La falta de empatía
Una
de las cosas más preocupantes que he observado
sobre
nuestra sociedad en general
es
que hay un número creciente
de personas que carecen de empatía.
Esto
parece estar aumentando,
especialmente
en las últimas dos décadas.
Debbie Mirza, en “El narcisista
pasivo-agresivo encubierto”
pág.
151
Falta de empatía y exceso
de narcisismo, como bien se ve palpablemente ahora, con la moda de las “auto-fotos”
en los teléfonos portátiles; pero con ser el narcisismo, la “enfermedad del
siglo XXI”, hay un narcisismo sutil, que pasa desapercibido, y al que la autora del mencionado libro llama “Narcisismo
encubierto”, que caracteriza a las personas que lo tienen, como encantadoras, a
los ojos de sus “presas” y de quienes los rodean, durante años y décadas, hasta
que al final quienes lo padecen se dan cuenta. Son personas camaleónicas,
sumamente manipuladoras, egoístas y con una falta total de empatía No voy yo a tratar aquí este tema, pues
parafraseando y modificando una frase que leímos en el catecismo en tiempos de
nuestra ya lejana niñez: “Doctores y terapeutas tiene la psicología que lo
sabrán explicar”. Tampoco voy a hacer una recensión del libro. Me limitaré a
tomar alguna nota del capítulo 11, que comienza con la cita inicial y continúa “Habiendo experimentado personalmente el
dolor que tienes, (se refiere a las
víctimas de los narcisistas encubiertos) sé que
entenderás esto más que la mayoría…
Muchos
de los líderes políticos que dirigen los países del mundo carecen de empatía y
esto lo afecta a todo… He observado un comportamiento narcisista abierto y
encubierto tanto en el partido republicano como en el demócrata (se
refiere a los Estados Unidos; pero bien podría ser España) Las decisiones tomadas por los líderes políticos… nos afectan a todos.
Si estas se hacen desde un lugar donde no hay empatía, nada terminará bien.
Cuando la empatía no está en el liderazgo, se toman decisiones que mantienen el
dinero y el poder como la mayor prioridad en lugar de las personas que residen
aquí y el planeta que nos alimenta y nos alberga.
Las
personas sin empatía no tienen remordimiento y actúan por su propio egoísmo,
lastimando a los demás y no sintiéndose mal por ello. Ellos excusan su
comportamiento destructivo y culpan a los demás. El narcisismo encubierto nos
rodea y afecta nuestra imagen y autoestima. Esto incluso está ejemplarizado por
las corporaciones. Cuando las empresas hacen la promoción de sus productos
dándonos el mensaje de que no nos vemos como deberíamos, y de que si
compráramos su producto seríamos más bellos y aceptables, nos están dando una
versión de los hechos distinta, menospreciándonos y tratándonos sin amabilidad
y respeto, para su propio beneficio.
Ya
sea profesional o personal, cuando alguien no tiene empatía, hay una
desconexión de su espíritu. Nuestro espíritu, nuestra alma es nuestra fuerza de
vida. Esto es lo que nos impulsa, lo que nos da propósito y significado, lo que
nos lleva a amar y sanar. Es lo que nos hace una persona completa. Es nuestra verdadera
identidad.”
La autora fue víctima del narcisismo encubierto
y buscó ayuda inútilmente, y por eso se decidió a escribir este libro. Cuenta,
que cuando estaba atravesando la fase de superación del trauma, la experiencia
que tuvo en un viaje que realizó a Inglaterra: “Justo antes de partir a este viaje, recibí noticias de que uno de los
narcisistas encubiertos de mi vida estaba difamando mi nombre a las personas
que amo…. Me sentí entumecida mientras caminaba junto a cientos de turistas…
Pasé junto a una mujer de ambulante que estaba sentada en el suelo, junto a una
caja con monedas…. Le pregunté ¿Puedo sentarme a su lado?... ¡Por supuesto!...
le pregunté sobre su historia, que la llevó a donde estaba ese día… Había sido
expulsada de su casa por un padre abusivo y que había estado en la calle desde
entonces… La vida la había derrotado y ya no tenía fuerzas para seguir. Sentí
algo en común con ella. Nuestros caminos eran diferentes, pero fácilmente yo
podría haber sido ella… Ambas habíamos sentido que la fuerza dentro de nosotras
disminuía lentamente. No había nadie más con quien quisiera hablar en ese
momento que con ella.
Sentada
allí mirando a los transeúntes, me molestó el hecho de vivir en un mundo en el
que cientos de personas de todos los continentes pasan frente a una persona
como ella todos los días, eligiendo comprar artículos casi inútiles de los que
algún día se deshaceran, en vez de hacer algo por ayudar. Me molestó el hecho de
vivir en un mundo en el que nos hemos vuelto insensibles al dolor ajeno… Al
despedirme, después de la larga conversación… le di un abrazo. Ella me sonrió
ligeramente. Le dije “Lo siento mucho. Lamento lo duro que es la vida para ti
en este momento. Mucho amor para ti hoy”. Me abrazó y me dijo “Gracias por
haber sido tan amable”
La
empatía es lo que sanará este mundo. Es lo que sana. Es lo que nos permite
establecer una conexión real entre nosotros. Es lo que nos permite ver las
cosas que realmente importan.
Cuando
alguien no tiene empatía, es casi como si en ellos residiera un oscuro abismo…
están en estado de supervivencia. Estas personas terminan alimentándose de la energía de otras personas que tienen vida,
que tienen conexión que tienen empatía y
amor verdadero y luego les quitan su propio suministro de energía. Esta es la
razón por la cual los narcisistas encubiertos (las eligen) y por las que pueden sustituirlas por otra
persona con rapidez”
…
He copiado casi todo el
capítulo, lo más esencial, desde mi punto de vista. He echado de menos en el
libro, referencias de tipo religioso y sobre todo a Jesús de Nazaret, que pasó “haciendo el bien”. Alguien que pasa así
por la vida es el paradigma de la empatía… Lástima que no nos fijemos en ello. “Vino
a los suyos y no lo recibieron” y lo que es peor, los poderes de este
mundo, hacen todo lo posible por desviar la atención de Él, abriendo nuestros oídos
a los cantos de sirena que nos impone la sociedad de este desafortunado siglo,
lleno de avances tecnológicos; pero cada vez más vacío de vida, de espíritu y
de amor.
Pero no terminemos, aquí,
hagamos un hueco a la esperanza, como ha hecho Debbie Mirza al escribir este
libro y como hago yo al escribir estas líneas. A toda acción sigue una reacción
y es lo que esperamos, que a esta acción del mundo siga la reacción
correspondiente. Volvamos a leer a Isaías
que aunque lo dijo hace muchos años, lo torcido
se enderezará.
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