martes, 28 de enero de 2020


Esperando respuestas

¡Ay! Es verdad que en el honrado pecho
 pide venganza la reciente herida...
 perdona el mal que te hayan hecho.
 ¡Todos están enfermos de la vida!
De AMA Y PERDONA, poema de Manuel Gutiérrez Nájera



Fructuoso Mangas Ramos, pregunta

¿Dónde están los poetas?
Hojeaba, y ojeaba, según se mire, estos días de atrás algunos libros de poesía adquiridos últimamente y buscaba algún poema, aunque no fuera todo él al menos alguna referencia significativa, a los problemas concretos del ciudadano de hoy, tanto en su supervivencia diaria como en las dificultades para mantener un pensamiento razonable sobre lo que ve y vive. Y no pensaba en una poesía social, que hoy se ve que  (¿ya o todavía?) no cabe, sólo buscaba algunos sentimientos – interrogación, protesta, señalamiento, tristeza, preocupación y cosas así – ante el mundo, ante la sociedad o ante el ciudadano.
Y no lo encontré. Por eso, por hacer la experiencia a un nivel más amplio, fui a La Latina, en la calle Brocense (¡que ya no pueden darse tan seguidos dos nombres de tanta altura cultural!) y hojeé cuidadosamente lo último en poesía. Y me sucedió lo mismo. El alma del poeta se queda en la nube de las alturas o en los velos interiores del espíritu y no se quiebra dolido y en protesta ante los gritos del mundo de hoy.
Y recordaba un certamen de hace años que se titulaba La poesía mira al Sur (al hambre del Sur, claro) y ningún poema presentado se estremecía ante la dura realidad de la injusticia, todos escapaban por las propias interioridades del autor, ensimismado y sobreseído; y añadí por mi cuenta un poema con algo de lo que a mí me parecía alma dolorida y en denuncia para que no quedara todo en palabras lejanas y sordas. Y seguimos más o menos igual.
Y recordaba  las preguntas del cantautor Ricardo Cantalapiedra que han dado pie al título a esta reflexión, ¿Dónde están los profetas?, porque viene a ser lo mismo. Y me sonaba algo que escuché una vez y al final di con ello, una canción del argentino Boom Boom Quid, ¿Dónde están los poetas?, que canta esta situación entre la búsqueda y la acusación. Pues eso, dónde están hoy los poetas, o los profetas o las voces en alto que llamen a las cosas por su nombre, que aclaren lo que nos pasa y ofrezcan respuestas o al menos denuncien por si surte efecto…
Cedo a la tentación de acudir a profetas y poetas y recuerdo en primer lugar dos textos hermanos de dos profetas judíos, Jeremías (8, 12) y Ezequiel (13, 10). `Y curan a la ligera el quebranto de la hija de mi pueblo, diciendo: `Paz, paz, pero no hay paz´”, dice el primero. Y el segundo: “Han engañado a mi pueblo, diciendo: `¡Paz!´ cuando no hay paz. Y cuando alguien edifica un muro de denuncia, ellos lo recubren con cal”.
Eran profetas de hace dos mil quinientos años y seguimos casi lo mismo. El poder está a salvo y esto marcha. Y ese mismo juego de juicio y denuncia se puede hacer recurriendo a poetas de anteayer. Pero hoy, ¿dónde están?
Y veo yo desde la altura de mis años que hoy se multiplican los enjabelgadores por todos los altillos, los enlucideros bien organizados con su brocha y su cubo de cal, los blanqueadores de oficio bien pagados las más de las veces, bien colocados en lo alto de la escalera de tijera de la opinión pública para dominar todos los espacios de la tapia de denuncia y cubrirla con la cal de turno para que todo quede como si nada o se disimule con el color de sus colores propios y partidistas. Ya lo denunciaba Ezequiel hace 26 siglos…
Y mientras tanto los poetas, la voz más alta de toda sociedad,  andan distraídos y atraídos por la sola belleza del verso o por el sentimiento íntimo que brota emocionado y se encarna armoniosamente en el ritmo y medida de las palabras.
Por eso me pregunto, ¿dónde están las poetas? Si alguien puede dar pista o razón, que lo diga.
Fructuoso Mangas Ramos

La pregunta está hecha. Esperamos repuestas, y esperanzados, las estamos recibiendo. Estaba yo ayer, pesimista, pensando que en estos tiempos prosaicos, en que el narcisismo abunda, la poesía está eclipsada; pero me equivoqué gracias a Dios y habiéndome fijado en “las señales”, he visto que aquí está. No hay más que quitarle el polvo y sacarla a la luz. Incluso voy más lejos: parece que no hay poetas hoy; pero todos somos poetas, no hay más que poner en marcha la máquina de nuestra mente y comenzar a fabricarla. Mientras tanto, como decía antes, quitemos el polvo a la que teníamos olvidada o al menos guardada en hermosos libros ocultada. Ahora tenemos Internet y YouTube. No todo es malo en estos tiempos. Hay cosas maravillosas.
Para empezar comienzo con unos ripios muy  sencillos; pero antes, cuento una sincronicidad que se produjo ayer: Isidro Barcala, contestó con el poema de Alberti  Qué cantan los poetas andaluces” y curiosamente ese poema, fue el que inspiró a Fructuoso a escribir la demanda.
Otra persona, Victoria, me contestó al WhatsApp, hablándome ni más ni menos que de Gabriel y Galán y yo enseguida me acordé de “Mi vaquerillo”, que es una lección de empatía, muy conveniente para este mundo que tiene mucha falta de ella.

Comencemos:
Estamos buscando poetas, estamos buscando profetas,
para este mundo que camina en sombras de muerte,
para que vean la gran luz, que alumbra,
que aparten la mirada de la tierra
y eleven los ojos hacia el cielo.
El cielo que está escrito
en los sabios poetas de otros tiempos.
Podéis mirarlo en este ejemplo:

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