio como la gente se acercaba a comulgar y le preguntó a una tía, ¿Puedo ir yo y también? La tía le dijo sí, vete si quieres; pero una voz interior le dijo: "No vayas, no debes ir”. Cierro paréntesis.

Y volvemos al libro, al mismo capítulo: los nombres son construcciones humanas; pero Dios no tiene márgenes o características contingentes. Por ello no podemos nombrarlo, aunque si dirigirnos a Él; pero no esperemos encontrarlo, a no ser que Él se nos manifieste, como le ocurrió a Moisés, al ver la zarza ardiente. “Lo primero que capta la atención de Moisés es el fuego: una zarza, dice el relato, que arde pero no se consume; calor luz… y peligro. La presencia de Dios es luminosa, cálida y literalmente atractiva: nos arrastra hacia ella. Pero también amenazante. Esta no es una espiritualidad agradable… Sin embargo, su fuego no consume nada de lo que toca. El Dios que encontramos es creador y transformador, no destructor” Pág. 23

En el relato de la zarza ardiente, hay una orden imperativa por parte de Dios: “No te acerques: quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es santo” (Ex 3,5) y volvemos al texto, ahora a la página 24 “Probablemente los zapatos de Moisés eran de cuero,… de la piel de otro animal… Dios insta a Moisés que se los quite, para que entre en el terreno sagrado sobre su propia piel” y cabe preguntarnos ¿Voy “descalzo”, despojado de otras cosas a recibir al Señor en la Eucaristía? ¿Soy consciente a donde voy y a quien voy a recibir?

El encuentro de Moisés con el fuego es el principio de su camino espiritual. Tiene que encontrarse bastante después en la nube, una “densa nube” (Ex 19, 9) en una “densa oscuridad”, que paradójicamente puede ser producida por una luz cegadora, como le ocurrió a Pablo, camino de Damasco y volvemos al texto, pág. 25: “De esta nube llega la revelación, una revelación no acerca de Dios, sino acerca de nosotros mismos, acerca de cómo debemos vivir”.

En cuanto al segundo capítulo de esta parte del libro, dedicado al Cantar de los cantares, a mi particularmente, me evoca el gozo contenido en la Eucaristía, por vivencias que he tenido desde la niñez, nunca se me olvidará  la estrofa de la canción “Altísimo Señor”, oyéndosela cantar a mi abuela paterna, Teresa “Sois todo piedra imán, que arrastra el corazón de quien os rinde adoración” aunque también, me producía un poso de inquietud el final de  la siguiente estrofa, que empezaba muy bien: “Cordero celestial, Pan nacido en Belén. Si no te como bien me sucederá mal”. Evoca también alegría el magnífico himno “Cantemos al Amor de los amores”, y últimamente la canción eucarística, Palpita un corazón, queriendo ser amado Amor de los amores, Cantar de los cantares, Oh Santa Eucaristía, manjar de los manjares Todo ello evoca el goce sensual que describe el Cantar de los cantares, que por desgracia, en otros tiempos se ha considerado poco menos que pecaminoso.

Volviendo al libro que ha inspirado este escrito, leemos en la página 33: “para entender el énfasis del Cantar en la comida [consideramos] que no puede haber nada más íntimo, símbolo de la unión más cercana, que comer. Lo que comemos y bebemos pasa a lo más íntimo de nuestro ser… Hadewijch de Amberes, escritora mística del siglo XIII, dice: “Esta es la más íntima unión de amor: comer saborear, ver interiormente”. El énfasis del Cantar en la sala de banquetes del amor (Cant 2,4) es, sin duda, una de las raíces de la costumbre de Jesús de compartir la mesa y de la Eucaristía cristiana.

Deseo, unión, deleite, conocimiento íntimo: estos son los principales temas apofáticos del Cantar de los cantares”

La enseñanza apofática que nos da San Juan bautista, la podemos resumir en la jaculatoria que rezamos antes de comulgar: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Reconocemos como en Bautista, que yo no soy nada, mientras que Él, Jesús es todo.

