lunes, 6 de enero de 2020


La luz y las tinieblas

“Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”
Dn 7,14

En el día de hoy, festividad de la Epifanía, millones de personas en España, hemos dejado de ver la estrella; pero no preocuparse, sólo hay niebla, como en la ciudad en la que vivo. Sabemos, ciertamente, que el sol está al otro lado y que siendo de noche, la “Stella matutina” alumbra, aunque no la veamos.
Hace unos días, me he encontrado con un librito titulado “Los sueños” de un autor del que nunca había oído hablar Ivo Le Loup, de seudónimo Sédir, anagrama de “désir”, deseo. Es un librito de 60 páginas, o sea que se lee en la espera del dentista y es curioso, pues dice cosas interesantes, como en el  apartado titulado “El drama cósmico o la batalla entre la luz y las tinieblas”, pág. 41: “La gran batalla que se está llevando a cabo desde el principio del mundo entre la Luz y las Tinieblas tiene al Padre como árbitro. El jefe del primer ejército es Cristo; el jefe del segundo es Satán Tanto el uno como el otro poseen la inteligencia y el Poder del Padre, sus soldados y sus fuerzas están equiparadas. No obstante Cristo posee algo más que su adversario, algo muy difícil de concebir. Si comprendiésemos toda la extensión de esta palabra, a esta ventaja, podríamos llamarla “Sabiduría”. El arma del Cielo es la dulzura. Sus soldados dan todo lo que poseen: dinero, amistad, ciencia e incluso su propia vida. Por el contrario, el arma del infierno es la cólera: sus soldados, roban, hieren y matan”.
No puede decirse tanto en tan pocas líneas. Aquí está la Psicología de Jung sobre la “Sombra” reprimida, sombra, que abarca también a las naciones, como afirmaba el gran psicólogo. Sombra que abarca a colectivos, regiones, partidos políticos y… ¿Por qué no decirlo? A nosotros mismos. Hagamos examen de conciencia y no digamos que  el Demonio, Satán, Anticristo o como quieras llamarlo está en esos, o aquellos, puede estar en ti o mí, no lo dudes. Lo que pasa es que en unos se ven más y sus obras son fruto de su militancia; pero ojo: ¡la semilla y el trigo crecen juntas!”. Por eso, como dice Pablo en Rm 13, 12: “La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. La luz de Cristo, el Sol que eclipsa la estrella, como muy bien dijo Lope de Vega: Reyes que venís tras ellas/ no busquéis estrellas ya, pues donde el Sol está no tienen luz las estrellas”
Por eso amigos y amigas, aunque no veamos la estrella, la fe nos debe guiar, como a los místicos, en los versos universales, del Cántico Espiritual, de San Juan de la Cruz. Aunque es de noche, aunque hay niebla, aunque las huestes del Príncipe de las Tinieblas parezcan cercarnos.
Iba a terminar aquí; pero se me olvidaba: Esta mañana, me he levantado pronto y se me ha ocurrido abrir la biblia y me ha salido el libro de Daniel y he visto el paralelismo que hay entre los tiempos de Nabucodonosor y del rey Baltasar y la ambición de poder, como ocurre en nuestros días. Es significativo  como en el capítulo 6 al no encontrar ningún motivo de acusación contra Daniel, los sátrapas hicieron firmar al rey un decreto prohibiendo el culto  a cualquiera que no dirigiera su oración al mismo rey, sabido que Daniel todos los días rezaba al Dios de Israel. Y dos mil quinientos años después seguimos igual.
Creo que a pesar de la niebla, acabo de ver la estrella y poco falta para que vea el Sol. AMEN



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