martes, 4 de enero de 2022

 

¿Comunicación absoluta?

Con más piedad debería ser escuchada

La voz del que se llora por perdido

Que la del que perdió y llora otra cosa.

Garcilaso de la Vega

                                                                                                     



El ingeniero Félix Torán, en el libro Más allá de la materia, aplica la teoría de la comunicación, con las definiciones de emisor, receptor, interferencias, distorsiones, etc; pero aplicadas, nada más y nada menos a la comunicación, del “plano terrenal”, o sea nosotros, hacia el “plano superior”, o sea Dios, aunque él no lo nombra así. Lo hace en el capítulo 7, del citado libro y comienza con una cita de la Madre Teresa (no sé qué Teresa es) y es de las pocas referencias que hace a Dios en el libro.
Está en la página 157. Y la copio: “Necesitamos encontrar a Dios, y Él no se puede encontrar en el ruido y la inquietud. Dios es amigo del silencio. Observa como la naturaleza, lo árboles, las flores, la hierba, crecen en Silencio. Ve las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio… Necesitamos silencio para poder tocar almas

El profesor Luis Cencillo, tiene un libro titulado precisamente La comunicación absoluta; pero por ahora, vamos a basarnos, en el libro de Félix Torán.

En la comunicación plano terrenal - plano superior, si el emisor es el plano terrenal y el receptor es el plano superior, se hace mediante  la oración, siendo una fase activa Si es al contrario, es la meditación el medio. La fase ahora es pasiva

Como somos nosotros, los que nos comunicamos con el plano superior, cometemos multitud de errores. “No sabemos muchas veces lo que pedimos”, como le dijo Jesús a sus discípulos, cuando le pedían que los sentara a su derecha (esto no lo dice el libro)

Cuando nos comunicamos “a la escucha”, del plano superior, como antes indiqué es por la meditación y hemos de tener en cuenta que el plano superior, nunca se equivoca. La equivocación es nuestra, porque no sabemos pedir, ni escuchar. Por eso, no vale lo del Tenorio: “Clamé al cielo y no me oyó…”

Dice una canción de Cesáreo Garabain: “Si estoy atento y se escuchar, podré sentir tu voz”, la voz de Dios, del plano superior, de la Fuente de Creación eterna, o como lo queráis llamar. Si no estoy atento, no puedo escuchar la voz de Dios, o la escucho mal, distorsionada. Según Félix Torán y puede que tenga razón, todas las interferencias, no sólo las que proceden del exterior, sino todo el ruido mental: imágenes recuerdos, reflexiones, emociones, sensaciones físicas, etc, que proceden del ego,  no nos deja recibir los mensajes que vienen del plano superior. Cito textualmente de la página 164: “El ego está detrás de todo ello, puesto que desea manipular la información para que le haga caso a él… A nivel de ondas cerebrales, cuando nos encontramos en ese estado frenético del día a día, nos encontramos en el estado “beta””. Bien se ve en la actitud de don Juan, al pronunciar esa terrible imprecación.

Para eliminar estas interferencias que no nos dejan escuchar nuestra dimensión espiritual, tenemos que practicar la concentración. El ruido mental se disipará y ganaremos silencio mental.  No olvidemos que si el receptor es en plano superior, nunca se producen errores. “Las leyes universales siempre funcionan y no cometen errores de comunicación. En esos niveles espirituales la interpretación carece de sentido. Y el concepto de persona tampoco tiene sentido alguno: Se trata de leyes impersonales, que funcionan siempre, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia. Son las más justas que existen, precisamente porque no juzgan.

Cuando no dan el resultado que esperábamos, ellas no han fracasado: Si acaso, fracasamos nosotros al usarlas, y lo más irónico es que el ego es quien sale ganando. A él no le interesa que conozcas el plano superior, ni mucho menos que armonices con ninguna ley universal. Es él quien interviene y crea interferencias para que no lo logres. Intenta mantenerte atrapado a toda costa, en los pisos inferiores. Por tanto, los errores de comunicación no se producen nunca en lo alto del plano superior: los produce el ego” (páginas 166-167)

¿Qué ocurre cuando el emisor es el plano superior y el receptor somos nosotros? Ya se ha indicado que hay que utilizar la meditación, utilizando el canal del subconsciente que hace de intermediario entre nuestra mente consciente y los niveles más elevados del plano superior. Ahora bien, ¿En qué formato se  transmite la información? En un lenguaje muy particular, sin reglas, ni ortografía, ni sintaxis. En un lenguaje simbólico. Por eso es necesario estar atentos a los sueños y a las sincronicidades. Y como esto se complica, lo que queda del capítulo, lo haré en otra entrada.

 

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