miércoles, 25 de noviembre de 2020

 

Siguiendo con la paradoja orden-desorden

 Se me ocurre, como decía ayer que para conseguir que el desorden vaya convirtiéndose en orden, no basta con nuestras solas fuerzas de aplicar energía a la entropía. Es condición necesaria; pero no suficiente. Necesitamos humildad y pedir la “ayuda divina”, confiar y esperar. Poco a poco se irá haciendo la luz en la oscuridad, como cuando esperamos la aurora. No depende de nosotros que amanezca. Por ello, me ha parecido interesante al respecto, compartir el párrafo que pongo a continuación.

Imagen tomada de internet

Comentario al libro de Job al final del capítulo 5º del libro “La paradoja orden-desorden” de Nathan Schwartz-Salant, ediciones Obelisco

En la página 94 y 95, al final del capítulo, leemos “En el libro de Job encontramos la poderosa historia de un hombre, Job, que es perseguido por Dios, y sin embargo, no parece haber pecado. Job, tal como Jung y otros han afirmado, es un precursor bíblico de Cristo, y nos sorprendería si su sufrimiento formara parte de la emergencia de la imagen de Cristo en la conciencia. En otras palabras, el apuro de Job representa el desorden que afecta a una nueva conciencia que intenta emerger en la vida del espacio-tiempo.

Lo especialmente significativo en la historia de Job es su redención. Su sufrimiento sólo termina cuando dice: “Te he escuchado con el sentido del oído de la oreja: pero ahora te ve mi ojo” (Job 42,5). En otras palabras, Job recuera la visión que él, y su época histórica, habían perdido, la visión mística genuina de Dios. Sólo con esta oposición al caos puede haber redención, nunca acerca del conocimiento acerca de Dios. En Cristo, estos opuestos están unidos, se encarnan, claramente un proceso en curso que sigue intentando encarnarse más completamente en la conciencia humana.

Así, Job se salva a sí mismo - es decir, la conciencia superior no es devorada por completo- cuando, como en muchos mitos de la creación, profundiza más que su autoconocimiento existente (y su autosatisfacción con su catadura moral) y conecta con la LUZ. Entonces, y sólo entonces, recupera su lugar anterior en el mundo.

Job completa el círculo, desde la riqueza y la prosperidad hasta el sufrimiento, y luego de vuelta a su estado anterior, aunque con una conciencia distinta de Dios. Aquí surge todo el sufrimiento y la nueva conciencia representados por Cristo, pero claramente lejos de su encarnación

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