En el cuarto evangelio, a la pregunta ¿Quién eres tú?, Juan responde “Yo no soy el Cristo y tampoco soy Elías”; pero señala al ver a Jesús “Ese es” (Jn 1, 29-34) y en la página 40 leemos: “Aquí el autor del evangelio retoma dos temas de su prólogo: la luz y la visión. Juan el Bautista, la primera persona de este relato, que reconoce a Jesús, es el ejemplo para todos nosotros. Se nos muestra que la clave no está en ver o  en conocer, sino en ver, encontrar y reconocer. Y para poder hacerlo, necesitamos dejar de centrarnos en nosotros mismos, en nuestro estatus, en nuestros logros, en nuestra historia pasada y en nuestras esperanzas futuras. Necesitamos sencillamente prestar atención, tener “ojos para ver”…”. Resumiendo: vaciarnos y dejar que Cristo nos llene.

En la página 43, al comienzo del capítulo dedicado al silencio y las palabras de Jesús, leemos: “Al testimonio apofático de Juan, “No, yo no soy”, hemos contrapuesto el “Si”, yo soy” de Jesús. El cuarto evangelio comienza identificando al hombre Jesús de Nazaret como la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros” “(Jn 1,14), la misma Palabra con que Dios creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos. Cristo encarnado en un trabajador galileo, es el mismo Logos de Dios, que significa no solo “palabra hablada”, sino también “plan”, “razón”, “principio”, “orden”, “pensamiento·. Así este evangelio sugiere que Dios, en la persona de Jesús, está realizando algo revolucionario, está iniciando una nueva era”.

Tanto en las palabras, como en el silencio de Jesús, el menaje es apofático. Lo escrito, escrito está, dijo Pilatos cuando le pidieron quitar la inscripción de la cruz “Jesús nazareno, rey de los judíos”, “Quizá todas las palabras que se han escrito y se escriben acerca de Él hagan lo mismo, a menos que se incluya esta claúsula apofática crucial: Hay más verdad que la que jamás podrá contarse” Pág. 44.


El mensaje de Jesús, es claramente apofático, tanto cuando habla, como cuando calla. Juan era un asceta, Cristo, aparentemente no. Le gustaba dialogar con todos, especialmente con gente marginada y excluida de la sociedad, incluso compartía la mesa con ellos; pero en sus enseñanzas había un ascetismo más profundo, consistente en la negación de si y en recorrer el camino de la cruz: “Si alguno quiere seguirme, que renuncie a sí mismo y cargue con su cruz”.  Sus enseñanzas contradicen de manera radical las expectativas, porque “El evangelio de Jesucristo es la proclamación de un cambio de régimen. Anuncia el principio del reino de Dios. El poder de todos los césares y de sus regímenes de marionetas queda derogado: “Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos” Pág. 45.

Por otra parte, frente a las más crueles contradicciones del mundo, Jesús saca a escena el poder creativo del silencio apofático, del que surgen las palabras para esquivar la trampa: “En todos los evangelios, el silencio se espesa y endurece en el momento en que Jesús es llevado a Juicio… aquí, como en el encuentro con la mujer adúltera, ninguna de las palabras del mundo es adecuada para la verdad. Jesús guarda silencio ante quienes lo acusan, pero no por terquedad, sino porque ellos son incapaces de escuchar nada de lo que Él les podría decir” Pág. 50

Terminando estas pinceladas, de lo que significa la aproximación apofática a La Eucaristía nos fijamos en uno de los últimos párrafos de esta parte del libro y en una coincidencia: “Los evangelios fueron escritos para comunidades cristianas que celebraban todo lo que Jesús significaba reuniéndose en torno al pan partido y el vino derramado” ¿No es esto la Eucaristía? . “[Estos textos]   nos cuentan lo que no puede ser contado. Presentan una vida que contradecía todo lo que para el mundo era importante. Estos valiosos textos apofáticos demuestran lo que sucede cuando las palabras divinas se amoldan al habla humana.”

