La eternidad
Practicar
la atención plena significa comprometernos plenamente a estar presentes a cada
momento. No se trata de una actuación. El único momento que existe es este.
Jon Kabat-Zinn. Mindfulness en la vida
cotidiana, pág. 42
Lo que sigue, ha aparecido en un cuaderno,
haciendo limpieza y “poniendo orden” en mi desordenado cuarto. Está escrito por
mí, el 20 de enero de 2017; pero cuando lo leas, te darás cuenta que está escrito ahora, en el “momento eterno”:
Yo no oigo el pájaro a la orilla de la
fuente, como el abad Vitila en aquella mañana luminosa, cerca de Leyre. Estoy
metido en la cocina de mi casa, en un día gris, con un gélido frío en el mes de
enero. Oigo un ruido, ta, ca, ta, ca,… continuo y sordo a la vez que recuerda
que estoy aquí, en el momento presente. No espero estar 300 años, como Vitila;
pero ¿Qué más da si estoy en la eternidad?
He llegado a esa conclusión, después de
leer, releer y pensar: sólo existe un instante y ese es eterno. Lo que pasa es
que hemos inventado los relojes y las tareas. Hemos sido expulsados del paraíso,
no por un reptil, sino por el tiempo, que inventamos antes que los relojes.
Dentro de un momento volveré al afán de
cada día, me pondré la bufanda y saldré a comprar el pan. Dejaré escapar este momento,
dejaré escapar la eternidad, aunque no me dé cuenta que este momento seguirá y
que es el mismo, cuando esté comprando el pan y pague con un billete de diez
euros y el tendero me dé la vuelta, y meteré el pan en una bolsa, para regresar
a casa, en el mismo momento, en la eternidad. No hay que esperar a traspasar la
puerta, allá dentro de unos años. Está aquí, aunque no nos demos cuenta, que el
momento eterno en el que estoy es el mismo en que “estaré dentro de cien años”,
aunque digan que “todos calvos”, porque no hay cien años en la eternidad.
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