lunes, 18 de marzo de 2019


Nada es mentira, todo es verdad

Las estrellas giran eternamente allá arriba… Las cosas son como son, y tú eres como eres: te gustaría ser alegre. No lo eres. Te gustaría brillar: no puedes. Te gustaría agradar a todos; no lo consigues… te gustaría, en suma, haber nacido de otra manera. ¡Sueños locos, llamas de fuego! Es inútil ¿Para qué lastimarte? ¡Despierta!
Ignacio Larrañaga. Del sufrimiento a la paz, Pág. 95

La muerte de San José (Anónimo)

La tentación es pensar, que todo es mentira, o  que depende… ¿Qué es la verdad? Preguntó Pilatos. No tuvo respuesta explícita; pero lo cierto es lo que es y no hay otra.  Cuando andamos de un lado para otro, buscando “la verdad”, no nos damos cuenta que la verdad, está delante de nosotros. No tenemos más que abrir los ojos, despertar y ver que ha salido el sol o se ha hecho de noche, que hace frío o calor; pero que no hay ni frío ni calor, ni luz ni oscuridad, sólo temperatura más alta o más baja, intensidad de la luz más alta o más baja, más orden o menos. El orden y el desorden no son polos opuestos… Lo único que existe es el Ser, eso es la verdad. Aterrizar a pormenores es quebrarse la cabeza inútilmente. Es confundir la felicidad con un estado placentero. El estado de ánimo es, por tanto, la “felicidad”, como sentimiento pasajero, la melancolía, la depresión, la angustia, la desesperación… no son más que distintos grados y vivencias del Ser. Lo que ocurre es que confundimos el sentir con el ser y por eso etiquetamos. No nos cansamos de buscar y yo mismo que esto escribo, suelto un libro y cojo otro, en esta búsqueda desenfrenada. Ahora, ante mi tengo un libro curioso y muy denso, titulado “Realidad daimónica” de Patrick  Harpur, que en la página 158 cita a  Canetti  con estas palabras “Nada de lo que ocurre es azar o coincidencia; siempre hay un motivo que puede encontrarse si se busca: Todo lo desconocido puede ser rastreado hasta algo conocido. Cada objeto extraño puede ser desenmascarado y revelar algo que uno ya posee” Hasta aquí la cita; pero el autor del libro sigue entre paréntesis: “Así pues, podría ser que nuestra moderna preocupación por causas y efectos tuviera cierto toque paranoico. Realmente nos disgusta y desconfiamos de lo espontáneo, de lo no causal, de lo paralelo…; en resumen de cualquier cosa que trasgreda nuestras “leyes” y parezca libre e inconsciente, como los fenómenos paranormales”. Aquí cierra paréntesis y termina el párrafo. Añado yo: queremos tener todo explicado, todo controlado y lo vimos antaño en la religión y surgió el fundamentalismo, ahora lo fiamos a la ciencia y está surgiendo un nuevo fundamentalismo, hasta el punto de  desprestigiar y atacar a la religión; pero no es eso, no… No nos damos cuenta, que lo que es “es” y punto. No hacen falta explicaciones, aunque para andar por esta vida, no haya más remedio, que cultivar la tierra y buscar el sustento, hay que bajar del monte de la Transfiguración ganar el pan con el sudor de la frente y eso es lo que hace que busquemos dualidades en donde en realidad no las hay. Todo es producto de nuestra imaginación.

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