Termina resaltando esta coincidencia: El 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, el mismo día que la Iglesia celebra la Transfiguración. ”Es el mismo contraste, visible en toda época y lugar, que el que se observa entre el discurso humano y el divino en los relatos evangélicos del juicio a Jesús”. Pág. 51

lunes, 17 de enero de 2022

 

Reflexiones sobre el salmo 93

El Señor es rey; vestido de esplendor y de poder;

firme e inconmovible está la tierra.

Tu trono está firme desde siempre,

tú existes desde la eternidad.

Levantan los ríos Señor, tu clamor y su fragor;

pero más que el clamor de las aguas caudalosas,

más fuerte que el clamor de las aguas,

más fuerte que el oleaje del océano,

más fuerte en el cielo es el Señor.

Tus mandamientos son inmutables, Señor.

La santidad adorna tu templo por años sin fin

 


Múltiples lecturas pueden hacerse de este salmo. Carlos González Vallés en su libro Busco tu rostro. Orar con los salmos, afirma su asombro ante el poder de Dios: “Adoro tu poder, Señor,  y me inclino en humildad ante tu majestad. Contemplo con temor reverente el espectáculo eterno de las olas enfurecidas de un mar en rebeldía que se abaten sin tregua sobre las rocas altaneras del acantilado inmóvil”.

Por otra parte en el libro Para orar con los salmos,  de José Ramón Flecha Andrés, se subraya la alegría de quien reconoce a Dios como su Señor y rey. Coincide también con lo que dice Vallés al hacer alusión a la firmeza del orbe, que se manifiesta como inconmovible.

También se contempla a los ríos caudalosos y al mar embravecido, una cierta oposición al poder de Dios, según la mitología babilónica. Si lo tomamos metafóricamente, no entra en contradicción con lo expuesto anteriormente. San Agustín, afirma que: “el mar agita sus olas, como el mundo agita a la Iglesia”. Esta metáfora nos hace reflexionar, como a pesar del oleaje, la roca permanece inamovible. La barca se tambalea; pero resiste.

Félix Torán, un ingeniero, que tiene un libro titulado Más allá de la materia, en el que parte de que la existencia consta de dos partes el plano material, en el que nos movemos normalmente y el plano Superior, que yo lo identifico con Dios, aunque en el libro no dice nada. Desde el plano material, necesitamos conectarnos con el plano Superior; pero al andar por el plano material, tenemos un compañero, el ego, que no pocas veces nos juega malas pasadas, ya que desata las pasiones, que son las olas que amenazan nuestro yo eterno, que conecta con el plano superior, con Dios, con la Fuente de Creación Eterna. En este caso nuestra verdadera identidad, es la barca, que el ego, la amenaza como las olas del mundo amenazan a la Iglesia, según San Agustín.

Por tanto: El Señor reina; pero ¿lo dejamos reinar o dejamos que se imponga el ego a su reinado?, ¿Nos pone el ego tapones en los oídos para no oír el clamor del Señor?

Para terminar, se me ocurre que ascender al plano Superior, es decir interiorizar al Señor, lo podemos hacer, dejándonos empapar por el Espíritu de Dios, que agita el mar, mueve los ríos desata los volcanes…  ya que en Él nos movemos y existimos. Hagámoslo con humildad, teniendo en cuenta nuestra pequeñez y fragilidad, y agradecimiento; pues como dice la canción de Cesáreo Garabaín, "Si miro al cielo o miro al mar... si observo en mi interior, podré sentir tu voz”.

viernes, 7 de enero de 2022

 

Comunicación absoluta

Continuación

 

No hable usted de esa manera, señor: que no entiende usted mucho de estos asuntos. Yo al menos veo en la historia de este campesino un doble misterio, sensible y espiritual.

