Siguiendo con la paradoja orden-desorden
Se
me ocurre, como decía ayer que para conseguir que el desorden vaya
convirtiéndose en orden, no basta con nuestras solas fuerzas de aplicar energía
a la entropía. Es condición necesaria; pero no suficiente. Necesitamos humildad
y pedir la “ayuda divina”, confiar y esperar. Poco a poco se irá haciendo la
luz en la oscuridad, como cuando esperamos la aurora. No depende de nosotros
que amanezca. Por ello, me ha parecido interesante al respecto, compartir el
párrafo que pongo a continuación.
Comentario al libro de Job al final del capítulo 5º del libro “La
paradoja orden-desorden” de Nathan Schwartz-Salant, ediciones Obelisco
En la página 94 y 95, al
final del capítulo, leemos “En el libro
de Job encontramos la poderosa historia de un hombre, Job, que es perseguido
por Dios, y sin embargo, no parece haber pecado. Job, tal como Jung y otros han
afirmado, es un precursor bíblico de Cristo, y nos sorprendería si su
sufrimiento formara parte de la emergencia de la imagen de Cristo en la
conciencia. En otras palabras, el apuro de Job representa el desorden que
afecta a una nueva conciencia que intenta emerger en la vida del espacio-tiempo.
Lo
especialmente significativo en la historia de Job es su redención. Su
sufrimiento sólo termina cuando dice: “Te he escuchado con el sentido del oído de
la oreja: pero ahora te ve mi ojo” (Job 42,5). En otras palabras, Job recuera
la visión que él, y su época histórica, habían perdido, la visión mística
genuina de Dios. Sólo con esta oposición al caos puede haber redención, nunca
acerca del conocimiento acerca de Dios. En Cristo, estos opuestos están unidos,
se encarnan, claramente un proceso en curso que sigue intentando encarnarse más
completamente en la conciencia humana.
Así,
Job se salva a sí mismo - es decir, la conciencia superior no es devorada por
completo- cuando, como en muchos mitos de la creación, profundiza más que su
autoconocimiento existente (y su autosatisfacción con su catadura moral) y conecta
con la LUZ. Entonces, y sólo entonces, recupera su lugar anterior en el mundo.
Job
completa el círculo, desde la riqueza y la prosperidad hasta el sufrimiento, y
luego de vuelta a su estado anterior, aunque con una conciencia distinta de
Dios. Aquí surge todo el sufrimiento y la nueva conciencia representados por
Cristo, pero claramente lejos de su encarnación”
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