viernes, 20 de noviembre de 2020

 

La eternidad

Practicar la atención plena significa comprometernos plenamente a estar presentes a cada momento. No se trata de una actuación. El único momento que existe es este.

Jon Kabat-Zinn. Mindfulness en la vida cotidiana, pág. 42

 


Lo que sigue, ha aparecido en un cuaderno, haciendo limpieza y “poniendo orden” en mi desordenado cuarto. Está escrito por mí, el 20 de enero de 2017; pero cuando lo leas, te darás cuenta que  está escrito ahora, en el “momento eterno”:

Yo no oigo el pájaro a la orilla de la fuente, como el abad Vitila en aquella mañana luminosa, cerca de Leyre. Estoy metido en la cocina de mi casa, en un día gris, con un gélido frío en el mes de enero. Oigo un ruido, ta, ca, ta, ca,… continuo y sordo a la vez que recuerda que estoy aquí, en el momento presente. No espero estar 300 años, como Vitila; pero ¿Qué más da si estoy en la eternidad?

He llegado a esa conclusión, después de leer, releer y pensar: sólo existe un instante y ese es eterno. Lo que pasa es que hemos inventado los relojes y las tareas. Hemos sido expulsados del paraíso, no por un reptil, sino por el tiempo, que inventamos antes que los relojes.

Dentro de un momento volveré al afán de cada día, me pondré la bufanda y saldré a comprar el pan. Dejaré escapar este momento, dejaré escapar la eternidad, aunque no me dé cuenta que este momento seguirá y que es el mismo, cuando esté comprando el pan y pague con un billete de diez euros y el tendero me dé la vuelta, y meteré el pan en una bolsa, para regresar a casa, en el mismo momento, en la eternidad. No hay que esperar a traspasar la puerta, allá dentro de unos años. Está aquí, aunque no nos demos cuenta, que el momento eterno en el que estoy es el mismo en que “estaré dentro de cien años”, aunque digan que “todos calvos”, porque no hay cien años en la eternidad.

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