Relatos de un peregrino  ruso

 


Mi intención al cerrar la entrada anterior, fue seguir el relato con la comunicación “plano superior-plano terrenal”, utilizando la meditación y descifrando los mensajes que da el “plano superior”, mediante los sueños y las sincronicidades. He reflexionado sobre ello y me he visto abrumado. Lo más sencillo hubiera sido, haber seguido el guión del capítulo 7º del libro de Félix Torán y salir así del paso.

Sin embargo, algo dentro de mí, me decía que eso era “casi” perder el tiempo, tanto para mí, como para los posibles lectores de estos articulillos. Lo cierto es que me impulsaba a volver a lo ya conocido, es decir a la tradición católica, en la que siempre he estado y para ello, he vuelto al libro del profesor Luis Cencillo, La comunicación absoluta y me he dado cuenta, que lo escrito ayer, sirve de muy poco, por no decir de nada. Es simplemente el placebo de los libros de autoayuda. En cualquier caso, seguimos llenando “un hueco en el vacío”, como decía un amigo cuando los alumnos le preguntaban para que sirven los logaritmos.

En la página 59 del citado libro, leemos: “LLAMAMOS “comunicación absoluta” a la búsqueda del trato más franco posible con la divinidad. Tradicionalmente se ha hablado de “grados de oración”, mas el fenómeno trasciende ampliamente lo que en sentido estricto podría entenderse por tal, pues implica actitudes, estados afectivos, intenciones e incluso todo un modo de existir; aunque la oración ha de ser el hilo conductor y práctico de todo el proceso de acercamiento a Dios.

La calificación de “absoluta” se entiende en dos sentidos diferentes: relativamente absoluta de parte del sujeto, en cuanto busca una comunicación  incondicional de su parte y en la que todo su ser se reabsorba, en cuanto le sea posible; y simplemente absoluta de parte de Dios, en cuanto él es absoluto y exige incondicionalmente que el creyente se le entregue en esa comunicación”

Mi reflexión es: ¿Por qué acudir a otras fuentes, los que hemos crecido en la tradición católica? Y con esto no le quito mérito a autores, como Félix Torán y otros, que a algunas personas le pueden venir bien, e incluso a nosotros, los “cristianos viejos”, pues yo mismo al leer “Más allá de la materia”, en cierto modo me ha dado un aldabonazo y he acudido a rescatar este libro de Cencillo. No hace mucho le envié un correo a Torán, exponiéndole esto y por cierto me contestó muy correctamente, cosa que le agradezco. Termino aquí. No me voy a meter en el laberinto de los sueños, ni de las sincronicidades por ahora. Además en este mismo blog, hay varias entradas dedicadas a este tema.

Sólo una pequeña reflexión, antes de cerrar: ayer celebramos la Epifanía del Señor y los reyes Magos volvieron por otro camino, porque recibieron la comunicación en un sueño. Por tanto estaban a la escucha y Dios (el plano superior, según Félix Torán) les envío el mensaje

martes, 4 de enero de 2022

 

¿Comunicación absoluta?

Con más piedad debería ser escuchada

La voz del que se llora por perdido

Que la del que perdió y llora otra cosa.

Garcilaso de la Vega

                                                                                                     



El ingeniero Félix Torán, en el libro Más allá de la materia, aplica la teoría de la comunicación, con las definiciones de emisor, receptor, interferencias, distorsiones, etc; pero aplicadas, nada más y nada menos a la comunicación, del “plano terrenal”, o sea nosotros, hacia el “plano superior”, o sea Dios, aunque él no lo nombra así. Lo hace en el capítulo 7, del citado libro y comienza con una cita de la Madre Teresa (no sé qué Teresa es) y es de las pocas referencias que hace a Dios en el libro.
Está en la página 157. Y la copio: “Necesitamos encontrar a Dios, y Él no se puede encontrar en el ruido y la inquietud. Dios es amigo del silencio. Observa como la naturaleza, lo árboles, las flores, la hierba, crecen en Silencio. Ve las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio… Necesitamos silencio para poder tocar almas

El profesor Luis Cencillo, tiene un libro titulado precisamente La comunicación absoluta; pero por ahora, vamos a basarnos, en el libro de Félix Torán.

En la comunicación plano terrenal - plano superior, si el emisor es el plano terrenal y el receptor es el plano superior, se hace mediante  la oración, siendo una fase activa Si es al contrario, es la meditación el medio. La fase ahora es pasiva

Como somos nosotros, los que nos comunicamos con el plano superior, cometemos multitud de errores. “No sabemos muchas veces lo que pedimos”, como le dijo Jesús a sus discípulos, cuando le pedían que los sentara a su derecha (esto no lo dice el libro)

Cuando nos comunicamos “a la escucha”, del plano superior, como antes indiqué es por la meditación y hemos de tener en cuenta que el plano superior, nunca se equivoca. La equivocación es nuestra, porque no sabemos pedir, ni escuchar. Por eso, no vale lo del Tenorio: “Clamé al cielo y no me oyó…”

Dice una canción de Cesáreo Garabain: “Si estoy atento y se escuchar, podré sentir tu voz”, la voz de Dios, del plano superior, de la Fuente de Creación eterna, o como lo queráis llamar. Si no estoy atento, no puedo escuchar la voz de Dios, o la escucho mal, distorsionada. Según Félix Torán y puede que tenga razón, todas las interferencias, no sólo las que proceden del exterior, sino todo el ruido mental: imágenes recuerdos, reflexiones, emociones, sensaciones físicas, etc, que proceden del ego,  no nos deja recibir los mensajes que vienen del plano superior. Cito textualmente de la página 164: “El ego está detrás de todo ello, puesto que desea manipular la información para que le haga caso a él… A nivel de ondas cerebrales, cuando nos encontramos en ese estado frenético del día a día, nos encontramos en el estado “beta””. Bien se ve en la actitud de don Juan, al pronunciar esa terrible imprecación.

Para eliminar estas interferencias que no nos dejan escuchar nuestra dimensión espiritual, tenemos que practicar la concentración. El ruido mental se disipará y ganaremos silencio mental.  No olvidemos que si el receptor es en plano superior, nunca se producen errores. “Las leyes universales siempre funcionan y no cometen errores de comunicación. En esos niveles espirituales la interpretación carece de sentido. Y el concepto de persona tampoco tiene sentido alguno: Se trata de leyes impersonales, que funcionan siempre, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia. Son las más justas que existen, precisamente porque no juzgan.

Cuando no dan el resultado que esperábamos, ellas no han fracasado: Si acaso, fracasamos nosotros al usarlas, y lo más irónico es que el ego es quien sale ganando. A él no le interesa que conozcas el plano superior, ni mucho menos que armonices con ninguna ley universal. Es él quien interviene y crea interferencias para que no lo logres. Intenta mantenerte atrapado a toda costa, en los pisos inferiores. Por tanto, los errores de comunicación no se producen nunca en lo alto del plano superior: los produce el ego” (páginas 166-167)

¿Qué ocurre cuando el emisor es el plano superior y el receptor somos nosotros? Ya se ha indicado que hay que utilizar la meditación, utilizando el canal del subconsciente que hace de intermediario entre nuestra mente consciente y los niveles más elevados del plano superior. Ahora bien, ¿En qué formato se  transmite la información? En un lenguaje muy particular, sin reglas, ni ortografía, ni sintaxis. En un lenguaje simbólico. Por eso es necesario estar atentos a los sueños y a las sincronicidades. Y como esto se complica, lo que queda del capítulo, lo haré en otra entrada.

 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

 

Reflexión y oración

Reflexión: En la aceptación de “lo que es”, realizada en el presente, notamos que poco a poco se va disipando la idea de que hay “Alguien” que pueda aceptar o rechazar cuanto
sucede…

Oración

Aquí y ahora estoy

Sólo en el silencio,

Sólo en mi desorden,

Sólo en mi tormento.

 

Aquí y ahora estoy,

con Dios en mi aposento,

con Dios buscando el orden,

con Dios y mi contento.

 

Aquí y ahora estoy

feliz en mí aposento,

pues no estoy sólo, no.

Estoy con Dios y siento

que la vida fluye,

mejor en el silencio

martes, 23 de noviembre de 2021

Una ojeada al libro “Sincrodestino”, de Deepak Chopra

Concretamente al capítulo 6

 Derrama Señor tu gracia a nuestro atribulado corazón, para los que hemos conocido la encarnación de Jesucristo, nuestro Señor, seamos librados de las tristezas de ahora y confortados con la esperanza de que Tú vas con nosotros, pase lo que pase. AMEN

Me voy a limitar a transcribir, lo escrito en unas hojas, que he encontrado en dicho libro, con la oración, que encabeza estos apuntes,  escritas, como la que me inspiró la anterior entrada al final del confinamiento, concretamente el 12 de junio de 2020, día de San Juan de Sahagún. La desolación, del encierro, que decretó el gobierno y la pandemia, comenzaba a diluirse; pero persistía. Concretamente ese día, era la fiesta del patrón de Salamanca, desde donde escribo y no había nada, ni procesión, no misa solemne en la catedral…sólo “esperanza” de que las cosas mejoraran y que al año siguiente, volviéramos a la normalidad. En este contexto escribía las notas que a continuación expongo.

El título del capítulo es:

Quinto principio: Aprovecha las turbulencias emocionales.

Comienza el capítulo así: “Cuando entendemos que la realidad externa no puede separarse de la realidad interna, que el Universo es en realidad nuestro propio cuerpo extenso, resulta evidente que la energía negativa que está en nuestro interior es destructiva. La turbulencia emocional es uno de los principales obstáculos para el cumplimiento espontáneo de los deseos; sin embargo, es posible transformar la energía negativa en un nivel más elevado de conciencia

Da por hecho que hemos eliminado las turbulencias del resentimiento, aflicción, hostilidad y culpa, al repetir el Sutra: Mosksba” (soy emocionalmente libre), cosa que particularmente niego  en mi experiencia particular, pues ni he repetido el Sutra, ni he hecho meditación, sino todo lo contrario y ahora quiero poner una nota al respecto: Está muy bien todo eso; pero estos libros, no cambian la vida, a no ser que te lo tomes tan en serio, que no hagas otra cosa que estar haciendo meditaciones y repitiendo los sutras las 24 horas del día. Sin embargo, si se ha conseguido llenar aunque sea por una hora, el vacío existencial, como me llenó a mi aquella mañana del 12 de junio del año pasado, bienvenidos sean. Y seguimos:

Copio literalmente de la hoja: ¿Estoy libre de esos resentimientos, aflicción, hostilidad y culpa? La respuesta es no; por eso lo primero que tendría que hacer es liberarme de esas taras. Es necesario; pero tal vez no suficiente liberarnos de todo eso, además del engreimiento, del egoísmo y del auto conmiseración; pero ¿cómo? No vale pensar “me libro” y ya está. Otros lo han conseguido en peores circunstancias. Debe haber algún resorte, alguna casilla inicial, que inicie el proceso, como en el sudoku. Si no conseguimos esto, es inútil seguir leyendo. A pesar de ello, sigo, en la página 186, pues puede que encuentre ese “resorte”

Hay dos emociones básicas: el amor (fuente del placer, según el ego) y el miedo (fuente del dolor, según el ego) Si hay equilibrio entre ambos, estamos bien; pero si se rompe ese equilibrio o aparece la turbulencia, esto es peligroso, porque nos desconecta de la sincronicidad.

El dolor es inevitable, no hay que ignorarlo; por lo que es necesario controlarlo, a lo que el libro dedica un apartado en la página 188, en donde recomienda diez minutos de meditación guiada  y también hay otro ejercicio dedicado a la “Comunicación no violenta”, en la página 191 basado en el excelente libro, que se puede encontrar en internet en PDF, de Marshall Rosenberg, titulado “Comunicación no violenta” Puedo contaros, que antes de la pandemia, asistí a un curso, sobre este tema organizado por el teléfono de la esperanza, basado precisamente en este libro y fue sumamente interesante.

Y no quiero cansaros más. Gracias por haber leído esto, pues tal vez sea el “resorte”, para alguien; pero siendo más humildes, con que sea llenar unos minutos del vacío, no está nada mal. En cualquier caso. La oración inicial, interiorizada  con confianza, es la mejor arma para nuestras turbulencias

 


viernes, 12 de noviembre de 2021

¿Cómo título yo esto?

En el Señor puse toda mi esperanza, Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor

Del salmo 40



Hace ya bastante tiempo, antes de la pandemia, compré un libro titulado “Ama tu caos” No recuero el autor y tanto me entusiasmó, que he llegado a amar “mi caos”; pero, me he dado cuenta, que no hay que amar más que a Dios y al prójimo, en donde se encierran los 8 mandamientos restantes. Así pues no creo que amar el caos, sea bueno; pero ¡ojo! Tampoco es malo, igual que el orden, que no es lo contrario al caos, como pueda parecer.

Pues bien todo esto lo escribo, porque de tanto “amar el caos”, no sé dónde está el dichoso libro, pues me vendría bien para las reflexiones que me vienen a la mente y me explico:

Anda uno, como ”mariposa de flor en flor”, es decir sumido en el caos y a veces te ves un poco asfixiado, deseando alcanzar un poco de orden; pero comprendes que para eliminar entropía, necesitas emplea mucha energía y sigues en el caos, lo cual como apuntaba antes, no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, y te encuentras entre unos viejos papeles unas reflexiones, escritas, al ir terminando el confinamiento, es decir el 3 de junio de 2020, que al parecer fue la fiesta de la Virgen Blanca y de la Virgen del Camino, y viendo los desastres, que había entonces, debido a la pandemia y que no hacían más que empezar, pues siguen y seguirán, poco corregidos; pero si aumentados, escribía yo en esa hoja, dicho día a las 8.45 h. de la mañana:

Yo no voy a arreglar España, ni el mundo, aunque ponga mi granito de arena en ello” y luego prosigo con una breve meditación basada en el salmo 40:

En el Señor puse toda mi esperanza. Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor”. A continuación expresé “mi clamor”, que escrito está en la hoja; pero que no veo pertinente ponerlo aquí. Y continúo:

Otro salmo dice: “En mi angustia clamé al Señor, Él me libró”. Mi vida entonces (y ahora) se movía (y se mueve) entre la angustia y la esperanza; pero la esperanza ¿En qué? Sería interesante contestar sinceramente a la pregunta: ¿Volver a la vida de antes de la pandemia? Por ahora es imposible. ¿Vivir conviviendo con “todo lo nuevo que vendrá y la tribulación por venir”?. Esa es la verdadera esperanza y a la que tengo que aspirar, pues vendrán más tribulaciones y más engaños y como comencé a escribir en esta hoja: “Yo no voy a arreglar España, ni el mundo, aunque ponga mi granito de arena en ello”, por tanto vuelvo a mi clamor e instalarme en la súplica a la “Fuente de Creación Eterna” y a la Esperanza en un futuro, conforma a la voluntad de Dios”·. Y termina la hoja con la referencia a otro libro, concretamente al capítulo 6 del libro “Sincrodestino”; pero eso lo dejo para otro día, por no hacer tediosa esta entrada. Finalmente, a las 9.30 h. con el apunte: vida ordinaria.

Para terminar, cuando me decidí a publicar algo en el blog, tenía pensado escribir sobre un curioso teorema de matemáticas, en el que mi mente se ha entretenido y pensaba titularlo: ¿Sudokus o teoremas?, pues según dicen los entendidos es importante ejercitar la mente, para que no caigamos en ociosidad, que según nos decían en otros tiempos, “es la madre de todos los vicios”, y también para fomentar la neuroplasticidad del cerebro. Así pues, si mi caos no me lo impide, seguiremos, llenando el vacío de la existencia, con estas “cosillas”